Perspectiva Mensual Enero 2021
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ECONOMÍA
A pesar del repunte en casos de COVID, la nueva cepa de coronavirus y la lenta aplicación de la vacuna, el crecimiento de Estados Unidos podría ser mayor al previsto gracias al impulso brindado por la economía china y a la aprobación de un segundo paquete de ayuda fiscal que favorecería al consumo. Los principales riesgos que enfrenta el crecimiento de México son un freno de la recuperación económica global y la falta de control de la pandemia.
Con base en las más recientes estimaciones de la Reserva Federal de Atlanta (GDPNow), el PIB de Estados Unidos podría crecer alrededor de 11.1% a tasa trimestral anualizada (tta) en el cuarto trimestre de 2020, cifra mayor a la de 4.6% tta que estima el consenso de analistas del mercado.
Si bien el segundo paquete de ayuda fiscal se aprobó hasta finales de diciembre y las cifras de empleo aún son poco alentadoras (de mayo a noviembre sólo se han recuperado el 55% de los empleos perdidos en marzo y abril), la reactivación de la economía norteamericana repuntó gracias al impulso brindado por China durante el último trimestre del año pasado.
Este impulso podría extenderse en 2021. De acuerdo con estimaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, el gigante asiático posiblemente contribuirá con una tercera parte del crecimiento mundial estimado para 2021. Sin duda, este firme ritmo de expansión favorecerá a la industria norteamericana y al comercio global, particularmente si el resto de los socios comerciales de Estados Unidos crecen a tasas más modestas este año (alrededor de 3.5% en el caso de México).
Aun cuando la aplicación de la vacuna ha sido lenta y todavía no se endurecen las medidas para contener el brote de una nueva cepa, el crecimiento económico en China será tan sólido que el PIB de Estados Unidos podría crecer aún más de lo esperado (3.0% en 2021 estimado INVEX).
Aunado a lo anterior, el segundo paquete de ayuda fiscal que se aprobó por $900 mil millones de dólares brindará nuevos apoyos directos a las personas y a las empresas. En particular, el consumo privado (variable que representa alrededor del 70% del PIB norteamericano) podría registrar un incremento importante si finalmente se aprueba un cheque de $2,000 dólares por beneficiario en lugar de los $600 dólares propuestos en el proyecto original.
El mayor crecimiento de Estados Unidos beneficiará a la economía de México; no obstante, se detectan riesgos que se deberán monitorear cuidadosamente. A finales de 2020, los gobiernos de la CDMX y el Estado de México anunciaron el restablecimiento de restricciones a la movilidad para contener el avance de hospitalizaciones por COVID en la región. Posteriormente se unieron otras entidades como Morelos y Guanajuato. De extenderse más allá del 10 de enero y a otras entidades, las medidas de confinamiento afectarán de nuevo a la economía nacional. Si a lo anterior se suma un freno en la recuperación global, sin duda recortaríamos nuestro estimado de crecimiento para 2021.
Con riesgos a la baja y en un entorno de holgura económica, es probable que la inflación oscile alrededor del intervalo objetivo de Banco de México durante la mayor parte de 2021 (3.0% +/- 1.0%). El incremento de 3.3% en el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) será similar a la inflación de 2020 y no se anticipa presión por el aumento de 15% en el salario mínimo debido a la posibilidad de observar más despidos. Nuestras estimaciones para la inflación general y subyacente de este año se ubican en 3.66% y 3.52%, respectivamente.
Lo anterior, así como una lenta recuperación debido a la ausencia de estímulos fiscales y el riesgo de un freno en la actividad global a causa del COVID, podrían reactivar el ciclo de baja de tasas por parte de Banxico. A partir de este mes, el banco central cuenta con la presencia de una nueva integrante en la Junta de Gobierno. La tasa de interés de referencia se ubica en 4.25% y es probable que ésta caiga a 3.75% entre febrero y junio.
TASAS Y TIPO DE CAMBIO
En la última junta del año de política monetaria por parte de la FED no hubo cambios y se prevé se mantendrá de esta manera. Las tasas de largo plazo se mantuvieron estables, pero estimamos que en 2021 retomen su tendencia de alza moderada, esto ante el nuevo estímulo fiscal y mayor deuda, así como por la tendencia de alza marginal en la inflación. En México, la inflación sigue mostrando niveles bajos, pero con incertidumbre hacia el inicio del año. A pesar de ello, Banxico podría relanzar el ciclo de baja de tasas debido a la gran holgura que hay en la economía .
La Reserva Federal (FED) no hizo cambios a la política monetaria y lo más probable es que continúe así durante todo 2021, no descartamos ajustes a los programas de compras de activos y a la guía de expectativas, con el fin de apuntalar la recuperación del crecimiento de la economía; la cual ya cuenta con un segundo paquete de estímulo fiscal aprobado por un total de 900 mil millones de dólares. Además, con el proceso de vacunación en curso estimamos que consolide un crecimiento sostenido.
Bajo este escenario, las tasas de interés de corto plazo se mantendrán muy bajas y sin cambios; sin embargo, para los réditos de mayor plazo la tendencia será de un alza moderada. Esto será resultado del incremento en la deuda por parte del Gobierno para financiar el estímulo, así como los altos niveles de vencimientos de deuda que vienen. Sin embargo, consideramos que el esquema de compras de activos y la confianza por parte del mercado en la guía de expectativas serán las anclas para que el proceso de aumento de tasas sea lento, moderado y sin sobresaltos. Lo que implica que las tasas del bono de 10 años que podrían llegar a niveles alrededor del 1.20% para finales del 2021.
En México, la inflación en la 1Q de diciembre fue 3.2%; sin embargo, la subyacente fue 3.81%. El final de las rebajas de precios en mercancías no alimenticias por “El Buen Fin” provocó el repunte en este componente; sin embargo, los ajustes a la baja en precios de agropecuarios y la acumulación de menores tarifas eléctricas y energéticos permitió que la inflación general se mantenga contenida y cercana al objetivo de 3.0%.
El Banco de México mantuvo sin cambios la política monetaria en su última decisión del año. A pesar de un cierre con inflación a la baja, pensamos que para el primer semestre del año habrá presiones de alza en los precios, no sólo por una base de comparación baja, sino por los aumentos en los impuestos en la gasolina, alcohol, tabaco. A esto habría que sumar el potencial traspaso de presiones por el aumento al salario mínimo, por arriba del incremento de la productividad. Por lo que, a pesar del cambio en la Junta de Gobierno con una nueva Subgobernadora con tendencia a bajar las tasas de interés, Banxico deberá ser cauteloso con el manejo de la tasa de referencia. Por lo tanto, consideramos que el espacio para bajar la tasa de referencia continuará limitado; pero dadas las condiciones de holgura de la economía que pudieran limitar las presiones mencionadas, el banco central podría relanzar el ciclo de baja de tasas hacia el segundo trimestre.
Para la parte larga de la curva de tasas de interés, el comportamiento puede ser distinto. Podría darse la prolongación de las bajas observadas en los últimos meses del 2020. La hipótesis es que ante una gran liquidez en los mercados desarrollados, la búsqueda de rendimientos por parte de los inversionistas globales se intensificará en los mercados emergentes, pero aquellos en los que el riesgo sea relativamente contenido y el rendimiento lo compense. Es decir, que se mantengan cierta solidez fiscal, inflación controlada, deuda relativamente estable y manejable, lo que implica estabilidad en la calificación de riesgo crediticio soberano; así como apertura comercial que le permita mantener flujos de comercio e inversión. Estos aspectos los cumple México, al menos en el corto y mediano plazo, sumado a un escenario de tasa de interés real positivo y relativamente alto. Sin embargo, este apetito por riesgo hacia mercados emergentes, enfrenta riesgos, como un proceso de vacunación lento y una pandemia que no de señales de estar relativamente controlada. Por lo tanto, no podemos descartar que las tasas largas en pesos puedan tener episodios de volatilidad y una mayor exigencia en el pago de primas de riesgo.
El peso, a pesar de un episodio corto de presión por la incertidumbre en la aprobación del paquete fiscal, que al final se dio, la moneda local se mantuvo con fortaleza relativa frente al dólar. El tipo de cambio cerró el año por debajo de los $20.0 pesos por dólar. En los mercados globales hay un apetito al riesgo que ayudó a la recuperación del peso. La expectativa, para las monedas emergentes como el peso es que, con el inicio de la vacunación, sumado a los apoyos fiscales en los EE.UU. y el fortalecimiento de sus tasas de crecimiento, se impulsará la demanda externa y seguirá generando un balance comercial superavitario.
La inversión externa hacia papeles gubernamentales y Remesas Familiares, permitirán seguir acumulando Reservas Internacionales. Mantenemos la idea de que México no tiene necesidad de dólares. Sin embargo, los elementos de riesgo estructural para el peso se mantienen y el impacto sería en el mediano plazo: debilidad de las finanzas públicas, falta de inversión y finanzas de PEMEX y CFE. Mientras estos riesgos no se materialicen nuestra perspectiva para el dólar en 2021 se ubica en $20.4 pesos en promedio del año.
BOLSAS
Los mercados de capitales lograron sostener el movimiento positivo en diciembre, aunque con avances más moderados que el mes previo. El sentimiento a favor de activos de riesgo continuó soportado en las expectativas sobre la efectividad de la vacuna del COVID-19 y la velocidad en su aplicación; más aún, la permanencia de políticas monetarias y fiscales expansivas es un importante apoyo para las bolsas. México no fue la excepción al movimiento alcista de meses recientes y a pesar de haber operado el S&PBMV IPC cercano a 33,000 puntos durante el año, cerró el 2020 en 44,067 unidades.
En diciembre, el índice global MSCI que incluye emergentes (ACWI) subió 4.5%. Todos los sectores operaron positivos; pero, destacó una vez más el sector tecnológico con un avance de 6.9% en el mes. En el acumulado del año el ACWI ganó 14.3%.
En EE.UU., el índice S&P 500 subió 3.7% en diciembre y el Nasdaq 5.7%, en el acumulado del año los avances fueron 16.3% y 43.6% respectivamente. En el caso de este último se trató de su mejor desempeño anual desde 2009 y se fijó como el claro ganador del año dentro de los principales mercados de capitales.
El Stoxx Europe 600 subió 2.5% en diciembre; pero, los avances recientes no fueron suficientes para permitir un balance positivo en el año: perdió (-) 4.0% en 2020. El Nikkei ganó 3.8% en el mes y 16.0% en el año, el índice MSCI de mercados emergentes avanzó 7.2% en diciembre y 15.8% en 2020.
El referente S&PBMV IPC de México subió 5.5% en diciembre; logró un avance de 1.2% vs. 2019, a pesar de en marzo haber acumulado una caída de (-) 20.6% en el año.
El evento que marcó las bolsas durante todo 2020 fue el mismo: el COVID-19, su impacto en la economía y la respuesta de las autoridades para frenar el daño y potencializar la recuperación. Lo que cambió fue el avance de estos acontecimientos, y el sentimiento a favor o en contra de activos de riesgo en anticipación a su desenlace.
En este sentido, diciembre se sumó al balance favorable por la aplicación de la vacuna para el COVID-19, la extensión de programas de estímulo monetario y la expectativa, finalmente cumplida, de un nuevo paquete fiscal en EE.UU.
Parece que este sentimiento a favor de activos de riesgo se extenderá hacia 2021; sin pensar en que se repita este extraordinario 2020. En el caso del S&P 500, la mediana del consenso de Bloomberg estima un rendimiento de 6.5% este año.
Sin embargo, un virus que ha sido particularmente agresivo en el cierre de 2020 en número de contagios y que incidirá en los próximos indicadores económicos, sumado a un mercado que parece cansado, podría implicar una tendencia de consolidación hasta no conocer la efectividad de las vacunas aplicadas en días recientes y la velocidad con la que podrán distribuirse al resto de la población.
Creemos que México se unirá a la tendencia a favor de la renta variable y que el referencial S&PBMV IPC cerrará el año en 48,500 unidades. Ello impulsado por un mejor entorno económico que favorezca los resultados de las empresas, así como el soporte en la valuación de bajas tasas de descuento y al sostenerse el apetito por riesgo.
Declaraciones
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