La doble divergencia
Los inversionistas a nivel global esperan la confirmación en estos días de sus expectativas con relación a la acción de los principales bancos centrales en Europa y Estados Unidos. Esto debiera significar una fortaleza adicional del dólar contra el euro y contra muchas otras monedas. No obstante, una segunda divergencia parece interferir en dicha expectativa y es la de las cifras relacionadas con el crecimiento.
Haciendo un recuento rápido, después de los buenos datos de empleo registrados a principios de noviembre y del desempeño aceptable del PIB en el tercer trimestre, los participantes en los mercados han dado ya por descontado que la Reserva Federal de Estados Unidos (FED) incrementará las tasas de interés en un cuarto de punto (de un rango de 0.0% – 0.25%, a uno de 0.25% – 0.50%), el próximo 16 de diciembre. La probabilidad implícita de que tal cosa suceda en los futuros de la tasa de fondos federales hasta el día de miércoles era de 74 por ciento.
Por su parte, los inversionistas esperan la ampliación de la recompra de bonos (Quantitative Easing), que el Banco Central Europeo tiene programada hasta el mes de septiembre próximo, por un monto del doble del originalmente estipulado. El mismo presidente del BCE ha insistido en sus últimos comunicados en la necesidad de aumentar el estímulo monetario de la región, debido a la persistente amenaza de deflación y la todavía débil situación de la economía.
La consolidación en la expectativa de que esta divergencia se acentúe este mismo mes (para cuando lea estas líneas el BCE habrá comunicado su decisión) ha vuelto a fortalecer al dólar y a debilitar al Euro. La cotización del euro ya se ubica por debajo de 1.06 euros por dólar y apunta a niveles menores.
Sin embargo, en esta semana la información económica evidencia otra divergencia, ya que los datos más recientes apuntan en sentido contrario. En Estados Unidos el índice ISM de percepción de los gerentes de compras en la industria se ubicó por primera vez desde el 2009 por debajo de 50, lo cual implica que el sector industrial norteamericano se encuentra en una fase de contracción.
Asimismo, la actividad económica en la zona euro experimentó en noviembre una aceleración. El dato adelantado del índice PMI compuesto se situó en 54.4 puntos desde los 53.9 de octubre, su mejor lectura en cuatro años y medio. El resultado es congruente con una aceleración del PIB, en el último trimestre, hacia una tasa ajustada por estacionalidad de 0.4% respecto del trimestre anterior. Además, los indicadores de confianza en la región mejoraron en noviembre, lo que refuerza las expectativas de una recuperación económica.
La segunda divergencia debiera suavizar la primera. Nunca en la historia previa, la Fed ha aplicado un aumento en las tasas de interés cuando el indicador ISM se ubica en una zona de contracción; es un argumento válido para que la Fed se reprimiera. Por otro lado, la situación en Europa parece mejorar de tal modo que no parece justificarse una ampliación tan agresiva del programa de relajación monetaria.
Sin embargo, lo más probable es que ambos bancos centrales se sujeten a las expectativas que ya se han originado en los mercados. En un discurso, la presidenta de la Fed no cambió el tono de su análisis sobre la fortaleza de la economía. Por otro lado, la información de inflación en la zona euro parece no dar señales de vida.
La aparente confusión no dará lugar a una evolución distinta de las cosas: es muy probable que se confirme la divergencia entre el rumbo que tome la Fed y otros bancos centrales; el dólar se mantendrá presionado al alza; pero si las declaraciones y expectativas de ambos son cautelosas, es probable que sigamos viendo a las bolsas con propensión al alza y a los mercados de deuda un poco más tranquilos. Habrá que ver.
Sin embargo, las presiones ahí estarán. El dólar seguramente se revaluará más contra otras monedas desarrolladas y eso presionará al peso junto con la dinámica de alza de tasas en Estados Unidos. No dudamos que haya episodios de presión importantes gracias a que los inversionistas perciban que las tasas pudieran subir a una mayor velocidad. Por lo anterior, es un año en que veremos quizás un mejor desempeño de la economía y mercados con dificultades.
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