Regreso al mismo futuro
El contexto en los mercados será más volátil e incierto que lo que es hasta ahora, principalmente por el riesgo de que el pilar de apoyo de la trayectoria positiva, llámele así a que las tasas de interés son bajas y lo serían por un tiempo prolongado, ya no está sobre la mesa
Al parecer la variante Ómicron ha reducido su importancia como factor de temor en los mercados. Aparentemente, los anuncios positivos sobre la efectividad de algunas vacunas, la menor fuerza expansiva de contagios, así como la efectividad de algunas medidas de contención en traslados internacionales han generado confianza.
Al parecer volvemos a nuestros cuestionamientos iniciales (y fundamentales) con respecto al futuro: ¿Qué pasará con la inflación? ¿Cuál va a ser su grado de permanencia ahora que ya el presidente de la Fed la declaró como no transitoria? ¿Cuál va a ser la reacción de la Reserva Federal y otros bancos centrales al respecto durante el próximo año? ¿Qué efecto tendrían tales medidas sobre la trayectoria (de nuevo entusiasta) de las bolsas?
No puede usted construir una expectativa de retornos en su portafolio de inversiones sin hacer el intento de contestar dichas preguntas. Puede volver Ómicron o alguna otra variante a ocupar el foco noticioso, puede el conflicto de Estados Unidos con China o con Rusia escalar significativamente, puede perder el Presidente Biden la mayoría del Congreso o puede haber muchos otros factores que afecten la sensibilidad tan elevada que tienen los inversionistas y “estiren más la liga” en los mercados para cualquier lado; pero el tema central reside en las preguntas que le he planteado.
Así pues, el contexto en los mercados será seguramente más volátil e incierto que lo que ha sido hasta ahora, principalmente por el riesgo de que el pilar de apoyo de la trayectoria positiva, llámele así a la idea de que las tasas de interés son bajas y lo serían por un tiempo prolongado, ya no está sobre la mesa.
Déjeme decirle lo que opino. La inflación va a descender. Sin embargo, seguirá siendo elevada y superior a los objetivos de los principales bancos centrales. Las dos pinzas que provocan este fenómeno no parece que vayan a desaparecer el próximo año; me refiero por una parte a los cuellos de botella en la cadena de suministros del sector industrial y a la inercia de una demanda muy fuerte generada por el elevado ingreso personal, en especial de la población en Estados Unidos.
Es posible que el ciclo de inflación elevada siga presente cuando estemos prospectando el 2023. Es muy probable que para ese entonces la postura de los bancos centrales sea más estricta que en la actualidad. Los mismos inversionistas en los mercados globales anticipan que la Fed moverá sus tasas de interés de referencia que hoy son cero al menos en tres ocasiones en el segundo semestre del 2022; la probabilidad implícita en los futuros de la tasa de fondos federales para que un primer movimiento se de en mayo es del 70 por ciento.
Las tasas de largo plazo reconocen que la inflación puede estar cerca de sus máximos si se descuenta la acción de los bancos centrales para combatirla; pero definitivamente subirán. No es muy creíble que una postura de mayor restricción de las autoridades, en combinación con un elevado déficit fiscal, y la ausencia de recompras de bonos por parte de la Fed resulte en un ambiente de tasas bajas. En el criterio básico de los inversionistas, la permanencia de elevados porcentajes invertidos en la Bolsa tiene lógica. El mercado de bonos se ha vuelto riesgoso y se experimenta una recuperación en la economía considerable. Además, las acciones parecen ser un mejor refugio contra la inflación en tal escenario.
Por ello es posible que sigamos viendo a las bolsas merodear máximos por algún tiempo; sin embargo, el giro hacia tasas de interés mayores deberá implicar en algún momento un menor apetito de los inversionistas por estos activos y muy probablemente tasas de retorno que no serán similares a las de este año.
En México vivimos a expensas de tales escenarios. La activación de una trayectoria de tasas de interés mayores en el exterior, combinada con la dificultad que representa el control de la inflación a nivel doméstico y con una previsible mayor volatilidad del tipo de cambio, significa tasas de interés todavía más altas en nuestro país y un dólar que tenderá a encarecerse. Con un escenario de menores retornos en la Bolsa de afuera, y con un crecimiento muy moderado a nivel local, tampoco debemos esperar que se repitan los buenos rendimientos en la Bolsa mexicana.
Puede usted pensar que el escenario que le planteo es pesimista. Pero partiendo de donde estamos y con tantos argumentos adversos me parece que es bastante razonable considerarlo.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Regreso-al-mismo-futuro-20211208-0127.html
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