Radiografía del dólar a 20 pesos
En esta ocasión considero que la ubicación del precio del dólar a 20 pesos y su reciente movimiento de devaluación no obedecen a condiciones propiciadas en el ámbito local. De hecho, noticias recientes pintan un panorama de menos fragilidad para el peso. Sin embargo, el contexto global se ha dañado en exceso y una de sus consecuencias es la fortaleza relativa del dólar.
La historia de agosto es claramente de una fuerte presión y elevada volatilidad en los mercados globales. Varios hechos han provocado fenómenos no anticipados como la excesiva baja de tasas de largo plazo en el mundo desarrollado, la reducción de tasas oficiales de interés por parte de muchos bancos centrales y la revaluación del dólar; muy en especial, contra monedas emergentes.
En el transcurso del mes, hasta el día de ayer el yuan de China se devaluó en 5.1% y rebasó la barrera psicológica de los ¥7 por dólar al alza. Esto marca un movimiento relevante en la estructura relativa de divisas que ha provocado una devaluación de muchas monedas, nada más vea: el peso chileno se ha devaluado (-12.5%), el Real brasileño (-11.1%), el dólar australiano (-9.9%), el won coreano (-8.4%), la rupia en la India (-5.2%%), y bueno, el peso argentino (–110.7%).
No debería sentirse sorprendido de ver que el porcentaje de devaluación del peso ha sido de (-8.5%). ¿Las cosas han empeorado? En el contexto internacional está claro que sí. Hay que tener muy arraigado el criterio de que, sí la dichosa guerra comercial se agudiza y China tiende a ser la principal víctima, muchos mercados emergentes lo serán también, Si como consecuencia el yuan se devalúa en una mayor magnitud, el resto de las monedas emergentes lo hará, incluido el peso.
Ahora, considerando esa posible circunstancia, la información local reciente no colabora a la fragilidad del peso, por el contrario.
Los datos publicados de la balanza comercial al mes de julio son bastante elocuentes en un sentido: a México no le hacen falta dólares. Hay un superávit comercial acumulado en el año de poco más de 2,000 millones de dólares que responde a una mucho menor tasa de crecimiento de las importaciones con respecto al año pasado (su tasa de crecimiento anual promedio en lo que va de 2019 es de 0.6%, cifra notablemente más baja que el promedio de 2018 de 10.7%), y a un repunte sorpresivo de las exportaciones no petroleras (que ahora crecen a una tasa de nuevo superior al 8% anual). La explicación recae en parte en los efectos de la proliferación de tarifas a productos chinos y la sustitución de algunos con productos manufacturados en México.
En la balanza de pagos, podemos decir que hay una merma de la inversión extranjera. De acuerdo a datos de la Secretaría de Economía es 19% menor a la registrada en el primer semestre del año pasado, pero representa una cifra positiva de poco más de 18,000 millones de dólares. La tendencia por ahora está lejos de ser catastrófica y es suficiente para financiar el saldo de la cuenta corriente. Añada que las remesas se mantienen en niveles récord y que aun con Banxico disminuyendo un punto porcentual la tasa de interés en los próximos doce meses (tal y como lo descuenta el mercado de dinero), seguiremos pagando un premio mucho muy elevado. El flujo de dólares en el país parece que es positivo y lo puede seguir siendo.
En el tema de la confianza, hay que reconocer que las noticias representan cierto alivio. El Banco de México ya comenzó a bajar las tasas, los datos recientes de la inflación apuntan muy por debajo de los estimados mensuales; el anuncio de la resolución del conflicto relacionado con los gasoductos reduce, al menos temporalmente, la preocupación sobre la postura del gobierno en cuanto al cumplimiento de contratos.
Supongamos que la entrega del presupuesto fiscal para el 2020 (a realizarse en un par de semanas) mantiene el enfoque de disciplina fiscal y al mismo tiempo programa un impulso no visto hasta el momento en la inversión pública. Suponga también que los resultados financieros de PEMEX comienzan a reflejar, aunque sea mínimamente, las medidas de apoyo que el gobierno ha aplicado durante el primer semestre; asuma que ello posterga el tema de la baja en calificación. Si eso sucede, en un contexto global tan descompuesto y adverso para los emergentes, y además seguimos pagando una tasa muy elevada, México luce mejor parado que muchos de sus contrapartes a pesar de su actual estancamiento.
Claro, hay supuestos en este razonamiento que están por verse y si el mundo no se tranquiliza no hay posibilidad de plantear una tendencia de fortalecimiento del peso. Lo único que quisiera es enseñarle que, en esta ocasión, el tipo de cambio se ha movido más por la descomposición del contexto global que por las noticias generadas al interior del país y que pueden darse elementos que podrían de nuevo hacer ver a las inversiones en pesos atractivas. Es importante tener eso en cuenta.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Radiografia-del-dolar-a-20-pesos-20190828-0073.html
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