El lado positivo
Me llamó la atención el análisis sobre el último reporte de la confianza del consumidor recientemente publicado por el INEGI. Básicamente los individuos perciben una situación favorable en lo individual y en cuanto al país en general mantienen una visión muy adversa y pesimista. El reciente movimiento de revaluación del peso no deja de ser sorpresivo si tomamos en cuenta la percepción de los inversionistas con relación a México que existe desde finales del año pasado. ¿Qué hay de nuevo? Bueno, creo que hay algunos factores que para México lucen positivos a pesar de todo, déjeme enumerarlos.
En primer lugar, no es entendible observar estimaciones, datos y una percepción tan optimista con relación al crecimiento económico en Estados Unidos y dejar de pensar que dicha dinámica se debe transmitir a México. De hecho esta es muy visible, el rubro de las exportaciones totales por ejemplo ha pasado de crecer a una tasa promedio anual de 3.5% en junio a una de 8.0% en noviembre.
La información sobre el empleo formal y sobre los flujos de comercio sigue siendo muy positiva dentro de estos rubros. Claramente el sector manufacturero está manifestando la buena situación del sector industrial norteamericano.
¿Por qué las cifras de producción industrial no reflejan eso? Bueno, la debacle del sector de producción energía, en especial de petróleo; así como el efecto del crecimiento anual negativo en el sector de construcción juegan en sentido contrario. La colaboración que podría haber generado la recuperación del sector exportador manufacturero se contrarrestó. Pero es sensato pensar que si las expectativas de crecimiento son muy favorables (créame, lo son) con relación a la dinámica del PIB norteamericano, esta condición debe prevalecer.
En segundo lugar, el mayor crecimiento en Estados Unidos implica una mayor oferta de empleos para los trabajadores mexicanos que residen allá. Ya el año pasado recibimos un monto récord de remesas familiares de alrededor de 27 mil millones de dólares. La cifra es similar al dato registrado en el 2016, sin contar con el beneficio de la devaluación del peso, eso quiere decir que hay una mejoría real en este flujo.
En tercer lugar, la dinámica del consumo parece estancarse pero es difícil suponerla en una etapa en donde los gobiernos harán una derrama consecuente con las campañas electorales. Es la mayor elección en la historia de México. Se elegirán cerca de 3000 puestos públicos incluyendo la presidencia. Si en otros momentos en el tiempo hemos visto una dinámica de gasto fuerte, ¿por qué no será así en esta ocasión?
Si lo ve bien, de nuevo, a pesar de lo gris del panorama, las condiciones parecen apuntar a que México tendría en el 2018 otro año de un crecimiento positivo modesto cercano al 2.0%.
Hay elementos que pueden ser disruptivos a la larga. La reforma fiscal aprobada en Estados Unidos podría reducir incentivos a la inversión extranjera. Por otro lado, una interrupción del TLCAN generaría una expectativa pobre, pero la afectación directa tomaría su tiempo en aparecer.
Todavía pienso que los flujos comerciales con Estados Unidos no se interrumpirían por un plumazo; también pienso en una oposición ágil que en el Congreso de Estados Unidos pudiera revertir tal expectativa incluso antes de terminar el año; si es que se presenta. También es poco descabellado pensar que en un proceso poco protestado el ganador de las elecciones en México maneje un discurso pro-mercado.
En resumen, el panorama de México luce vulnerable, pero la posibilidad de que 2018 se convierta en un año en que de nuevo los pesimistas dejen dinero sobre la mesa está abierta. Por último, considere que estas ideas solo hablan, en un sentido pragmático, de que la visión sobre México tiene lados positivos. De ningún modo negamos los problemas estructurales que hay y que heredará el nuevo gobierno.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/El-lado-positivo-20180117-0122.html
El problema de la inflación en el 2018
Como usted ya sabe la inflación anual registrada en 2017 resultó ser la mayor del siglo (6.77%). Suena fuerte, pero así es. El panorama para 2018 no es sencillo. La inflación se vincula actualmente a algunos problemas estructurales en la economía que no parece que vayan a resolverse en este año. Banxico tendrá que adoptar una postura aún más enérgica y enfocarse nítidamente en su mandato si desea realmente romper con la tendencia actual.
Aunque en el año 2000 hubo una inflación mayor (8.96%), ésta se ubicó por debajo del objetivo. No hemos visto desde hace casi un par de décadas un alejamiento tan elevado del objetivo trazado por Banxico, desde que tal existe.
Analizando de manera simple el desglose en distintos rubros, vemos primero, que hubo un incremento general en todos. No hubo un solo subíndice en donde no hubiese una superación de la inflación registrada en 2016.
Las causas me parecen que son dos muy evidentes: Una, la transmisión de una devaluación acumulada muy grande del tipo de cambio a los precios de mercancías y servicios; dos, la fuerte influencia de los ajustes de precios que establece el Gobierno, no sólo en las gasolinas y el gas natural en donde el aumento agregado fue de 17.69%, sino también en las tarifas autorizadas (determinadas) por el gobierno que aumentaron en 8.36%.
Ninguno de los elementos influenciados por el tipo de cambio muestra un crecimiento tan elevado como los rubros en donde interviene la acción de las autoridades. Nuevamente, como ha sido en todo el siglo, un año en que los gobiernos ajustan sus tarifas de manera particular la inflación e presiona. También debemos de pensar que el periodo de inflación por debajo del objetivo fue resultado de la decisión discrecional del gobierno de no deslizar los precios de los combustibles y la energía eléctrica más una pequeña colaboración de las tarifas de telefonía. Claramente no hay un entorno para que esas circunstancias se repitan. Claramente entonces, la baja de la inflación del 2015 fue, ese sí, un asunto temporal.
La tendencia de inflación que no ha parado de subir hasta diciembre presenta retos sumamente relevantes. Si bien la labor del Banco de México ha sido exitosa en mantener la inflación en niveles bajos con relación a la época en que no existía autonomía, el momento parece ser uno de los más exigentes. Por un lado, el peso sigue siendo una moneda muy vulnerable. Tan solo el día de ayer el rumor de una inminencia en la salida de Estados Unidos del TLCAN volvió a presionar a la cotización.
Por otro lado, los precios de la energía en general siguen subiendo en el entorno internacional. Recuerde que ahora somos importadores netos de combustibles y que un precio más alto de la gasolina en el exterior tiene que ser pagado por el comprador principal que aún sigue siendo PEMEX. De acuerdo a información anecdótica la tendencia del precio de la gasolina y el gas natural no apuntan a la baja, se han incrementado desde agosto, y de seguir las cosas así, es probable que lo siga haciendo.
Banxico está dando muestras de ser más enérgico y tiene que reforzar esa imagen. Deberá subir las tasas en febrero y acentuar su discurso sobre el riesgo al alza. Ya reconoció que la tendencia no es temporal, y hay una inercia que costará trabajo romper con tanta incertidumbre rodeando al tipo de cambio. Debe también señalar con más nitidez que hay elementos discrecionales que pueden impedir un descenso de la inflación más pronunciado como son la debilidad de las finanzas públicas y la aprobación de aumentos salariales elevados, tal como se hizo con el salario mínimo en noviembre.
Para el nuevo Gobernador y la Junta de Gobierno se trata de una tarea muy difícil pero también de una oportunidad para ratificar su autonomía y tomar una postura más enérgica y menos ambigua que la que hubo durante el año pasado. El nivel elevado de inflación y el riesgo de no controlarla es un problema muy serio, el mayor en ese tema desde hace varios lustros.
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https://www.eleconomista.com.mx/opinion/El-problema-de-la-inflacion-en-el-2018-20180110-0127.html
Más coincidencia que sincronía
El día de ayer, el Comité Federal de Mercado Abierto de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FOMC, por sus siglas en inglés) decidió incrementar la tasa superior de los fondos federales en 25 pb hasta el 1.50%, en línea con lo esperado. Esperamos que el día de hoy la Junta de Gobierno del Banco de México decida hacer lo propio. Desde nuestro punto de vista, no estamos ante una sincronía, sino ante una coincidencia, que no implica que en el 2018 se tenga que repetir.
El comunicado del FOMC señaló que la inflación anual en su rubro general y subyacente se mantiene por de debajo del objetivo, lo que ha generado una división entre los miembros. De hecho, la decisión contó con el voto en contra de los presidentes de los distritos de Chicago y Minneapolis, quienes prefirieron mantener las tasas sin cambios.
La falta de presiones inflacionarias, pese a los avances del mercado laboral, han desconcertado a algunos miembros, quienes prefieren mantener una postura cautelosa mientras se esclarecen las razones. Se espera que la inflación anual se mantenga por debajo de 2.0% en el futuro cercano, pero que la firmeza del mercado laboral ayude a converger con el objetivo en el mediano plazo.
Las proyecciones de los miembros sobre la evolución esperada de las tasas no presentaron cambios, por lo que se mantiene la expectativa de tres incrementos el próximo año. Asimismo, la Presidenta Yellen intentó reducir la preocupación de los inversionistas con la presencia de una curva de rendimientos plana (es decir, en la cual la diferencia entre las tasas de corto y largo plazos es la mínima histórica). Los mercados reaccionaron con prudencia, asumen que habrá efectivamente más incrementos por parte de la FED en 2018 pero que no necesariamente se desajustará el ambiente en el mercado de bonos por un alza fuerte de las tasas de largo plazo.
Consideramos que el Banco de México también aumentará la tasa de referencia a un día el día de hoy. Asimismo, es probable que exista un discurso muy enérgico de combate a la inflación en los siguientes meses.
En la primera comparecencia del nuevo Gobernador Díaz de León, la inflación ha continuado escalando. Al cierre de noviembre la inflación anual permanece en niveles máximos y con algunas tendencias de corto plazo afectándola de manera importante; en especial el aumento sostenido de los precios de los energéticos que se registra desde noviembre.
Asimismo hemos visto repuntar de nuevo al tipo de cambio hacia niveles de $19 pesos por dólar. El ambiente no será muy favorable para el peso en el inicio del año, por lo cual pensamos que la postura de Banxico tendrá que ser enérgica en cuanto a la intención de controlar la volatilidad del tipo de cambio y de doblar rápidamente la tendencia de inflación hacia la baja.
Parece claro que los movimientos de las tasas en el exterior y en México no responden a lo mismo. En el caso de la Reserva federal (FED) hay un movimiento preventivo ante una economía que luce muy fuerte y que puede hacer subir a la inflación súbitamente de nivel. En México hay el intento de controlar una inercia inflacionaria que no cede en un ambiente de fuerte vulnerabilidad del peso.
Si usted escucha voces que hablen de una sincronía en las políticas monetarias, tal vez no esté en lo correcto. Hay una coincidencia, pero no es posible hacer la deducción de que el Banco de México subirá las tasas cada vez que la FED lo haga. En este tema la correlación tampoco implica causalidad. En el 2017 no hubo en definitiva tal sincronía, en México las tasas de interés subieron muchísimo y ya son muy elevadas.
En el caso de la FED la expectativa de tres aumentos a la tasa de corto plazo difícilmente va a cambiar. Pero, según lo favorable de las circunstancias que se presenten durante los próximos trece meses, en un momento dado, Banxico podría acelerar aún más el alza o incluso iniciar un ciclo de baja, si las cosas salen bien
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https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Mas-coincidencia-que-sincronia-20171213-0118.html
Expectativas adaptativas
Como es tradición en estas fechas las casas de análisis y las corredurías detallan su expectativa sobre lo que sucederá el año próximo. De sobra está decir que es muy probable que haya importantes desvíos en algunas variables. De tiempo acá, pronosticar a doce meses es quizás más tortuoso que en el pasado. Los lectores, aunque escépticos, prefieren escuchar al consenso que a los extremistas.
Reflexione un poco, hace un año nadie le hubiese hecho creer que el tipo de cambio peso – dólar, por ejemplo, podía llegar a estabilizarse muy por debajo de los $20 pesos. Tampoco le hubieran hecho creer que el impulso de las bolsas en el exterior terminaría siendo tan desenfrenado.
Entonces, ¿Cómo tomar en cuenta los consensos que seguramente tendrá en sus manos para el 2018? Definitivamente con cautela; tanto en el caso de los optimistas como en el caso de los pesimistas.
Para cualquier analista resulta muy complicado plantear escenarios en donde continuamente le gane al consenso; por más bueno o atinado que sea. Nadie tiene tal capacidad. Lo que le puedo asegurar es que, a pesar de que hay una aparente convergencia hacia los promedios, todos hacen un ejercicio de reflexión previo. En mi experiencia no he conocido analistas que pronostican con el objetivo de estar en el consenso. Más bien el consenso se crea a través de una muestra amplia de visiones. Y como nadie tiene el 100% de credibilidad, para un lector deben ser una mejor referencia las medias en donde se aglutinan muchas opiniones.
También, debe de hacer más caso a los razonamientos que a los números. No habrá muchos reporteros que hagan un análisis del desvío de las ideas detrás de los pronósticos, (si estaban correctas o no) como lo harán de los números específicos que se pronosticaron. Estoy seguro que un análisis así arrojaría mucho menos desviaciones de lo que en la realidad sucedió.
Le voy a poner un ejemplo: Todos vemos una tendencia de recuperación en el crecimiento, independientemente del número, en Estados Unidos y los bloques de países desarrollados. Puede haber diferencia entre los números pronosticados pero tal inercia no se verá interrumpida de manera brusca. Otro más particular, es que todos vemos una inflación en México que va a descender, pero hay quienes piensan que el descenso será mínimo y hay quienes tienen una expectativa más ambiciosa de descensos hacia el rango objetivo de Banxico.
Un último consejo, es que tenga mucho cuidado con mezclar su análisis de los pronósticos, con juicios de valor. Juzgar que el descenso de la inflación será malo o bueno no es papel de quien hace el pronóstico. Los juicios de valor se pueden aplicar a los distintos escenarios en general. Una inflación por encima del objetivo mezclada con un comportamiento favorable de otras variables puede dar como resultado un escenario completo que quizás no sea malo.
Tal vez lo que le estoy diciendo constituyen puras perogrulladas. Pero es importante que pondere adecuadamente la dirección hacia donde apuntan las visiones de muy distintos expertos. Todos estos análisis son consecuencia de reflexiones particulares y tal vez cálculos con cierto contenido técnico, cuya función principal no es reclutar creyentes sino ayudar a que cada lector haga su propia reflexión.
En cuestión de inversiones, los consensos ayudan a conformar un escenario esperado sobre el cual construir una estrategia de portafolios; no deberían ser en ningún caso un elemento para justificar apuestas ciegas. En un entorno con muchas incógnitas, y en donde las expectativas se van adaptando a las circunstancias, es mejor diversificar.
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https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Expectativas-adaptativas-20171206-0119.html
Bitcoin: la perversión de moda
Hay que hablar sobre el tema. Hasta el día de ayer, con su cerca de 1000% de ganancia en el año, la (ó el, hay debate hasta en su género) Bitcoin registra el mayor movimiento de revaluación en el precio de una clase de activo en 395 años; efectivamente, desde la famosa manía de los tulipanes en el siglo 17. Es difícil hacer un ensayo al respecto. Por ello, aquí algunas ideas concretas que ojalá le ayuden a calificar el concepto,…y a tenerle respeto.
– Se especula que un grupo de activistas, presumiblemente molestos con la injerencia gubernamental, crearon una unidad de valor en el espacio cibernético. Esta unidad podría intercambiarse de forma segura a través de un programa de encriptamiento de datos llamado Blockchain y sin control institucional de gobiernos o bancos centrales.
– Para asignarle valor a dicha unidad, dado que no tiene ningún respaldo intrínseco, decidieron partir de un principio simple: el costo de la energía necesaria para generar Bitcoins. Además, la fluctuación de su valor se derivaría de su relevancia en la red a través de una relación conocida como Ciclo de Satoshi.
– Desde su surgimiento en 2009 ha tenido un incremento en su valor impresionante. En particular en este año el alza ha sido descomunal; lo cual parece no sólo estar ligado a la demanda real del instrumento, sino también ¡A la demanda de información sobre la misma!
– No se trata de una moneda como tal. En primer lugar no tiene una oferta controlada. También tiene límites en su uso como medio de pago por bienes y servicios comunes. Finalmente, no cuenta con un respaldo legal e institucional que una moneda oficial ostenta.
– Se trata pues de un activo cuya demanda ha florecido, probablemente por el mismo incremento que ha venido registrando. Eso quiere decir que no necesita un volumen específico para subir más o para desplomarse. Compruébelo con lo sucedido el día de ayer. Después de haber subido por cuatro días en cerca de 20%, en las últimas horas de operación, debido a rumores sobre fallas en los sistemas de intercambio, se generó una toma de utilidades que resultó en una baja,…¡de 20%! en cuestión de un par de horas.
– El movimiento de su precio per se no hace a un activo más valioso. Y estamos hablando de un activo cuya sustancia radica en la demanda que otros puedan tener sobre el mismo (ya sea a través de crear más bitcoins o de buscar información sobre la misma). En efecto, suena a un esquema Ponzi, en donde la multiplicación de la euforia no tiene nada de valor que la sustente.
– ¿A dónde apunta el futuro? Tal vez a la hora que usted lea estos renglones continúe el desplome. Tal vez, haya de nuevo una recuperación eufórica (el precio de los bitcoins ha caído cuando menos 25% en tres ocasiones en lo que va del año). Pero puede tener la certeza de que se trata de algo que tiene riesgos visibles en el futuro, no sólo por los signos claros de exuberancia, sino por las consecuencias a que debe llevar si continúa su escalada.
– Hoy hay un volumen invertido en cryptomonedas de cerca de $160 mil millones de dólares. De continuar la misma tendencia exponencial de alza podríamos estar hablando de un valor de $1.3 billones de dólares en un año, eso no pasará desapercibido en los mercados financieros en donde el intercambio de otros activos regulados genera comisiones y apego a estrictos sistemas de control de abusos.
– El crecimiento del precio y una magnitud mayor deberán generar intentos de regulación y demandas de mayor control de riesgos. Ello le puede quitar el atractivo a las cryptomonedas y nada puede ser peor para estos instrumentos que el que deje de haber demandantes. Recuerde que el valor de cualquier activo es lo que un tercero está dispuesto a pagar por él.
– Lo más difícil en este negocio es moderar la ambición. Invertir en algo sin conocer bien de qué se trata y cuyo valor intrínseco es difícil de definir es algo atrevido. Recuerde, no hay ningún activo que haya podido sostener a lo largo de la historia una escalada de precios como la que se observa en las cryptomonedas, tenga cuidado.
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https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Bitcoin-la-perversion-de-moda-20171129-0134.html
¿Qué tan creíble es el alcance del objetivo de inflación en el 2018?
Muy poco en realidad. El Banco de México tiene como mandato mantener a raya la inflación y no puede prolongar la consecución del objetivo por un tiempo muy prolongado. Pero ayer volvió a ajustar la expectativa de la trayectoria de la inflación al alza; al mismo tiempo reconoció que el balance de riesgos se ha deteriorado y tiene un sesgo para arriba. Con un escenario de tanta vulnerabilidad, cuesta trabajo defender la convergencia hacia el 3% para el cierre del 2018.
El día de hoy se publica la inflación de la primera quincena de noviembre. Tradicionalmente hay un aumento mayor al usual por el despliegue de las tarifas de energía eléctrica que suben durante el invierno. El consenso de los participantes en el mercado espera un aumento de 0.73% (INVEX, 0.70%). A falta de tres quincenas, la inflación anual se mantiene por arriba del 6.3%. Cerrará el año cerca de esos niveles.
La argumentación de las autoridades continua aduciendo los incrementos en bienes que integran la canasta no subyacente como la principal causa. En especial los incrementos en algunos precios de bienes agropecuarios y en el gas natural han repercutido en la trayectoria. También se menciona que la renovada alza del tipo de cambio desde septiembre podría presionar de nuevo al subíndice de mercancías en caso de permanecer.
Sabemos que, como no habrá otro “gasolinazo”, en enero la inflación mensual será mucho menor que la registrada en enero pasado y que ello redundará en un descenso importante de la inflación calculada para los últimos doce meses. Posiblemente en febrero la inflación anual se ubique por debajo del 5.0%.
Sin embargo, las mismas autoridades han mencionado que dada la acumulación de choques temporales (Ver “La temporalidad Permanente”, El Economista 16 de noviembre de 2017), la trayectoria de descenso será más lenta, tanto en la inflación volátil (No subyacente), como en la menos volátil (subyacente).
¿Qué nos puede hacer pensar en que la trayectoria que ahora apunta Banxico, de un nivel cercano al 5.0% hasta un nivel cercano al 3%, realmente sucederá? En su exposición de riesgos a la baja en la inflación Banxico habla de dos hechos concretos: a) Una apreciación de la moneda por un resultado mejor a lo esperado en la negociación del TLCAN y b) Un descenso mayor a lo anticipado en la actividad económica. La posibilidad de descensos adicionales en precios derivados de los efectos de reformas estructurales nos parece un argumento menos concreto.
Pensando en estos hechos, coincidimos en que el escenario de la inflación se ha vuelto más vulnerable. No se visualiza una salida cómoda que entusiasme a los inversionistas por el lado de las negociaciones del TLCAN y, por otro lado, el argumento de la trayectoria de la economía tiene su truco. El crecimiento económico en este año será menor a lo esperado, por el impacto de los desastres de septiembre, pero también por una trayectoria de descenso en los niveles de consumo que se ha visto a lo largo del año. El mismo Banco de México redujo su estimación de crecimiento para 2017.
Para el año próximo Banxico no cambio su expectativa de un crecimiento dentro de un rango muy amplio de 2.0% a 3.0%. El resultado pretendido de la inflación ¿implica una tasa de 2.0% o menor en el crecimiento? No lo sabemos, pero podría ser un escenario posible si el tipo de cambio sufre más alteraciones y el Instituto Central tiene que subir más las tasas para controlarlo.
Ayer por la tarde la publicación de las minutas del Comité de Mercados Abiertos de la FED generó un pequeño respiro al evidenciar que aún hay muchas dudas sobre la inflación que se resiste a subir en Estados Unidos. Pero cuidado, no piense que una moderación en la expectativa de alzas de tasas en Estados Unidos evitará que Banxico suba la tasa de corto plazo si aquí las expectativas continúan deteriorándose. Y seguramente, después de los cambios en la previsión publicados ayer, ya lo están haciendo.
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La temporalidad permanente
En su más reciente comunicado la Junta de Gobierno del Banco de México volvió a expresar que el balance de riesgos con relación a la inflación se deterioró y actualmente tiene un sesgo a alza. La inflación seguirá siendo tema de atención en el mercado porque su descenso ha sido más moderado de lo que se anticipó para estas fechas y porque hay factores que pueden presionarla en los siguientes meses; en especial la renovada volatilidad del tipo de cambio.
La trayectoria que ha observado la inflación hasta el mes de agosto tuvo, digámoslo así, tintes de normalidad. Después del fuerte choque del aumento de las gasolinas, lo que vimos fue una inflación en términos anuales que fue subiendo en la medida en que se reflejaba la mayor inflación en mercancías, servicios y componentes volátiles con relación a los mismos meses del año pasado, en donde la devaluación del peso causo un impacto relativo menor.
De este modo la inflación anual registró un máximo de 6.66% en agosto. A partir de entonces se ha registrado un descenso, mucho mayor en septiembre que en octubre, pero que sitúa a la inflación anual muy por encima de lo que se anticipaba en un nivel cercano al 6.3%. Sobre esos números el panorama se ha deteriorado.
Hemos vuelto a ver incrementos significativos en la inflación no subyacente. Aquella que incluye bienes y servicios en donde la fluctuación de precios es volátil. En especial, después de haber registrado variaciones negativas (es decir, descensos en precios) entre marzo y julio, el subíndice de energía ha vuelto a registrar inflaciones muy altas en septiembre y octubre (de 1.7% y 5.3% respectivamente). Esto ha dado como resultado que la inflexión de precios que se observó en tal subíndice se haya perdido y de nuevo se ubique muy cerca de su nivel máximo del año. Aumentó el precio del gas natural de manera relevante, también se observó un incremento marginal en los precios de las gasolinas y las tarifas de luz aplicaron el tradicional aumento estacional en invierno.
El Banco de México, al mismo tiempo que reconoce el deterioro del entorno, afirma que estos incrementos son temporales y que eventualmente habrá una convergencia hacia una menor inflación. El problema es que a los ojos de muchos inversionistas, la acumulación de eventos temporales ha dado lugar a un estrés permanente con relación a la inflación y a su expectativa hacia adelante.
Y ahora se ha vuelto a presionar el tipo de cambio. Y son muy latentes los riesgos de una evolución desfavorable del proceso de negociación del TLCAN y es mayor la posibilidad de aumentos más acelerados a las tasas en el exterior por parte de la FED. Es probable que si las noticias no son positivas en estos temas, o se genera un letargo importante de cautela, las expectativas con relación a la inflación del 2018, que hoy se ubican en 3.8%, tiendan a subir.
El Banco de México tendrá que ser muy activo desde ahora en afianzar su posición, en la defensa ante la volatilidad del peso, en ampliar la venta de coberturas, y en última instancia en aumentar las tasas, lo que al parecer se está volviendo de nuevo necesario. Dentro de esas medidas no sería mala idea también actuar rápido en proponer al nuevo gobernador, y no añadir un efecto temporal adicional (llámele interinato o ausencia de un participante) que no ayudaría nada a la tranquilidad de los agentes.
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https://www.eleconomista.com.mx/opinion/La-temporalidad-permanente-20171115-0125.html
Calma temporal con el tipo de cambio
Los analistas escriben sobre la estabilidad relativa que adoptó el tipo de cambio del peso frente al dólar en las últimas tres semanas. La intervención del Banco de México al vender más contratos de cobertura impuso un tope en el mercado. Sin embargo, se vienen días de nuevo difíciles en las siguientes semanas.
El día 17 comienza la siguiente ronda de negociaciones del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCAN) en Cd. de México. Si recuerda, las cosas quedaron muy tensas al final de la pasada negociación. La causa principal fueron las solicitudes de la delegación estadounidense, algunas de ellas aparentemente muy radicales.
Es de esperarse que en los días en que transcurra la negociación pudiéramos volver a ver al tipo de cambio volverse volátil y presionar hacia niveles altos si se rumorea que no hay avances.
Las noticias de los últimos días no son muy halagüeñas al respecto. En el viaje que ha hecho por Asia el Presidente Trump intentaba establecer relaciones comerciales bilaterales más concretas con Japón, Corea del Sur y desde luego con China. Según los reportes al respecto, el Presidente Trump ha salido con las manos vacías en temas comerciales de Japón y Corea y, hasta el momento, solo ha logrado concesiones por parte de China en temas agrícolas, pero no en manufacturas y metales.
Tomando en cuenta la idiosincrasia de Trump, esas no son buenas noticias para la negociación que viene. Es posible que ante poco éxito en otros frentes la postura de negociación de Estados Unidos se radicalice con relación al TLCAN. Si eso sucede, la calma temporal en la cotización del dólar se esfumará rápido.
En caso de que volvamos a ver tal volatilidad será muy interesante la decisión del Banco de México a principios de diciembre. Llama la atención que en la Encuesta de Expectativas de Analistas de Mercados Financieros que realiza Citibanamex, sólo dos instituciones consideren que la tasa de referencia terminará un cuarto de punto por encima del nivel actual; es decir, solo ellos asumen que Banxico aumentaría la tasa de referencia en diciembre (Pensando desde luego que no modificará la tasa de referencia en el comunicado que publica el día de hoy).
Con el peso presionado, si la Reserva Federal (FED) aumenta la tasa de fondos federales el 13 de diciembre, al Banco de México le será muy tentador aumentar la tasa de referencia al día siguiente para consolidar un escenario estable para el inicio del 2018 en donde persistirán muchas dudas con relación a México y a la estabilidad de los mercados globales.
No olvide también que las siguientes semanas serán fechas en donde la efervescencia política en México aumentará. La fecha de inicio de precampañas es a mediados de diciembre y es de esperarse que los precandidatos a competir por la presidencia estén definidos para esas fechas.
Los futuros de la tasa interbancaria TIIE descuentan desde ahora que la tasa de interés a un día puede ubicarse un cuarto de punto porcentual por encima de su nivel actual en los siguientes meses. Vamos a ver si las autoridades tratan de ser previsoras ante la percepción de riesgo que sin duda no disminuirá en las siguientes semanas.
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https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Calma-temporal-con-el-tipo-de-cambio-20171108-0129.html
La posibilidad de cambios en la política monetaria
Muy probablemente para cuando esté leyendo este artículo el Presidente Trump habrá propuesto al nuevo presidente de la Reserva Federal (FED) a partir de febrero. Los medios ayer por la tarde hablaban de Jerome Powell pero puede haber aún sorpresas. No obstante es difícil pensar en un cambio significativo, al menos en el corto plazo, en la postura de política monetaria.
Los inversionistas abren un espacio de especulación y reflejan nervios ante la elección. La percepción es que un nuevo personaje al frente de la FED puede tener una actitud más agresiva con respecto al alza de tasas que está implementándose. No en balde le he insistido por mucho tiempo que el ritmo de aumento de tasas puede ser el determinante que cambie la racha de los mercados y “normalice” la valuación de muchos activos.
Sin embargo, nuestra perspectiva es que habrá pocos cambios en la postura de política monetaria. La FED hasta ahora ha mantenido una estrategia de comunicación muy cuidadosa para que los participantes en los mercados anticipen con un grado elevado de certidumbre los movimientos que va a hacer tanto en las tasas como en otras mecánicas.
La idea de tres aumentos a la tasas de interés en este año y otros tres el año próximo es una expectativa que está en los mercados desde hace tiempo. Es correcto que las probabilidades de que se cumpla han ido y venido conforme se presentan noticias o datos que alteren el panorama de corto plazo, pero al final ha sido la FED la que guía las expectativas.
La postura actual es muy importante y difícilmente habrá un presidente que altere mucho su rumbo. Podrá cambiar el estilo y la visión de largo plazo, pero parece difícil que los mercados descuenten algo distinto simplemente porque se nombró a otro presidente del instituto central. No hay que olvidar que las decisiones se toman en un Comité (Comité de Mercados Abiertos) integrado por doce miembros con voto. La postura colegiada no va a cambiar súbitamente.
El estilo del Presidente Trump ha hecho pensar a muchos que podría querer imponer a candidatos que impliquen un cambio significativo sobre una política monetaria que ya lleva casi una década en marcha; sin embargo, a juzgar por sus más recientes comentarios, parece ser que el Presidente terminará proponiendo a alguien con un corte poco distinto al de la presidenta actual y que simplemente le garantice tener una mayor interlocución.
En México el asunto es más apremiante pero aquí tampoco parece haber mucha relevancia en cuanto a quién ocupe la gubernatura del Banco Central. El Gobernador Carstens deja su cargo a finales de este mes. Por ahora no hay señales de que desde la Presidencia haya una propuesta hacia el Senado de un personaje para sustituirlo. La posibilidad de que pase mucho tiempo, algo común en esta administración, está abierta.
No obstante lo anterior, vemos poco probable también un cambio brusco en la postura de política monetaria actual. Podríamos decir que la Junta de Gobierno está todavía más entrampada que la FED en controlar la inflación y las presiones que hay sobre el tipo de cambio en las tasas. Ya sea con un interinato o algún personaje sorpresivo, (no hay muchas opciones en la boca de los inversionistas) es probable que los niveles de las tasas se mantengan presionados y el discurso de Banxico sea más o menos el mismo.
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