Es la inflación
La sensación de una recuperación económica que pueda dispararse pronto y con mucha potencia ha provocado un rebote importante de precios de activos que, durante el tiempo que duró la incertidumbre con relación a la pandemia, estuvieron sumamente castigados.
Hay un consenso bastante alto en los mercados de un repunte económico significativo en la economía de Estados Unidos y en general en el mundo desarrollado.
Esta expectativa se concentra en la idea de que para el verano la tasa de vacunación en dichos países alcanzaría una masa crítica, con lo cual la actividad económica podría rebotar con fuerza apoyada en las condiciones financieras tan acomodaticias y un soporte por el lado fiscal que también podría ser agresivo.
Claramente, el comportamiento de las bolsas y en general de los precios de activos de riesgo ha correspondido a esta expectativa que ha ido evolucionando poco a poco; primero con el anuncio del logro de la vacuna, luego con el inicio de su aplicación, con la aprobación de un tercer paquete de ayuda fiscal en Estados Unidos y, en los días más recientes, con el logro de la mayoría en el Senado por parte del partido demócrata.
Mientras eso pasa, en Europa siguen con intensidad ejecutándose los programas de ayuda para los distintos países y en China, las condiciones financieras registradas hasta el cierre del 2020 eran las mejores de la última década.
La sensación de una recuperación económica que pueda dispararse pronto y con mucha potencia ha provocado un rebote importante de precios de activos que, durante el tiempo que duró la incertidumbre con relación a la pandemia, estuvieron sumamente castigados.
Me refiero a sectores como el industrial, el de energía o el financiero, así como las bolsas y bonos de mercados emergentes y últimamente los precios de los bienes básicos.
Con un consenso tan centrado en una mayor actividad, los inversionistas intentan ajustar su visión con relación a dónde pudiesen presentarse problemas. Muchas opiniones coinciden en un repunte de la inflación como el principal elemento que puede hacer ruido.
La mayor demanda ya de por sí es una justificación para esperar un aumento de precios en muchos mercados. El ingreso personal del individuo norteamericano no solo decreció, sino que, gracias a los programas de apoyo, en muchos casos aumentó y una buena parte de ese ingreso no se gastó debido a la parálisis provocada por los confinamientos.
Hay una demanda por consumo que tiene parque para crecer rápido si se relajan las condiciones de restricción gracias a los efectos de la vacuna. Dicha demanda también recibirá el impulso de un cheque de 2,000 dólares en lugar de los 600 dólares que tiene la propuesta original del segundo paquete de estímulos fiscales.
La inflación de Estados Unidos, que al cierre de diciembre sigue siendo de 1.4% (es decir, muy baja) podría tener otros elementos que le ayuden. Uno sin duda es la base estadística. El año pasado, el desplome de los precios del petróleo ocasionó una baja súbita de precios en bienes como la gasolina que influye fuertemente sobre la inflación. A menos que hubiese un nuevo crack en el mercado de petróleo, la base estadística va a empujar la inflación hacia arriba dentro de un par de meses.
La eliminación de ciertos beneficios asociados a la pandemia, como la reducción que hubo en Alemania del IVA y que supuestamente termina en febrero, puede también presionar los precios en dicho país. Otros elementos de influencia sobre precios más altos serán seguramente la fuerte alza que se registra en los precios de granos, así como en metales industriales como el cobre.
Al parecer, la inflación va a tener un comportamiento errático y con una tendencia central de alza durante una buena parte del 2021. Tendría que haber una verdadera reversión de la recuperación o un crecimiento muy débil para no ver concretarse esta tendencia.
Más aún, en esta ocasión sabemos que la Reserva Federal, al menos, no tomará acciones preventivas en estos momentos ni siquiera cuando la inflación rebase su objetivo del 2 por ciento. Su nueva postura implica que podría ser tolerante de una inflación mayor si las condiciones de recuperación en el empleo y en la actividad económica en general siguen siendo pobres. Parece obvio que recuperar niveles de empleo o crecimiento similares a los previos a la pandemia está más lejos de este año.
Sin embargo, los vigilantes en el mercado de bonos, un término acuñado para señalar la capacidad de anticipación de los participantes que invierten en tasas de largo plazo, parece revivir. Es muy notorio el repunte de las tasas de interés de largo plazo. En cuestión de días la tasa del bono del Tesoro a 10 años ha aumentado en 20 puntos base y ya se ubica por arriba del 1 por ciento.
La inflación puede tener muchos elementos que la contengan durante los siguientes meses. Pero hará ruido y será uno de los factores más escudriñados por parte de los participantes en los mercados. Un tema que estuvo ausente de nuestras discusiones por mucho tiempo vuelve a salir a escena.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Es-la-inflacion-20210113-0103.html