Política monetaria perenne
Los bancos centrales no hacen nada. Cuánta tinta desperdiciada por enésima vez durante el fin de semana y el inicio de ésta, advirtiendo de una semana cargada de información por la sucesión de comunicados de bancos centrales en el mundo. Al final la percepción es que casi no hay cambios y que no hay intención de hacer virajes violentos. Tal vez no nos toque a usted y a mi presenciar la declaración del fin de la etapa de gran expansión monetaria que inició hace ya una década.
La economía de los Estados Unidos registró un crecimiento de 4.1% en el tercer trimestre. El PIB tuvo en sus componentes información positiva al mostrarse un crecimiento relevante en el consumo. La información referente a Julio es moderada, al menos en el indicador ISM de manufacturas. A pesar de ello, la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) no cambió en nada su discurso, ya pronunciado por el Presidente Powell en su comparecencia ante el Congreso hace un par de semanas. No hubo un movimiento en la tasa de referencia y tampoco una alteración a la guía sobre los aumentos futuros a las tasas. La expectativa sigue siendo de dos aumentos más en lo que resta del año.
El Banco Central Europeo (BCE) ha ratificado que su proceso de reducción de estímulos es acorde a las condiciones actuales de la economía de la región, que por cierto muestran una desaceleración con relación al inicio del año, y mantuvo su guía de no esperar aumentos de tasas o aceleración de las recompras hasta el verano del 2019.
Contrario a lo que se anticipaba, el Banco de Japón introdujo en su comunicado de política monetaria una guía adelantada sobre su postura y para evitar especulaciones sobre un cambio en la misma declaró que espera niveles muy bajos en las tasas de interés por un periodo prolongado, al menos hasta el final del 2019.
No sé usted, pero en mi reflexión cabe la sensación de que ante la mínima señal de debilidad los bancos centrales revierten la idea de la famosa normalización de manera inmediata; y ante una aceleración, tienden a ser prudentes en el retiro de estímulos. Luego entonces, la época de tasas bajas a nivel mundial está muy lejos de tener otra forma.
Podrá haber una tendencia muy encaminada a una postura menos acomodaticia, pero las mismas tasas de largo plazo evidencian, como ya se lo explicamos en una colaboración previa (ver “La distorsión actual” El Economista, 19 de julio de 2018) que existe mucho dinero en circulación y que no hay una señal de que esta distorsión vaya a terminar pronto. En muchos casos por el contrario, parece que la condición se ha vuelto perenne.
Lo que le escribo no aplica para México por el hecho de tener una inflación que no es tan estable como en países desarrollados, así como por la inestabilidad del tipo de cambio ante circunstancias amenazantes que no están relacionadas necesariamente a asuntos de política monetaria. Nuestro banco central está obligado a controlar la volatilidad de estas variables vía una tasa elevada.
Si bien en el día de hoy es probable que no haya un nuevo aumento a la tasa de referencia por parte de Banxico, la declaración de la Junta de Gobierno será de cautela con respecto a lo que puede pasar en los próximos meses. Por lo menos podemos estar tranquilos que en el mundo desarrollado la FED y otros bancos no alterarán mucho el panorama previsto.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Politica-monetaria-perenne-20180801-0106.html
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