¿Le explico la Bolsa?
Todos están sorprendidos por el comportamiento de la Bolsa en México. En lo que va del año, el Índice de Precios y Cotizaciones (IPC) va ganando 5.77%, más que sus contrapartes norteamericanas. Esto no corresponde a la percepción tan dañada que hay sobre la economía, ni a los temores con respecto al nuevo Gobierno de Estados Unidos. Tampoco a la desesperanza que hay con relación a un cambio en la trayectoria de crecimiento del país, al menos en los siguientes dos años.
Le deberé decir en primera instancia que el repunte se debe a una decisión pragmática de inversión. Empecemos por señalar que, al parecer, la mayoría de los manejadores de fondos compran la idea la “Reflación” en Estados Unidos. Es decir, que las políticas públicas que impulsará el nuevo gobierno darán lugar a un mayor crecimiento y a mayores presiones sobre la inflación; por consecuencia, habrá también presiones crecientes sobre las tasas de interés.
Las tasas van a subir en Norteamérica; se estima que la FED elevará la tasa de referencia a un día al menos tres cuartos de punto para ubicarlas cerca del 1.5%. La tasa de largo plazo, la del bono del tesoro a 10 años, que al día de ayer se ubicaba en 2.51% podría fácilmente terminar el año cerca del 3.0%.
Usted sabe que la posibilidad de pérdidas en el mercado de bonos ante un entorno de tasas al alza es grande. Luego entonces, ningún manejador de fondos está centrando sus apuestas en el mercado de renta fija; se trata de evadir el golpe de las tasas de referencia cada vez mayores sobre la valuación de los bonos.
En esta coyuntura; y a pesar de los mayores niveles de las tasas, hay una expectativa favorable para los resultados de las empresas. No obstante que se eleve el costo financiero, la posibilidad de la reducción en la carga impositiva y el aumento en ingresos derivado de un mayor crecimiento están concentrando recursos en la compra de acciones. El día de ayer el índice Dow Jones superó los 20 mil puntos; los índices Nasdaq y S&P500 también se ubican sobre niveles máximos.
En México, la ecuación para los manejadores de fondos pudiera ser la misma. Hay un mercado de deuda que tiene una carga de riesgo importante. La inflación apunta a ubicarse entre 5% y 6% en todo este año y se asume que Banxico seguirá subiendo la tasa de corto plazo. Tener deuda que no sea a tasa revisable es un suicidio por ahora.
Luego está la incertidumbre con el tipo de cambio. Bien podría ser que el discurso amigable del Presidente Trump, como el de ayer, termine por moderar la percepción. Pero los problemas en las cuentas externas, y en las finanzas públicas, no los van a arreglar con una “palmadita en la espalda” que recibamos del Gobierno Estadounidense. Los inversionistas mexicanos siguen sin querer tener pesos.
Si no desea mantener pesos líquidos; y tampoco plazos elevados (aún a las tasas que pagan actualmente), no es una mala alternativa tener inversiones en pesos en activos que hoy día se tasan muy baratos y que a la larga se valúan en dólares; nos referimos al capital de empresas cuya estructura de ingresos tiende a ser global y en donde en los balances existen “inmuebles” o “plantas productivas” que también se deberían de beneficiar de un entorno pro-empresarial como el que está impulsando la compra de estos activos en el exterior.
Creo que la alta concentración del IPC de la bolsa en emisoras de gran envergadura y con muchos activos fuera, hace poco factible que su valuación se rezague con respecto a la valuación de dichos activos en el exterior. Por eso la sorpresiva revaluación de la bolsa en enero.
Ya de una posible decepción con Trump y de la corrección que eso pueda provocar en todas las bolsas hablaremos después.
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