Un nuevo tranquilizante
El Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal de los Estados Unidos decidió incrementar las tasas de fondos federales en 25 puntos base hasta 2.25%, en línea con lo esperado. En su comunicado eliminó la referencia a que la postura actual es “acomodaticia”, lo que sugiere que la percepción entre los miembros es de estar llegando a niveles ligeramente restrictivos.
Cabe destacar que las proyecciones de los miembros para la inflación se mantuvieron prácticamente sin cambios, mientras que las de crecimiento se revisaron al alza para este año y el próximo.
Esto último resulta en un elemento de alivio para los participantes en los mercados que especulaban con la posibilidad de un aumento en las proyecciones de alza de tasas hacia los siguientes meses gracias al fuerte crecimiento que registra la economía. Posiblemente también resulten en un nuevo impulso a las bolsas, mismas que han demostrado a lo largo de los últimos dos años que el factor que más les duele es la perspectiva de un aumento acelerado en las tasas.
De hecho, los mercados ya tiraban hacia otro lado. A la par de la intensificación de la guerra comercial y la cautela en el mercado de capitales, en el mes de septiembre se observó un repunte importante de las tasas de largo plazo en una buena parte del mundo desarrollado.
En conjunto en el mes de septiembre las tasas de largo plazo han subido cerca de un cuarto de punto (250 puntos base). La tasa de 10 años del bono del tesoro norteamericano ha subido de un nivel de 2.80% aproximado a uno de 3.06% registrado.
Es importante la evolución de este fenómeno. Es el factor que más le duele a los inversionistas. Recuerde a principios de este año como la idea de un crecimiento generalizado provocó un aumento de 60 puntos base en las tasas largas y derivó en una corrección en la trayectoria de las bolsas.
El empuje posterior de los índices bursátiles coincidió con el retorno de las tasas de largo plazo y la idea de que la Fed observaría, a final de cuentas, un ritmo moderado en el aumento a la tasa de referencia.
El movimiento de este mes se debe a un par de razonamientos: uno, que la fuerza del crecimiento en Estados Unidos es mucho mayor a los rallies previos, en especial el registrado a principios del año; y otro, que la Reserva Federal de los Estados Unidos aumentaría la tasa de corto plazo, tal y como sucedió, más la probabilidad de que su declaración resultará en una advertencia contra posibles presiones inflacionarias.
Sin duda hoy estamos bajo circunstancias que apuntan a una mayor presión: la tasa de inflación por encima del objetivo, la Fed corrigiendo la tasa de corto plazo, el petróleo tocando niveles récord y la economía americana bajo un ritmo de crecimiento fuerte que ha abatido el desempleo y presiona los salarios. Si el alza se extiende será difícil que se replique la fuerza con que subieron las bolsas entre agosto y septiembre.
Por ahora la Fed ha aportado un tranquilizante leve al no corregir sus pronósticos, pero al dar la impresión de que se adentra en terreno restrictivo.
Dicho esto, no es descartable la impresión de que estamos entrando en terrenos en donde la incertidumbre y las mayores tasas pueden dar lugar a un encogimiento de retornos. El mercado de bonos ya luce afectado por las alzas que se han registrado a lo largo del año y las bolsas simplemente podrían ver frenado el ímpetu del verano.
En México, es probable que el Banco de México no tenga que subir la tasa de referencia la próxima semana, aunque la Fed lo haga. La estabilidad en el tipo de cambio y la concentración de los aumentos de precios en la parte no subyacente le dan argumentos para aguantar.
Parece ser que los eventos que podían haber confirmado un cambio de escenario no los veremos en esta ocasión. No obstante, seguiremos viendo un mercado que va a ver con mucha atención la fuerza del crecimiento americano, la guerra comercial y otros factores que pudieran generar tal viraje en un futuro no muy lejano.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Un-nuevo-tranquilizante-20180926-0135.html
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