La nueva interrogante
Es válido preguntarse, y lo hacen los inversionistas en estos momentos, si los miembros del Comité de Mercados Abiertos de la Fed no se están equivocando de nuevo, esta vez con una estimación de descenso en el crecimiento que parece complaciente.
Como usted sabe, los mercados financieros han vivido un proceso de corrección a partir de la segunda semana de agosto que tuvo sus momentos más intensos a finales de la semana pasada. Como hemos narrado en esta columna, una serie de sucesos ha generado una fuerte decepción entre los inversionistas con respecto al panorama optimista de finales de julio.
Ahora, hay que preguntarse cómo será la ruta para terminar con la crisis y esperar una etapa menos volátil; la solución pasa lamentablemente por una corrección a la baja en el empleo y una recesión más profunda de la que hoy se anticipa.
La semana pasada, una docena de bancos centrales en el mundo confirmaron su postura restrictiva y elevaron las tasas de interés de referencia. El enfoque en general se centra en el combate a la inflación. Dentro del contexto actual, lo anterior implica que persistirá el intento de restringir el crecimiento y el empleo para reducir de manera veloz la inflación a niveles cercanos a sus objetivos.
En especial, la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) le ha dado la puntilla a la expectativa de un “aterrizaje suave”. Como le dijimos hace ocho días, los propios pronósticos de la autoridad monetaria dibujaron una visión poco halagüeña: la tasa de interés deberá subir y permanecer todo el 2023 en niveles superiores al 4% (todavía en febrero de este año era 0%) y la tasa de desempleo aumentará de su actual nivel de 3.7% a uno de 4.4 por ciento. Ese es, en el mismo argot usado por el presidente de la Fed, el tamaño del “dolor”.
Ahora bien, es válido preguntarse, y lo hacen los inversionistas en estos precisos momentos, si los miembros del Comité de Mercados Abiertos de la Fed no se estarán equivocando de nuevo; esta vez, con una estimación de descenso en el crecimiento que parece muy complaciente.
Hasta el momento se observan fuertes caídas en el sector inmobiliario, tanto residencial como no residencial, así como los nuevos pedidos de la industria, inventarios, etc. El índice de indicadores adelantados señala el inicio de un periodo recesivo. No obstante, los indicadores de empleo y consumo privado mantienen crecimientos positivos, es decir, poca afectación aún.
Desde mi punto de vista, la contracción en el crecimiento necesaria para reducir velozmente la inflación a niveles de 3% como indica el consenso de pronósticos en el mercado, requiere de una caída más dolorosa que la que estima la Fed en el crecimiento; en especial en el empleo y el consumo.
A juzgar por episodios pasados, y tomando en cuenta las características que ahora muestra el mercado laboral en Estados Unidos, es muy posible que el descenso del crecimiento que ya se manifiesta en otros sectores tarde en trasladarse a una situación de destrucción de plazas, de un repunte en la tasa de desempleo y de una menor presión salarial, condiciones que al día de hoy son sostenes importantes de los aumentos de precios en el segmento subyacente del índice de precios al consumidor, sobre todo en la parte de servicios.
Si tal augurio es cierto, es posible que los bancos centrales seguirán ajustando sus políticas restrictivas en los siguientes meses, lo cual agudizaría aún más la profundidad de la recesión. ¿Por qué la Fed establece pronósticos que parecen benévolos? Tal vez solo para no causar un pánico mayor.
En otras regiones, el temor de la recesión es más intenso; la OCDE estimó un crecimiento en China para este año de solo 2.5%; en Europa, la crisis energética y los aumentos en las tasas de interés pronostican una recesión más aguda, sobre todo en Alemania; en Inglaterra, el desorden que se causó la semana pasada con el descenso de la libra y los aumentos a las tasas también repercutirán en un crecimiento menor.
La posibilidad de un escenario de un descenso mayor en el crecimiento norteamericano es elevada. La posibilidad de que la inflación tome tiempo para descender y que posiblemente exija la permanencia de una política de endurecimiento por parte de los bancos centrales también lo es.
En mi opinión, parece más sensato recargarse sobre esta posibilidad que sobre una en donde la inflación no desciende o la inflación permanece muy elevada. Siendo así, la volatilidad en los mercados de capital continuará y seguirá existiendo un espacio limitado para retornos positivos; más bien hay que esperar ajustes a los estimados de ganancias de las empresas y con ellos posiblemente niveles menores en los índices bursátiles.
Bajo este razonamiento, a pesar de la violencia de las alzas actuales en las tasas de interés, parece haber un panorama más comprable en los mercados de deuda hacia el 2023.
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Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
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