La ecuación del verano
No sabemos si la inflación cederá, parece que no, así como comenzaron a asomar datos de menor crecimiento, al mismo tiempo se intensificaron las alzas en los precios de la energía como el petróleo y el gas natural.
El desempeño de los mercados en las últimas dos semanas puede ser un buen indicador de lo que nos espera durante el verano. Hay hechos descontados y una fuerte incertidumbre con relación al futuro de la inflación y del crecimiento. Ya podemos con ello inferir el sentido de las noticias en las siguientes semanas, también la extrema volatilidad.
No hay mucho suelo firme en un ambiente en donde no se sabe la derivación de las circunstancias actuales, ni las consecuencias de las acciones que ejercen las autoridades. Repasemos los hechos:
1) Hay una inflación elevada que no necesariamente bajará rápido si permanece la guerra y las presiones de costos;
2) hay autoridades intentando aplacar a la inflación y cambiar su tendencia;
3) habrá tasas de interés mayores;
4) hay la expectativa de que el crecimiento será menor como consecuencia de lo anterior.
No sabemos si la inflación cederá, parece que no, así como comenzaron a asomar datos de menor crecimiento, al mismo tiempo se intensificaron las alzas en los precios de la energía como el petróleo y el gas natural. Hoy en día, la leve expectativa de un posible punto de inflexión que se generó en abril se diluyó en mayo.
Las noticias que describan un crecimiento robusto o un mantenimiento en la presión sobre los precios de bienes básicos serán malas para los mercados, ya que describirán un escenario en donde las autoridades tendrían que actuar con una mayor agresividad; eso significa que las tasas de interés podrían subir más de lo que lo han hecho hasta hoy.
Tampoco sabemos el tamaño del descenso en el crecimiento. Hubo datos engañosos la semana pasada: los índices ISM de precepción de los gerentes de compras tanto en el sector industrial como en el de servicios decrecen marginalmente contra meses previos, pero permanecen adentrados en zona de expansión. Por su parte, los datos de creación de empleos superan a las expectativas y la tasa de desempleo se mantiene en sus niveles mínimos.
Lo anterior, sumado a la eliminación de restricciones de confinamiento en China, hace a los optimistas albergar la idea de que el escenario de “aterrizaje suave” en el que no se cae en recesión y se logra generar una tendencia de inflación a la baja con poca pérdida de empleo es posible.
Sin embargo, las señales se multiplican a la misma velocidad de los augurios con respecto a que se viene una época de debilidad. Si los datos apuntan a una mayor debilidad de la que ahora se descuenta o si se presenta una recesión; curiosamente ello puede significar buenas noticias a los ojos de los inversionistas que creen que los bancos centrales retrocederían en su estrategia de restricción para controlar la inflación.
Como le decía, los escenarios son claros y la ruta de los mercados bastante incierta. Al son de las noticias veremos lo que vimos la semana pasada: episodios de recuperación, mezclados con momentos de decepción y una falta de definición de tendencia, tanto en las tasas de largo plazo como en las bolsas.
No es el mejor momento para invertir. Hay un terreno muy tentador para hacer apuestas, pero hay muchos factores de riesgo y un rango amplio hacia dónde pueden derivar las cosas. No abandone la cautela y acepte las tasas libres de riesgo, seguirán siendo, como hasta ahora, la mejor alternativa durante el verano.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/La-ecuacion-del-verano-20220608-0135.html
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