La raíz del cambio
Es más probable que las bolsas se ubiquen sobre una trayectoria alcista hasta que la Fed revele la intención de bajar tasas debido a una fuerte afectación en el crecimiento
Los mercados financieros registraron en enero ganancias extraordinarias. Las bolsas a nivel global repuntaron entre 6 y 8%; las tasas de interés de largo plazo descendieron con fuerza y provocaron plusvalías en la mayoría de los instrumentos de deuda.
La causa fue una expectativa optimista basada en dos premisas: una, que la inflación debería descender velozmente una vez superados los problemas estructurales en las cadenas de suministro provocados por la pandemia, lo cual daría pie a que los bancos centrales terminasen con el violento ciclo de alzas que instrumentaron el año pasado en los primeros meses de 2023.
La otra premisa era que el crecimiento descendería velozmente después de los fuertes aumentos a las tasas de interés que se instrumentaron por parte de los bancos centrales el año pasado; con lo cual se apagarían las pequeñas reminiscencias en la inflación y podría suceder que, hacia el segundo semestre del año, los bancos centrales establecieran un cambio de dirección, es decir, ejecutaran una reducción, sí, una baja, en las tasas de interés de referencia.
Bueno, la historia ha dado un giro muy importante. En primer lugar, los banqueros centrales no han cambiado el tono de su lenguaje y siguen, en su mayoría, enfocados en el ciclo de restricción monetaria. De hecho, algunos gobernadores regionales de la Reserva Federal (Fed) no descartan la posibilidad de adoptar una postura más estrictica (entiéndase como más aumentos en la tasa de referencia y por ende una tasa terminal mayor) si la situación lo amerita.
El tema importante que a nuestro parecer inyecta fuerte incertidumbre a los inversionistas es que la economía no deja de crecer. Los principales indicadores económicos no dejan de sorprender por su buen desempeño. Hace dos semanas se publicó una expansión de 517,000 plazas en la nómina no agrícola de enero, casi tres veces más de lo esperado por los analistas.
Más aún, ayer se publicó un crecimiento de 3% a tasa mensual en las ventas al menudeo de enero, más del doble de lo esperado. Incluso excluyendo autos y gasolina, las ventas mostraron un sólido ritmo de expansión, destacando rubros como vestido, accesorios para el hogar, servicios de alimentos y bebidas, así como ventas en tiendas departamentales (estas últimas crecieron 17.5% a tasa mensual).
Es una sorpresa que, a estas alturas, el crecimiento de la principal economía del mundo no ha sido afectado por el agresivo ciclo de restricción monetaria que inició la Fed en marzo de 2022.
Si bien algunos sectores como el residencial y el manufacturero muestran tropiezos (sobre todo el primero), el consumo, variable que representa alrededor de dos terceras partes del PIB, se mantiene sobre una trayectoria de expansión.
La carga de incertidumbre con relación a la inflación crece en la medida en que no se visualizan ajustes que impacten la demanda. Si bien se anticipa un descenso de la inflación a lo largo de este año, el ritmo de baja podría ser muy paulatino.
De ser así, no solo la Fed podría llevar el nivel terminal de la tasa de referencia hacia 6 por ciento. Esta podría mantenerse alrededor de ese nivel por muchos meses, quizás durante todo 2023.
El rally que mostraron las bolsas en enero no encuentra bases suficientemente sólidas para repetirse este año. Aunque la expectativa de un mayor crecimiento podría generar mayores ganancias corporativas, las bolsas podrían ajustarse a la baja por la posibilidad de tasas de interés más elevadas y perdurables.
Paradójicamente, el elemento que podría hacer regresar la confianza a los inversionistas y los retornos positivos a los mercados es en este momento que aparezcan señales de un freno más brusco en el crecimiento en los elementos que hasta ahora han resistido: el empleo y el consumo.
Es más probable que las bolsas se ubiquen sobre una trayectoria alcista hasta que la Fed revele la intención de bajar tasas debido a una fuerte afectación en el crecimiento. Por ahora, con las sólidas cifras de empleo y gasto en consumo privado ese escenario parece lejano. No es la agresividad de los banqueros centrales la principal fuente de inquietud, lo es el elevado crecimiento que aún se observa y que nadie esperaba para estas alturas del 2023.
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