La turbulencia
Como usted sabe, el ambiente político en Estados Unidos se ha agitado en los primeros días de esta semana. Los inversionistas han reaccionado de manera natural, ajustando los precios ante eventos de los que se ignora mucho sobre su desenlace, pero que pueden truncar seriamente las expectativas sobre las cuales los mercados han fincado una racha de ganancias claramente excesiva.
Medios de comunicación y analistas muy serios argumentan que la crisis que se ha gestado en la presidencia de Donald Trump es importante. Algunos han señalado abiertamente que el sistema político norteamericano acusa fallas, de nueva cuenta, ante las revelaciones de información confidencial del Presidente Trump o, incluso, su aparente intento de obstrucción de justicia con el despedido director del FBI. En otros momentos, esto hubiese generado en el Congreso el inicio de un proceso de destitución o bien que miembros cercanos del partido republicano pudieran declararlo no apto para mantener el cargo.
No podemos saber si este es el evento o el inicio de un proceso que al final culminará en circunstancias tan drásticas. Pero es entendible que los mercados muestren escepticismo y reubiquen los precios de muchos activos. Ayer el índice Dow Jones retrocedió más de 300 puntos desde sus niveles (máximos) que había registrado la semana anterior. El dólar prosiguió con una racha de perdidas frente a las principales monedas que se registra ya desde hace algunas semanas. Las tasas de interés de largo plazo bajaron cerca de 10 puntos base sobre niveles que ya se consideraban muy bajos. El oro el día de ayer subió casi 2%. Hay una clara aversión al riesgo derivado de estas noticias.
El movimiento más relevante fue el que presentó el índice VIX que mide la volatilidad implícita en las cotizaciones del índice Standrad & Poors. Tradicionalmente este indicador es considerado como una medida del miedo de los inversionistas. En los últimos meses ha sido tema de debate por haber disminuido hasta niveles mínimos, inferiores a 10 puntos la misma semana pasada. Muchos comentaristas tratan de explicar por qué el indicador no refleja el nerviosismo de los inversionistas derivado de valuaciones excesivas y rendimientos muy elevados, generados de manera continua, en los últimos seis meses.
El día de ayer este indicador VIX rebotó más de cinco puntos hasta un nivel cercano a 16, no visto desde principios de abril y anteriormente desde las elecciones norteamericanas de noviembre pasado.
Como dijimos, nadie sabe cómo evolucionará la turbulencia política en Estados Unidos. Puede ser que este Gobierno, que todo el tiempo ha mantenido una relación tirante con el Congreso, logre saltar el escollo y en cuestión de días los mercados vuelvan a sus máximos; o bien, pudiera ser que el rebote del indicador VIX continúe al alza mostrando los nervios de los mercados ante un tema que no se retire de la mesa.
Los hechos son nocivos simplemente porque amenazan con retrasar la agenda de propuestas de estímulos a la economía por parte del Gobierno. Algo que todos suponen podría estancarse si la administración de Trump se tiene que estar defendiendo de acusaciones tan serias como las posiblemente sugeridas en las noticias más recientes.
Nos preocupa que la apuesta acumulada sobre la permanencia en niveles de volatilidad bajos era muy alta. De presentarse un cambio de sentido, la posible corrección en los mercados en el corto plazo puede ser más violenta. Ni hablar. Semanas que predecíamos como tranquilas parecen no serlo, tenga cuidado.
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Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
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