Sigue siendo el contexto exterior
Sigo convencido de que la sacudida reciente en los mercados globales, cuya principal víctima son hasta el momento los mercados emergentes, es la causante principal de las tendencias adversas que hemos visto en el tipo de cambio y las tasas. En una segunda instancia, la ausencia de noticias con relación a la negociación del TLCAN influye y en menor medida aún el tema relacionado con las elecciones.
Las consecuencias del giro drástico que han dado los mercados en el transcurso del último mes se siguen intensificando. En concreto, el petróleo ha seguido subiendo de precio y el dólar se sigue apreciando contra la mayoría de sus contrapartes.
Por su parte, la idea de un crecimiento favorable sigue en pie en los Estados Unidos y, por ende, la posibilidad de que la Reserva Federal mantenga su disposición a aumentar las tasas de interés continúa vigente (ayer mismo, volvió a establecer una postura directa de subir las tasas otra vez en junio en las minutas publicadas sobre la reunión anterior del Comité de Mercados Abiertos).
Por lo tanto, la espiral de daño sobre los activos de mercados emergentes también se ha vuelto más intensa. En Argentina y Turquía, sus monedas se han depreciado 21% y 19% (antes de la actuación del Banco Central de Turquía) respectivamente, en los últimos 30 días.
Las respectivas crisis internas, junto a falta de divisas y las presiones de mayores tasas y un dólar revaluado, les están pegando duro.
Pero el asunto no es aislado. La mayoría de los países que integran el sector, pasando desde India, Indonesia, Brasil o Sudáfrica, ha experimentado fuertes devaluaciones contra el dólar en el mismo lapso pequeño de tiempo.
Al parecer, el segmento de mercados emergentes ha caído de la gracia de los inversionistas globales por ahora. Las tasas de bonos soberanos de la muestra han aumentado de forma violenta en algunos casos; asimismo, las bolsas emergentes presentan una corrección que ya se acerca a 10% en los índices que aglutinan dichos índices.
México no puede ser excepción. Más aún, si a esto le añaden factores de riesgo particulares que penden sobre el destino de la economía, como la ausencia de acuerdos en las negociaciones relativas al TLCAN o giros no deseados en el rumbo de la economía por la presencia de un nuevo gobierno con orientación distinta, es explicable que exista nerviosismo y que los precios de nuestros activos no reporten rendimientos.
Lo peor es que, hasta el momento, las mayores pérdidas en pesos las refleja la bolsa. Si usted tiene dólares desde que inició el año, no ha ganado mucho el tipo de cambio del cierre del 2017, fue de 19.7, similar al de hoy.
Si tiene en su portafolio bonos de tasa fija a mediano y largo plazo, las ganancias que en el primer semestre obtuvo se van esfumando. Sólo haberse mantenido en una inversión a muy corto plazo en tasas libres de riesgo sigue siendo redituable.
Aunque aún no hay noticias sobre el TLCAN, el pensamiento consensuado de los participantes sigue asumiendo que habrá un acuerdo.
El mayor factor de preocupación se ha vuelto el tiempo y la cercanía de las fechas límite no es agradable. En el caso de la elección, faltan aún varias semanas.
De nueva cuenta, en mi percepción, muchos inversionistas que han manifestado temor ante estos dos eventos se han cubierto desde antes.
La sacudida del tipo de cambio tiene un alto componente relacionado con la debacle de los mercados emergentes a nivel global.
¿Qué se puede esperar? Si la línea en los mercados externos no cambia, es posible ver niveles del tipo de cambio bastante más elevados, ¡aunque persistan las indefiniciones sobre el TLCAN y el futuro presidente!
¿Dónde se puede ubicar la cotización peso-dólar si en un par de semanas el euro, que ya cotiza a menos de 1.17 euros por dólar, se ubica debajo de 1.10? ¿Hasta dónde puede llegar si dichas definiciones son más bien en el sentido que el mercado quiera? ¿Podríamos despegarnos de lo que acontece a otras monedas emergentes? Sin duda, el escenario es incierto y da lugar para que haya mucha cautela.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Sigue-siendo-el-contexto-exterior-20180523-0117.html
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