Si huele a inflación, ¿es inflación?
Cualquier discusión sobre el tema comienza por una premisa simple: El conjunto de hechos recientes, es decir, el escenario actual, apunta a una mayor inflación hacia adelante. Esto garantiza tasas de interés mayores en el futuro previsible, pero no necesariamente una corrección violenta de los mercados, ello depende de cómo se definan, en la percepción de los inversionistas, las características de dicho rebote.
En estos días se juntan una serie de factores que obligan a presagiar una mayor inflación en los siguientes meses. Por una parte, el crecimiento en los Estados Unidos es muy robusto. La acumulación de datos sobre el segundo trimestre mantiene la estimación de un crecimiento superior al 3.5% anualizado de acuerdo al indicador GDPNow que calcula la Reserva Federal de Atlanta.
Los indicadores de empleo continúan mejorando, la tasa de desempleo abierto en Norteamérica se sitúa en niveles inferiores al 4.0%. Esto es señal de una escasa holgura en el mercado laboral americano. Cualquier impulso adicional en el crecimiento bajo esta situación debería implicar presiones salariales ante un exceso de demanda de trabajadores.
Por su parte, los precios de la energía se mantienen en niveles elevados y con amenazas de subir más. Por lo pronto, se visualiza una intención de los principales productores como Rusia o Arabia Saudita de mantener los precios elevados y no incrementar sin motivo las cuotas de producción actuales.
Por último, está el tema de la famosa guerra comercial. La imposición de aranceles a diestra y siniestra no es otra cosa más que añadir a los productos importados un sobreprecio. Por ahora, a pesar de que muchas de las tarifas arancelarias ya han entrado en vigor, la persistencia de contratos hechos anteriormente e inventarios puede generar un periodo de gracia de algunos meses. Pero de persistir la idea de imponer aranceles entre los principales países o de incrementarse el ánimo proteccionista de Estados Unidos, habrá presiones sobre la inflación en el orden global.
Finalmente, el recrudecimiento de políticas anti inmigrantes en regiones como Europa deberá también encarecer la mano de obra y contribuir al ambiente de mayores precios.
Con estos elementos sobre la mesa es congruente la postura de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) de señalar mayores aumentos de tasas de interés de referencia en los siguientes meses. Los participantes en los mercados ahora esperan que la FED, a pesar de intentar ser moderada, aumente otras dos veces la tasa de corto plazo y que ésta se ubique en niveles de 2.5% al cierre del año.
Usted se preguntará cómo es que, si las autoridades subirán aún más la tasa, las tasas de interés de largo plazo no responden y permanezcan en los mismos niveles. Hoy en día la tasa de bono del tesoro norteamericano a 10 años es 2.80% aproximadamente; es decir, existe una curva prácticamente plana en donde el premio por invertir a un día es casi igual al de invertir en un título a diez años o más.
Creemos que esto responde a un intento poco fructífero hasta ahora de los inversionistas por caracterizar el rebote inflacionario. Para muchos, varios de los factores que lo pueden originar podrían ser temporales como el impulso al crecimiento motivado por un estímulo fiscal o como el repunte de los precios de los energéticos. Por ello no ven como permanente el establecimiento de tasas de interés de largo plazo más elevadas.
¿De qué dependerá la evolución de la curva de tasas de interés? De la persistencia en la situación favorable de crecimiento o bien en la determinación de los niveles de déficit público, en especial en Estados Unidos. Si la inflación se muestra como una amenaza que puede arraigarse, las tasas de largo plazo subirán; de no ser así, es muy factible una curva invertida, es decir con tasas menores para plazos más largos en el futuro cercano. Por el momento, creo que a México y a muchos mercados emergentes les sería más navegable esta segunda opción.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Si-huele-a-inflacion-es-inflacion-20180620-0128.html
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