Tasas de salva
La reacción inicial fue entusiasta, con niveles inferiores a los 18.20 pesos por dólar, pero al cierre la cotización rozaba de nuevo el nivel de 18.80 pesos. La impresión lógica es que la medida de Banxico no era la correcta. El aumento de tasas no sirvió para aplacar al tipo de cambio.
Hay que tener cuidado. El objetivo central del movimiento no era, como muchos interpretaron de manera errónea, establecer un nivel menor para el valor del dólar, sino, más bien, generar condiciones más favorables para que, en el mediano plazo, su movimiento se modere. Seguramente el tipo de cambio hubiese bajado aún más si las condiciones en el entorno global no se hubiesen deteriorado con fuerza en los últimos días.
En ese breve espacio de tiempo, el petróleo ha bajado de precio; el dólar se ha seguido apreciando contra la mayoría de las monedas, muy en especial contra el yuan de China; las tasas de interés de largo plazo se han abatido con fuerza en el mundo, lo que señala que los inversionistas no están dispuestos a ubicarse en activos de riesgo durante el segundo semestre. En general, la percepción es muy mala y se refleja en los mercados. ¿Por qué iban a demandarse más pesos sólo por un incremento de medio punto en las tasas?
Nos satisface el aumento de tasas, porque genera mejores condiciones a la larga. Quizá una de las principales es sin duda el control de la inflación, principal misión de la política monetaria en este país, por cierto. La Junta de Gobierno observó con acierto la acumulación de indicios de aumentos en el índice de precios al consumidor no anticipados. Por un lado, la constante presión en el tipo de cambio comenzó a notarse de forma más marcada en el movimiento del subíndice de mercancías importadas, así como en el Índice de Precios al Productor; por otro, se anunciaron aumentos no anticipados en las gasolinas y en las tarifas eléctricas por parte del gobierno.
Cierto es que estaba contemplado en la nueva regulación que los precios de las gasolinas se ajustarían al alza conforme se incrementaran los precios internacionales. Lo mismo podríamos decir del ajuste en la energía eléctrica derivado del alza en el precio del combustóleo. Sin embargo, se trata de hechos que estimulan a las expectativas y que se añaden a la inflación sin duda.
Entonces, el riesgo de un mayor deterioro de las expectativas de inflación es el principal motivo por el que las autoridades subieron las tasas la semana pasada. Por eso no podemos augurar que ya no habrá más aumentos. Si persiste la presión sobre el peso y sobre las finanzas públicas, el medio punto de tasa no logrará estabilizar la situación, ya que seguirá el empuje de la transmisión de la debilidad del peso en precios de mercancías importadas y por otro lado, podría haber nuevos aumentos en precios de bienes y servicios públicos.
Bajo este criterio, ¿qué tiene que pasar para que haya una tendencia confiable de fortalecimiento del peso? Varias cosas: que mejore el perfil de crecimiento, algo que no está a la vista con el deterioro del sector industrial norteamericano y las políticas fiscal y monetaria que tiran hacia mayor restricción. Dos, que se modere la percepción de los inversionistas globales que, al día de hoy actúan bajo un miedo que nos parece exagerado, por lo que tiene que reducirse la búsqueda de refugio.
Como tercer factor, y más importante, que el gobierno ejecute con claridad los objetivos que se ha impuesto de estabilidad en las finanzas públicas. La información que vaya surgiendo debe corroborar que este año el déficit público será el mismo que el año pasado y el nivel de endeudamiento no cambiará como porcentaje del PIB; también tiene que ser creíble el logro del objetivo de superávit primario en el 2017.
Al parecer, el contexto en el que navegaremos en los próximos 18 meses será de un crecimiento menor (los recortes y las tasas altas tenderán a consolidarlo). Asimismo, el entorno mundial parece no haberse librado de posibles choques que afecten la percepción de riesgo de los inversionistas globales. En dicho entorno, parece que el petróleo seguirá siendo muy barato. El ambiente seguirá siendo muy difícil.
Si la apuesta de las autoridades es por la estabilidad y por defender la calificación, tiene que haber resultados muy tangibles en cuanto a la puesta en cintura de la Cuenta Pública y moderación en el deterioro de la cuenta externa. Ya sabemos que eso tendrá un costo en crecimiento en el corto plazo y, mientras no haya avances visibles en dichos temas, seguiremos con un peso frágil y con tasas que podrían seguir subiendo sin lograr revertirlo. El escenario doméstico del segundo semestre no es muy entusiasta que digamos.
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