Reflación es la palabra
Ni siquiera aparece en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, pero el término es de los que más se utilizó ayer en las deducciones sobre el efecto de la próxima presidencia de Donald Trump sobre la economía y los mercados financieros.
Reflación se refiere a un término anglosajón (reflation) cuya definición en el diccionario Websters describe al “acto de restaurar la deflación en el nivel general de precios hacia un nivel de precios anterior o deseado”.
Al parecer, sin mucha información aún presente, los mercados financieros consideran que el gobierno de Trump adoptará políticas abocadas a restaurar el crecimiento y la inflación.
Si vemos la reacción de los mercados en general podemos cuadrar tal expectativa en los movimientos de algunos precios. En primera instancia, las tasas de largo plazo en Estados Unidos reaccionó con fuerza al alza y en ningún momento moderaron su camino, la tasa del bono del tesoro a 10 años paso de un nivel de 1.84% el martes por la mañana a uno de 2.05% al cierre.
Algo parecido, aunque en menor magnitud sucedió con las tasas de los bonos soberanos de largo plazo en otros países desarrollados.
Además de los activos considerados como refugio, como el oro, el precio de algunos metales como el cobre también se elevaron. El dólar tendió a fortalecerse hacia el final de la jornada contra la mayoría de las monedas.
Por su parte, los principales índices bursátiles en Norteamérica mostraron una sorprendente resistencia.
El índice Dow Jones terminó subiendo 1.4% mientras que el Índice Standard & Poor’s 500 lo hizo en una magnitud de 1.1 por ciento.
En general la mayoría de las bolsas parecen mantener un camino positivo después de la noticia.
¿Qué percepción hay detrás de este comportamiento? La idea de que la presidencia de Trump aplicará una política fiscal de mayor relajación, reducción de impuestos y mayor impulso en gasto que detone crecimiento, (especialmente en infraestructura).
La combinación de esta mecánica con la idea de que la FED no aumentara las tasas de referencia en una magnitud relevante vuelve a fortalecer a las bolsas y al dólar, al mismo tiempo que genera un “empinamiento” mayor en la curva de plazos de las tasas de interés.
Por el momento, esa parece ser la dirección que más toma forma: tasas de largo plazo al alza y un dólar fuerte, así como resistencia de las bolsas en niveles elevados. Al menos en el mundo desarrollado.
En México, la volatilidad del tipo de cambio es la variable que regula la percepción de los inversionistas.
El Banco de México decidió abstenerse de tomar alguna acción hasta ver en donde se ubica la cotización con el transcurso de los días y con un mayor tiempo de digestión de una noticia claramente sorpresiva.
Es muy probable que Banxico suba la tasa de corto plazo si la cotización tiende a permanecer cercana a los $20 pesos.
También es entendible que persistan las presiones sobre las tasas de largo plazo mientras continúen ajustándose las tasas de largo plazo en el exterior.
Por lo mismo, es difícil que el panorama en la Bolsa local sea favorable. Ante una buena expectativa de regeneración de crecimiento en Estados Unidos se presenta la posibilidad de políticas que afecten la proyección de ventas o los márgenes de entidades exportadoras.
La retórica de recuperación del crecimiento, bajos impuestos y mayor gasto público parece ser que es a lo que los inversionistas están dando mayor probabilidad de suceder por ahora.
En efecto, hubo una sobre reacción en los mercados globales que se ha apagado rápidamente, pero no hay que dudar que habrá nuevas direcciones en algunas variables; la de tasas de largo plazo al alza puede ser una de ellas, hay que ser cauteloso con la tentación de comprar a niveles de tasas que no habíamos visto desde hace tiempo.
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