Urge estabilizar
Queda claro que el “Pacto” y cualquier otro anuncio de apoyo por parte del gobierno no revertirá el desastre. La inquietud es alta y se refleja en una fuerte volatilidad en las variables financieras de México. Los inversionistas temen porque saben que hay una inflación mayor, porque no se ha terminado el ciclo de alza de tasas, porque no alcanzan a estimar el golpe sobre el crecimiento y porque no ven control en el tipo de cambio
De acuerdo al número oficial, la inflación cerró el 2016 en 3.36%. Pero ese número no está en la cabeza de nadie. Tan sólo el aumento a las gasolinas representará alrededor de 0.7% de aumento en enero. Es probable que la inflación de sólo este mes se ubique entre 1.05 y 1.2%. Eso quiere decir que al menos la inflación anual es de 4.5%, siempre y cuando usted confíe en que el cálculo reportado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía refleja la generalidad de las presiones, algo que muy pocos consideramos al día de hoy.
La inflación es cuando menos de alrededor de 5% en este año y falta ver si no se agregan crecimientos mayores en los siguientes meses en donde el aumento de precios puede ser más continuo que lo que vimos el año pasado. Las presiones son evidentes. El Índice de Precios al Productor cerró el 2016 con una inflación cercana a 8.5% (sin tomar en cuenta el aumento de combustibles). La inflación de mercancías mantiene una pendiente de alza.
El traspaso de la devaluación acumulada a los precios parece haber tomado mayor forma en los últimos dos meses. Y todavía nadie ve estabilidad en el tipo de cambio. El Banco de México (Banxico) intervino con 2,000 millones de pesos la semana pasada y sólo logró aplacar la presión por cuestión de horas. Fue una locura, la cotización osciló varias veces entre 21.75 y 22.05 pesos. La sensación es que el nivel de estabilización aún no aparece; nadie apuesta en contra y cada vez hay más inversionistas queriendo estar en dólares. Así de fácil.
Banxico necesita actuar con más agilidad y más fuerza. Su mandato es estabilizar la inflación, pero no le va a “romper la espalda” si no establece una perspectiva de mayor estabilidad en el tipo de cambio. Si va a intervenir para reducir volatilidad lo deberá hacer con mucho más frecuencia; y gastarse un buen dinero. No suena descabellado activar la línea de crédito flexible con el Fondo Monetario Internacional para añadir otros 88,000 millones a la intervención potencial; la línea podría no llegar a usarse incluso si el anuncio de su disponibilidad funciona. Hay mecánicas que debe estar explorando el Instituto Central como los swaps de moneda para entrar al mercado a quitar incentivos a la demanda por dólares sin utilizar reservas ni afectar la cantidad de dinero en circulación.
El peso se ha subvaluado fuertemente. Pero somos una economía abierta cuyos flujos de financiamiento están amenazados por el nuevo gobierno de Estados Unidos. Sabemos, lamentablemente, que las amenazas no desaparecerán y que desde el interior luce difícil que se construya una historia positiva que vender; al menos en los siguientes dos años.
La historia que doblara la trayectoria de inflación debe ser una de control del tipo de cambio, tasas más altas, uso de reservas, sin duda. Ahora, en la balanza de pagos y en la situación interna, si no se tapan rápido los huecos, la lucha contra la inflación puede ser mucho más prolongada de lo que pensamos.
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