Desde hace mucho tiempo los mercados globales se mueven conforme a narrativas simples. Eso significa que la percepción de los traders y manejadores de fondos es de gran influencia.
Los humanos respondemos más ante historias que ante números o modelos científicos. Esto lo podemos trasladar también a nuestra interpretación de los eventos en política o incluso en asuntos personales.
En los mercados financieros los números normalmente deberían predominar en las decisiones. Muchas personas nos hemos dedicado a estudiar con formalidad la evolución de la economía, los negocios, la situación de las empresas y los sectores que éstas conforman, para tener elementos sobre los cuales fincar una estrategia. Pero a la hora de tomar decisiones, no hay mejor argumentación que una buena historia.
A lo largo de este año nos topamos con un evento inédito, en el que somos muy inexpertos casi todos y en el que no podemos prever el desenlace. Observamos cómo este hecho inédito produjo una parálisis económica forzada sin precedente y que deja un camino hacia adelante todavía más difícil de clarificar.
Durante dos meses los inversionistas se toparon con esta historia de terror. Rápidamente ajustaron sus estrategias para defenderse de un cambio radical en las economías. Los mercados se ajustaron con violencia y el riesgo de un colapso se acrecentó. Así de sencillo.
Ante esta situación las autoridades respondieron también de una manera totalmente inusual, ampliando fuertemente su gasto y en el caso de los bancos centrales intensificando la postura de relajación de las condiciones financieras hacia el sector bancario y al resto de los agentes. La presencia de estos apoyos, generó calma, pero no ha solucionado los problemas.
Los hechos nos hablan de una economía en recesión, de un elevadísimo desempleo, del riesgo de deflación, de sectores arruinados, de riesgo de quiebras y de un plazo muy prolongado hacia adelante en el que se normalizarían las cosas.
Sin embargo, las bolsas suben y hay una propensión al riesgo por parte de los inversionistas que no concuerda con la realidad.
Esta propensión se debe, como ya se lo he explicado en otras colaboraciones, a la intervención tan potente de las autoridades que ha distorsionado la mecánica de establecimiento de precios en muchos activos. Hay la confianza de que las autoridades monetarias y fiscales harán lo que sea para evitar un desastre.
Por ello, en esta era de comunicación vertiginosa y abundancia de información, los movimientos en el corto plazo responden con más fuerza ante el miedo o el entusiasmo que provocan las noticias.
Los análisis reflexivos sirven poco como herramienta de convencimiento si sobre la mesa hay historias que pueden modificar el futuro, tanto para bien como para mal. Por tal motivo vemos a las bolsas subir fuertemente si se propaga la idea de que hay una vacuna que parece ser exitosa o si las tasas de contagio bajan, etc. Por eso mismo, es poco probable que veamos una corrección como la de febrero – marzo.
En días recientes podemos ver el entusiasmo de los mercados ante la narrativa de hoy que apuntar a una temporalidad del problema de la pandemia y a una recuperación económica. Eso lo vemos en las cifras generales que nos dicen que los índices se mueven al alza o recuperan pérdidas.
Con todo y las distorsiones los inversionistas no son tan ingenuos. En realidad actúan con base en hechos ineludibles. Vea las clases de activos que han recuperado con fuerza desde el punto mínimo de marzo: empresas de tecnología, comercio electrónico, bio-tecnológicas, de servicios de salud, el oro y la plata; vea también aquellas que no repuntan: los bancos, mercados emergentes, el petróleo, las empresas de baja capitalización, el sector inmobiliario de rentas, las aerolíneas, el sector hotelero, el comercio discrecional.
Claramente hay una distinción en donde, a pesar de las narrativas vigentes, los inversionistas reconocen la nueva realidad e invierten en donde parece haber hechos contundentes de mejora y evitar sectores en donde parece haber hechos contundentes de fracaso.
Al interior de los mercados se observa mejor la realidad. Por ello, la tarea de analizar con cuidado y diversificar sigue teniendo relevancia, a pesar de las narrativas de todos los días.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/La-narrativa-contra-los-hechos-20200520-0107.html