El retorno de la distorsión
Desde el final de la crisis del 2008 -2009 vivimos una fuerte distorsión en los mercados financieros globales, provocada por la solución que aplicaron los bancos centrales. Básicamente, la violenta reducción de las tasas de interés y la fuerte expansión de la liquidez (impresión de dinero) provocaron una elevación de los precios de activos (acciones, bonos, etcétera).
En el 2018 parecía que la distorsión se había terminado. Sin embargo, al día de hoy parece volver con fuerza.
Cuando se presentó una recuperación del crecimiento sincronizada en el mundo (a finales del 2017), las expectativas de inflación aumentaron y los bancos centrales comenzaron con un proceso que denominaron de “normalización”, en el que reducirían su balance y aumentarían las tasas de interés conforme evolucionaran las cosas.
De sobra está decir que la perspectiva de mayores tasas afectó a los rendimientos acumulados el año pasado. Hubo pérdidas tanto en las bolsas como en los mercados de bonos, tanto en mercados desarrollados como emergentes.
Entramos al 2019 con dudas en relación a la trayectoria de crecimiento. La llamada guerra comercial redujo la trayectoria de la producción industrial en muchas regiones; la ausencia del estímulo de reducción de impuestos impactó la perspectiva de crecimiento de utilidades en las empresas que cotizan en bolsa, eso sumado a que la idea de tasas al alza provocó fuertes derrumbes de precios en diciembre pasado.
Sin embargo, de mediados de diciembre del 2018 a la fecha, los mercados han tenido una recuperación espectacular. Los índices Dow Jones, Standard & Poors y NASDAQ en Estados Unidos han subido 10.2, 12.1 y 15.2%, respectivamente, tan sólo en lo que va del año. Las bolsas en Asia, Japón y Europa, así como en muchos mercados emergentes muestran rendimientos cercanos a 10%en lo que va del año. En general, hubo una distensión del riesgo.
La razón de esta recuperación ha sido el cambio de percepción con relación a la ruta de las tasas de interés. La semana pasada bien pudiera ser señalada como el retorno oficial de los estímulos monetarios. Aunque la Reserva Federal (Fed) ha sido muy prudente en manifestarse con relación al fin del aumento de tasas de interés y de la reducción de su balance, las declaraciones de la gobernadora Brainard, así como del Presidente Powell, apuntan a un cambio en la siguiente reunión del 20 de marzo del Comité de Mercados Abiertos.
Mientras tanto, el Banco Central Europeo reconoció el desplome del crecimiento en la región y redujo su estimación de crecimiento. Asimismo, reanudó las operaciones de crédito interbancario, decidió mantener los papeles recomprados en el proceso hasta la fecha y pronosticó que la tasa de interés no se moverá este año, como anteriormente había señalado.
Por su parte, las autoridades en China siguen reaccionando ante cada mala indicación con relación al crecimiento. La fuerte baja en el crecimiento de las exportaciones (la mayor en tres años) y de las importaciones (tercer mes consecutivo de caída) volvieron a motivar una declaración sobre una posible reducción de encaje para los préstamos a entidades paraestatales el pasado fin de semana.
Es ya definitivo que, salvo que la Fed se sostenga en su actual postura, estamos de nuevo en una etapa de fuerte estímulo monetario en la economía mundial. Y si lo piensa con detenimiento, deberá darse cuenta del fuerte poder de determinación que tiene el nivel de la tasa de interés en los mercados.
Seguimos en medio de mucha incertidumbre: China y Estados Unidos no llegan a un acuerdo comercial definitivo; el problema del Brexit está en su nivel más candente; los problemas relacionados con el clima; la interrupción de actividades del gobierno americano; el desplome de la economía en Europa, etcétera. No contrarrestan la fuerza que genera una perspectiva de tasas bajas y de bancos centrales en modo de estímulo.
Siendo así, tal vez el desenlace de estos asuntos, y otros que pudieran surgir, no será tan relevante, ni ajustará a los mercados, mientras la Fed y otros banqueros centrales decidan que el aumento de tasas ya fue suficiente, o peor aún que se necesitan más estímulos.
¿Puede darse un cambio súbito de esta percepción? Desde luego que sí. Sólo para que lo piense le sugiero dos temas: ayer el precio internacional del petróleo toco su nivel máximo de 58.26 dólares por barril, alcanzando un alza de 37% en lo que va del año; en esta misma semana el déficit fiscal del gobierno de Estados Unidos alcanzó la friolera de 22 billones de dólares.
Otra cosa. Si se pregunta si México pudiera participar de la distorsión, por ahora pienso que no. Tenemos tasas de interés muy elevadas. Pero de continuar el contexto de retorno de los estímulos y la estabilidad en la inflación, el Banco de México podría añadirse a la ola de baja de tasas. El mercado de dinero ya lo descuenta.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/El-retorno-de-la-distorsion-20190313-0115.html
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