Sensación de parálisis
Varios asuntos que mantienen ocupada a la prensa generan la sensación entre los inversionistas de que la economía de México observa una fuerte desaceleración en su crecimiento y que en el inicio de este año se manifestará de manera clara. Sin embargo, los datos que describen tal desaceleración no son tan radicales.
Hay un menor crecimiento con respecto al registrado en el tercer trimestre del año pasado, pero se mantienen dinámicas positivas y no hay evidencia de una caída en picada o de la inminencia de una recesión.
Las cifras preliminares del Producto Interno Bruto publicadas señalan una desaceleración de la economía durante el último trimestre del año a una tasa anual de 1.8% (frente al mismo trimestre del año previo), inferior al 2.5% registrado el trimestre anterior. El sector servicios lideró el crecimiento con una expansión de 2.9% y el agropecuario creció 2.8 por ciento. Sin embargo, se vieron parcialmente contrarrestados por la contracción de 0.7% en el sector industrial. La comparación trimestral (contra el trimestre inmediato anterior) ajustada por estacionalidad corroboró la desaceleración, al presentar un crecimiento positivo de 0.3%, inferior a 0.8% registrado el en el tercer trimestre.
Destaca que el sector de servicios mantuvo su crecimiento trimestral de 0.8% en el cierre del año. Básicamente, la causa de la desaceleración es la contracción trimestral de 1.1% en el sector industrial, la mayor desde el 2015.
La reducción en la tasa de crecimiento del sector industrial no es exclusiva de México. En realidad, los indicadores de producción industrial y de percepción de los ejecutivos de compras de la industria en prácticamente todas las regiones se han abatido. Podríamos sólo sumar a este efecto la contracción continua del sector de la industria de extracción (minero y petrolero), así como una baja de la inversión en construcción.
En efecto, un sector importante de la economía pasa por una etapa adversa. No obstante, los aspectos fundamentales relacionados con el consumo y los servicios, que representan una mayor parte de la economía, se mantienen firmes.
La confianza del consumidor continúa en niveles casi optimistas. Posiblemente esté motivado por proximidad del inicio del nuevo gobierno y la estabilidad que se ha visto en el tipo de cambio y la inflación.
Por su parte, aunque las cifras del mercado laboral en diciembre se deterioraron, el aumento de los salarios propicia un incremento de la masa salarial real que debiera repercutir en un sostén en el consumo, junto con los niveles máximos de remesas provenientes del exterior que se registran hacia el cierre del año.
Por último, la idea de la reorganización del gasto público hacia transferencias directas sugiere otro elemento positivo de sostén para la dinámica del consumo y los servicios.
De acuerdo, el evento del desabasto de gasolina, que no podemos sentenciar como finalizado; el tema de la obstrucción de vías férreas en Michoacán; las huelgas en la frontera; la desconfianza del sector privado, etcétera justifican la sensación de parálisis, pero tal situación no cuenta con evidencias que la validen.
Ahora bien, existe la amenaza de una desaceleración más acentuada en el mundo, manifestada en especial en el sector industrial, pero que pudiera transmitirse a otros segmentos de las economías desarrolladas.
También es correcto pensar que el efecto de las políticas públicas que se están implementando por el gobierno es incierto y no se sabe si en algunos casos su aplicación puede generar externalidades negativas hacia el crecimiento.
En resumen, tenemos una economía que crece un poco menos y cuya trayectoria por ahora no va hacia el precipicio. No obstante, hay serias amenazas de que el crecimiento resulte menor de lo que se espera en caso de que éstas se concreten. Por lo tanto, la sensación de parálisis por el momento no es más que eso, una sensación que puede llegar a materializarse. Ojalá y la evolución de los hechos tanto en el mundo como a nivel doméstico lo impidan.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Sensacion-de-paralisis-20190130-0130.html
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