La paradoja del miedo
El tipo de cambio del peso frente al dólar ha mostrado una extraordinaria volatilidad en el transcurso de los últimos dos años. Es cierto que el peso cuenta con elementos que le generan fragilidad. Pero también es cierto que si usted compró dólares hace dos años no ha ganado nada por mantenerlos. La compra de dólares como inversión o como refugio no ha sido exitosa ni en el corto ni en el largo plazo.
Si usted compró dólares al inicio del 2016 pagó un precio aproximado de $17.50 por cada uno. Haber invertido ese dinero en pesos le hubiera redituado una tasa de interés anual promedio, hasta el cierre de julio, de aproximadamente 6.3% libre de riesgo. Tomando en cuenta el interés promedio de una inversión equivalente en dólares, que en el mismo periodo fue aproximadamente 1.0%, resulta en que el valor del tipo de cambio que hace indiferente estas alternativas es cercano a los $18.70 pesos. La cotización ayer se ubicó en $18.46, claramente convino estar en pesos, hasta hoy.
Obviamente el razonamiento es ingenuo. En el escenario han existido, como ya sabemos, asuntos que han movido de manera relevante al tipo de cambio. El escenario global ha visto variar el valor del dólar con fuerza. En el caso del peso, la volatilidad quizás ha sido de las mayores. La simple incertidumbre ante la vigencia del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, y ante el proceso y posterior resultado de las elecciones locales, ha hecho que el tipo de cambio haya ido y venido en un rango cercano a los 4 pesos en plazos relativamente cortos.
Muchos inversionistas ha optado por mantener un porcentaje, en algunos casos muy elevado, de dólares en sus portafolios y ahora tienen rendimientos adversos, si no es que negativos. No podemos juzgar que se equivocaron. Este es un juego que no termina nunca. Si se regresa el tipo de cambio a un nivel de 20 pesos, resultaría que en el mismo periodo era mejor estar en dólares. Es muy caprichoso el plazo en el que se compare el resultado de las inversiones en especial con virajes tan violentos en plazos tan cortos.
Lo que sí le puedo decir es que si nos vamos más para atrás, a lo largo de lo que va de este siglo, la diferencia entre haber tenido dólares o pesos tampoco es muy relevante en términos de tasa de retorno. Esto se debe a que en los episodios en que el tipo de cambio ha tenido que ajustarse, y amenaza las expectativas de inflación, la corrección natural por parte de la autoridad monetaria ha sido subir las tasas, aumentos que, por cierto, meses más, meses menos, pero normalmente han sido temporales.
En cierto sentido hay dos criterios que debe de considerar al estructurar un portafolio. La decisión de mantener un porcentaje en dólares debe responder a argumentos más estructurales de diversificación como la confianza en el país, su crecimiento y la fortaleza de sus instituciones. Si su intención es aprovechar para tener una ganancia de corto plazo que aumente su tasa de retorno, la historia reciente se ha encargado de decirle que le va a inyectar mucha volatilidad a su cartera y que en determinado momento puede acarrear rendimientos muy pobres y hasta negativos.
Al día de hoy, las cotizaciones de las tasas a plazos más amplios descuentan que la tasa de referencia que establece el Banco de México será menor en el futuro (considere un año y medio o dos), eso de alguna manera indica cierta confianza en que la volatilidad del tipo de cambio también será más reducida.
Por supuesto que los mercados se equivocan, pero por ahora cuesta mucho comprar dólares, la desconfianza es cara.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/La-paradoja-del-miedo-20180808-0096.html
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