Reflación, un año después
Este término, que describe a inversionistas apostando a que habrá un mayor crecimiento y un alza de tasas, ha vuelto a aparecer en editoriales y documentos de análisis para explicar el comportamiento más reciente de los mercados. No podemos dejar nosotros también de mencionarlo. Hay un viraje interesante que vale la pena describir.
Dos premisas sustentan este momento. La primera es que es más factible un aumento de tasas de interés por parte de la Reserva Federal (Fed) y que éste podría ser acelerado. Se asume que habrá un incremento en diciembre y al menos tres el próximo año.
No sólo es la omisión de un discurso de moderación en su más reciente comunicado, ni la permanencia de pronósticos con una clara elevación de los réditos hecha por los miembros del Comité de Mercados Abiertos; también la mención de la presidenta Yellen de que el hecho de que haya niveles poco explicables de inflación baja no debe reprimir a las autoridades para subir las tasas de manera preventiva, fue lo que asentó tal expectativa. Ahora los mercados parecen creerle a la Fed.
La otra premisa es la vuelta a la mesa también de la propuesta de cambios fiscales hecha por el presidente Trump, cuyo espíritu principal es reducir la carga impositiva y generar estímulos a la economía y a la repatriación de capitales.
La combinación de ambas está provocando un cambio de criterio entre los inversionistas globales y resucitando la idea de una reflación.
El viraje del que le hablo tiene las mismas características del que se presentó en noviembre pasado cuando resultó electo Trump: las tasas de interés subieron y el dólar se fortaleció, mientras que en las bolsas hubo un repunte significativo de sectores que se beneficiarían de un alza de tasas y de un mayor crecimiento, entiéndase los bancos, las compañías pequeñas y medianas, el sector de energía y aquellas emisoras clasificadas como altamente fiscalizadas.
Asimismo, sectores en la Bolsa que se han beneficiado de un ambiente de bajo crecimiento, ya sea por protección o por tener un negocio que no se ve afectado por el mismo, como las compañías del sector salud, de consumibles o las tecnológicas, entre otras, lucen ahora poco favorecidas por los inversionistas y presentan ajustes en sus precios desde finales de agosto.
Los principales índices de Bolsa en general mantienen su vigor bajo la expectativa de un mayor crecimiento, pero con una composición distinta entre ganadoras y perdedoras.
Ahora también, los inversionistas asumen que es posible que las tasas continúen avanzando hacia niveles más altos. La tasa del bono del tesoro a 10 años se ubica actualmente en 2.34% y bien podría movilizarse a niveles incluso mayores a 2.50% en las siguientes jornadas.
Lo anterior provoca que haya movimientos de cautela en los portafolios con relación a la deuda y también que continúen fluyendo recursos a la inversión en Bolsa, criterio que se apoya en la expectativa de reportes que volverían a ser favorables.
Por último, el nuevo escenario esta revaluando al dólar contra las principales monedas.
Esta tendencia parece propiciar de nuevo la baja preferencia por activos de mercados emergentes y por ende la presencia de un ciclo de devaluaciones contra el dólar, la del peso incluida, está latente.
No sabemos el tamaño ni el final de estas condiciones. Los inversionistas asumen una mejor situación de crecimiento hacia adelante que no creemos que este sólo referida a la presencia de un esquema de impuestos más favorable. Aún no se sabe ni el tamaño de los acuerdos ni si se lograrán éstos en el Congreso norteamericano.
Sin embargo, si esta condición permanece, los resultados en los mercados serán muy distintos a los que vimos desde principios de año, habrá segmentos que reducirán sus ganancias y otros que recuperaran parte de su rezago. Hay que estar pendientes.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
http://eleconomista.com.mx/mercados/Reflacion-un-ano-despues-20171008-0036.html
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