Nueva disyuntiva para Banxico
La semana pasada comentábamos sobre el inicio del proceso de normalización de las tasas de interés en Estados Unidos, algo que se oficializó precisamente hace ocho días. Al parecer la Reserva Federal mostró firmeza en la intención de efectivamente aumentar las tasas. A nuestro juicio, los efectos en los mercados globales dependen mucho de la tendencia que muestre el dólar contra el resto de las monedas.
De sobra esta decir que por el momento hay una vuelta clara de la tendencia de devaluación que el dólar mostró contra la mayoría de las monedas a lo largo del año. En cuestión de días el dólar se apreció 1.6% contra el Euro que ahora se valora en 1.17 Euros por dólar. Contra el índice DXY compuesto por monedas desarrolladas hay un movimiento positivo del dólar de 1.2%.
También de sobra esta decir que esto tiene implicaciones importantes para el tipo de cambio peso – dólar. Entre el jueves pasado y el cierre del día de ayer el peso se devaluó 45 centavos frente al dólar, cuyo precio cerró en $18.20 pesos. Se trata del nivel máximo registrado en los últimos tres meses. No nos sorprendería ver niveles más altos en los siguientes días.
Ayer sucedieron dos cosas que empujaron esta trayectoria. En primera instancia la Presidenta de la FED Janet Yellen dio a entender en un discurso su opinión en el sentido de que el banco central no necesariamente debe esperar a que la inflación se ubique en el objetivo de dos por ciento para subir las tasas de manera preventiva. Esto alimento la expectativa de un aumento de tasas en diciembre y además de al menos tres incrementos más durante 2018.
Una trayectoria franca de alza de tasas es algo que no tuvimos sobre la mesa hasta ahora. Una buena parte de la razón por la cual el dólar perdió terreno contra muchas monedas fue el convencimiento de los participantes en los mercados de que la FED no podía mover aceleradamente las tasas. Otro motivó de dicha devaluación fue la decepción de que el actual Gobierno no podría activar rápido medidas para dar mayor impulso a la economía.
En ese campo se ubica el otro suceso del día de ayer. El Presidente Trump envió al congreso un paquete de reformas fiscales para reducir impuestos que vuelve a tener un tono agresivo y que promete, en palabras del presidente, dar un impulso adicional a la economía hacia el 2018.
Si la economía norteamericana va a crecer más que las demás, va a recibir dinero por consecuencia de incentivos fiscales y va a subir sus tasas de manera más activa, entonces el dólar debe de terminar revaluándose contra la mayoría de las monedas, un efecto precisamente contrario a lo que habíamos visto este año.
Los efectos sobre México tienen puntos encontrados. Por un lado, muchos hemos visto la dificultad de la inflación para presentar una tendencia de baja, con lo que un nuevo movimiento devaluatorio aumentaría los incentivos del Banco de México de incrementar la tasa de referencia, al menos en diciembre para mantener la distancia contra la tasa libre de riesgo de Estados Unidos.
Pero al mismo tiempo, ante presiones derivadas de una desaceleración que es ya visible desde el inicio del tercer trimestre y que probablemente se acentuó a causa de los lamentables desastres de septiembre, una devaluación moderada implica mejores condiciones monetarias siempre y cuando Banxico pueda mantener las tasas estables.
De confirmarse la fortaleza del dólar, vuelve a ponerse difícil la decisión para el Banco de México, justo cuando el gobernador va de salida, esperemos que, de darse el caso, el Banco intente ser más preventivo. Por el momento el panorama luce presionado para la curva de tasas.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
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