Columna: La cola de la serpiente
Los inversionistas asumen que se verán obligados a no modificar más el nivel de las tasas y a ejecutar un pivoteo.
Los inversionistas asumen que se verán obligados a no modificar más el nivel de las tasas y a ejecutar un pivoteo.
La acumulación de indicadores que, apuntan a que la economía en Estados Unidos mantiene un crecimiento positivo y por ende costará más trabajo controlar la inflación, no cede. Tampoco se aminora la intensidad verbal de las autoridades con respecto a la necesidad de seguir subiendo las tasas de interés, incluso de nuevo en mayor magnitud, en el futuro previsible. La combinación de estos factores crea una nube de incertidumbre muy intensa y claramente adversa para la toma de riesgos por parte de los inversionistas.
Cada vez más analistas se enfocan nuevamente en temas relacionados con el crecimiento económico. Ya no es la misma retórica utilizada hace un par de meses, cuando la mayoría (el autor incluido) anticipábamos una recesión en Estados Unidos ante los agresivos incrementos en la tasa de interés de referencia de la Reserva Federal (FED). La idea de un hard landing o “aterrizaje forzoso” en la economía norteamericana parece desvanecerse. Esto a pesar de la expectativa de un nivel terminal más elevado para la tasa de la FED (5.75 por ciento estimado INVEX, 5.25 por ciento estimado anterior) y, particularmente, la posibilidad de que dicha tasa permanezca elevada al menos en lo que resta de 2023.
Los datos económicos de Estados Unidos mantienen un tono positivo. Las elevadas cifras que se reportaron para la inflación medida a través del deflactor del gasto en consumo preocuparon a los mercados, pues éste es el indicador inflacionario preferido por la FED.
El giro de percepción que ha acontecido en los mercados financieros globales durante febrero consolida de alguna manera la fortaleza del peso. A menos que se presente un episodio de fuerte aversión al riesgo, lo más probable es que el peso siga favorecido por las condiciones estructurales que lo benefician. Existe incluso la posibilidad de un escenario de mayor fortaleza si se extiende la incertidumbre actual.
Las ventas al menudeo de Estados Unidos crecieron más de lo esperado en enero. El gasto en consumo privado podría continuar al alza gracias a la fortaleza del mercado laboral. En más buenas noticias para la economía norteamericana, se detectan algunos indicios sobre una posible estabilización del sector residencial después de varios trimestres de caídas.
En una decisión unánime, los cinco miembros de la Junta de Gobierno de Banco de México (Banxico) aumentaron el objetivo de la Tasa de Interés Interbancaria a un Día de 10.50% a 11.00%. El movimiento tomó por sorpresa al mercado que, al igual que nosotros, esperaba un incremento de 25 puntos base (pb) y no el de 50 pb que se anunció hoy.
Incluso el lenguaje de los mismos comunicados cambió. En el que se publicó en diciembre, el Comité de Operaciones de Mercado Abierto de la FED (FOMC, por sus siglas en inglés) resaltó que “la inflación permanece elevada, reflejando desbalances de oferta y demanda relacionados con la pandemia, mayores precios de alimentos y energía, así como presiones de mayor alcance sobre los precios”. En el comunicado de febrero, el FOMC cambió el enunciado anterior por la frase “la inflación ha cedido de alguna manera, aunque ésta se mantiene elevada”.
No obstante, resulta incierto si la inflación, sobre todo la subyacente, se acercará al objetivo de la Reserva Federal (2.0 por ciento) este año, ¡o incluso el próximo! Después de ubicarse alrededor de 7.0 por ciento al cierre de 2022, anticipamos que la inflación anual medida a través del Índice de Precios al Consumidor (CPI, por sus siglas en inglés) será de 4.5 por ciento en 2023 y de 3.7 por ciento en 2024 (4.0 por ciento y 3.2 por ciento para la subyacente, respectivamente). De nuevo, las cifras se ubicarían por encima del objetivo del banco central.
El desempeño de los países e incluso de los mercados financieros dependerá en gran medida de las respuestas a estas preguntas.