El hambre con las ganas de comer
Parece muy tentador deducir que los inversionistas en los mercados financieros decidieron de repente descontar la tendencia de las encuestas electorales y el riesgo implícito en éstas. Por ello, el repunte violento del dólar.
No lo crea mucho, es verdad que crece el nerviosismo conforme se acerca el 1 de julio, pero lo que estamos viendo en los recientes días es un aumento súbito y relevante de la percepción de riesgo en todos los mercados del mundo.
Al parecer, las acciones adoptadas recientemente por el gobierno norteamericano han repercutido adversamente sobre los mercados.
La imposición de tarifas arancelarias a la importación de acero y aluminio, junto con la escalada del conflicto con Rusia (donde se tomaron medidas que afectan a importantes productores de materia prima) y la intervención de países aliados de occidente en Siria (junto con las amenazas sobre Irán), han generado un importante aumento de precios en muchos bienes básicos.
En un espacio de 10 días, el precio del petróleo ha subido 2.5%, mientras que el del aluminio aumentó 11% en el mes, en general hay un repunte visible de precios.
Esto no pasa inadvertido para los inversionistas que asumen, con razón, que el dato de inflación general de 2.4% en Estados Unidos registrado en marzo puede ser mayor en abril. Es un nivel lejano al objetivo de la Reserva Federal de 2 por ciento.
La posible presión inflacionaria se ha trasladado a las tasas de interés. Ante la idea de que la Fed podría subir a una velocidad mayor, las tasas de fondos federales, el bono del tesoro a dos años registró un alza en su tasa de 24 puntos base en abril y se ubica en un nivel de 2.48 por ciento.
Esta condición hace insostenible la estabilidad que hasta hace algunos días habían mostrado las tasas de largo plazo.
En un par de semanas, las tasas a 10 años subieron en la misma proporción y se ubican por encima del nivel psicológico de 3 por ciento. Un aumento súbito y fuerte de las tasas es la peor medicina para el estado de complacencia que habían observado aún los mercados. De continuar esta tendencia, las presiones en la curva de tasas persistirá y las correcciones en los mercados, en todos, es segura. El riesgo ha vuelto y la inclinación de las cosas es hacia la persistencia de los malos rendimientos que hemos visto a lo largo de este año. Con tal ambiente se ha observado un fortalecimiento del dólar contra todas las monedas. En dos semanas el euro se ha depreciado 1.7 por ciento.
En consecuencia, el peso no podía abstenerse de este movimiento y dada la fuerza con la que habíamos visto descender al tipo de cambio, es entendible el vuelco hacia los 19 pesos.
También vemos un aumento fuerte de las tasas de interés de largo plazo. La tasa del Bono M a 10 años se movió de 7.28% a 7.55 por ciento.
No es agradable que el ambiente en los mercados se vuelva turbio y riesgoso justo en la víspera de eventos tan importantes como el fin de la negociación del TLCAN y las elecciones.
Se nos puede juntar el hambre con las ganas de comer y una mala evolución de las cosas impondría mucha volatilidad al tipo de cambio, las tasas y la Bolsa.
- Columna: Posibles sorpresas en el 2025 - diciembre 4, 2024
- Diciembre no será aburrido – Opinión Estratégica. - diciembre 3, 2024
- Columna: El furor de las tarifas - diciembre 2, 2024