Pese a las advertencias con relación a la difícil ética relacionada con la distribución, al final la vacuna comienza por quienes pueden tener acceso a ella; ya sea países poderosos o familias que viajan a dichos países para acceder al medicamento.
No me parece sorprendente la evolución de la aplicación y distribución de la vacuna contra el Covid-19. En general en todos los ámbitos era de esperarse que el proceso fuese como está sucediendo.
Lo importante es que el remedio parece ser eficaz para reducir la tasa de contagio y ello está consolidando la idea de una recuperación en la economía que eventualmente permeará a un territorio mayor al que actualmente concentra los esfuerzos.
¿Realmente esperaba usted que, en México o en algún país emergente, habría un ritmo de vacunación similar al que hay en países con estados poderosos y recursos ilimitados? No es así. Se anunció la existencia de una vacuna a partir de noviembre y hasta ahora el 70% de dichos remedios se concentran en tres países (Estados Unidos, China y el Reino Unido).
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta esta semana hay 85 países en donde aún no se aplica vacuna alguna.
A pesar de las advertencias con relación a la difícil ética relacionada con la distribución, al final la vacuna comienza por quienes pueden tener acceso a ella; ya sea países poderosos o familias que viajan a dichos países para acceder al medicamento.
En el caso de México, a pesar de la discrecionalidad, las fallas de organización, etc, basta saber que no solo no estamos al final de la fila, estamos más bien muy adelante para una segunda etapa una vez que en estas regiones vayan concluyendo su ciclo.
Si bien parece obvio que el Covid-19 no se va a erradicar (pues éste permanecerá presente y tal vez con variantes que despierten alarmas en algunas otras regiones); la efectividad de la vacuna está reflejándose con claridad en la disminución de las curvas de contagio, la demanda por atención hospitalaria y las tasas de mortalidad en los países en donde hay campañas agresivas.
Aunque no se puede hablar de erradicación, sí se puede esperar que la saturación de la capacidad de los servicios de salud se reduzca y con ello haya más esperanza de alivio para los contagiados que en teoría deben ser menos.
En esto último radica la expectativa de que poco a poco se irán eliminando condiciones de restricción para la actividad económica. Este proceso generará volatilidad en los mercados.
No es comparable el estar dentro de una etapa crítica de fuerte afectación al crecimiento que dentro de un proceso de recuperación en marcha.
En este futuro previsible es razonable anticipar que habrá un repunte de la inflación; tanto por el exceso de liquidez, como por la apuesta por activos rezagados, así como por la reinstalación lenta de cadenas de suministro.
Habrá también un repunte de tasas de interés de largo plazo ante la expectativa, aunque no realizable en el corto plazo, de que el periodo de permanencia de tasas muy bajas pudiera ser más corto.
Habrá también afectación sobre las elevadísimas valuaciones de algunos activos y también fortalecimiento de otros que tienen niveles de sub – valuación provocados por los confinamientos.
En general, no podemos anticipar que persista la racha lineal de ganancias que vimos cuando el enfoque era encontrar una solución y eliminar incertidumbre.
Debemos esperar en México lo mismo. El Banco de México se ha instalado en una postura de ultra – relajación y es probable que baje más la tasa de interés de referencia.
La recuperación en Estados Unidos se transmitirá al sector industrial mexicano y algunos otros. El beneficio de la inmunidad traducida en una menor exigencia para los servicios de salud tal vez no se presente en este año, pero la ruta de las variables financieras será igual volátil y con pocas posibilidades de corrección.
En este sentido sigue siendo muy importante que las autoridades se concentren en un esfuerzo de vacunación más eficaz y en restaurar una trayectoria de crecimiento más aceptable que la que hemos visto en los últimos cinco años.
La vuelta a una situación mejor, como lo demuestran los planes de apoyo vigentes en el mundo desarrollado, no sólo se limita a vacunar a la mayoría; ésta se enfoca en recuperar la generación de riqueza y la capacidad económica del país, lo cual demanda un esfuerzo mucho mayor.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/La-narrativa-sobre-el-Covid-es-optimista-20210217-0134.html