A vuelta de rueda
Es entendible a la luz de la política económica vigente. Hay quien pudiera decir que no es un crecimiento malo 2% anual, de acuerdo con el contexto global; sin embargo, claramente es desesperante y por supuesto que no significa que México “se esté moviendo”.
¿Será posible que nuevamente las proyecciones de crecimiento del sector privado comiencen a reducirse? Creo que sí.
Ya vimos un pequeño ajuste en la estimación del Banco de México. Como mencionaba en la colaboración de la semana pasada, registrar un crecimiento superior a 2% podría ser un logro muy satisfactorio.
El país perdió el impulso del sector industrial manufacturero desde hace un par de años. El encarecimiento del dólar afectó el ritmo de producción de la industria norteamericana y con ello vimos ralentizarse el crecimiento de la producción nacional y de las exportaciones no petroleras. Hasta el momento hay una recuperación que no llega ni siquiera a ser incipiente, aun con el supuesto apoyo de una moneda fuertemente depreciada.
A ese contexto hay que añadir la debacle del sector de minería y de extracción de petróleo en donde el desplome de los precios internacionales ha propiciado una contracción continua de ya casi dos años.
México simplemente no cuenta por el momento con el sector secundario para lograr un crecimiento mejor.
Por el contrario, el sector terciario, integrado por el comercio y los servicios, tuvo una recuperación sorprendente el año pasado y mantiene tasas de crecimiento anual cercanas a 3.5%, lo cual denota un ritmo consistente.
Debido a este factor, el crecimiento total de la economía pudo sostenerse en los trimestres pasados.
Sin embargo, el impulso del consumo podría perder fuerza en el segundo semestre de este año. En primera instancia, porque no es de esperarse que el empleo en el sector formal pueda sostener la fortaleza que ha registrado hasta ahora, sobre todo por la persistencia del estancamiento del sector industrial.
La última métrica publicada que describe el comportamiento del mercado laboral, sugiere un deterioro: Se redujo la participación laboral y se creó menos empleo formal con relación a junio del 2015.
En segundo lugar, porque la ganancia en salarios en términos reales por la baja inflación del año pasado y del primer semestre de este año parece debilitarse.
El aumento de la inflación que se comienza a registrar, en especial en el rubro subyacente que impacta más a la canasta de bienes y servicios que adquiere la población, en general es adverso.
Más aun, las tasas de interés de corto plazo han subido un punto porcentual y corren el riesgo de seguir aumentando. Este factor debe contribuir en el transcurso de los próximos trimestres a una desaceleración en el crédito al consumo y, por ende, incidir en las tasas de crecimiento de este último.
Finalmente, hay en marcha un ajuste al gasto público que en su último capítulo se concentra en el gasto corriente. El plan de ajuste para el próximo año es ambicioso. Es difícil contar con una política fiscal de impulso al crecimiento bajo este contexto.
En resumen, se viene un semestre complicado para el crecimiento. La mejor esperanza es que el repunte reciente en Estados Unidos tome fuerza.
El riesgo no es de una recesión, pero sí de una nueva decepción con relación a las expectativas que todos planteábamos al inicio del año.
Supongo que deberemos ser más conservadores en el pronóstico para el 2017 y con ello sentenciar que México en realidad no se movió mucho en todos estos años.
Cualquier pregunta o comentario puede ser enviado al correo:
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
http://eleconomista.com.mx/mercados-estadisticas/2016/07/27/vuelta-rueda
- Columna: Mayor riesgo - septiembre 11, 2024
- El doble filo de la baja de tasas – Opinión Estratégica. - septiembre 10, 2024
- Ajuste de tasas y retorno de la moderación – Opinión Estratégica. - septiembre 4, 2024