ECONOMÍA
A nivel global, la mayoría de los datos económicos se han ubicado cerca de las expectativas y en algunos casos por debajo. Si bien esto no implica un freno en la recuperación, sí sugiere que la economía podría crecer a tasas moderadas durante los próximos meses. El repunte en los casos de COVID-19 representa un riesgo a la baja para el crecimiento. Por otra parte, dicho repunte podría pesar más sobre las perspectivas inflacionarias debido a su impacto negativo sobre las condiciones de oferta.
Una nueva disrupción en la cadena global de suministros afecta a la industria global. El efecto es más notorio en Asia, donde el repunte de casos de COVID-19 ha generado el restablecimiento de restricciones a la movilidad. El PMI manufacturero de China volvió a caer en agosto y el correspondiente a Japón también retrocedió. Aunque ambos índices se mantienen por encima de los 50 puntos (nivel consistente con una expansión de la actividad), su comportamiento reciente sugiere tasas de crecimiento modestas en la región asiática. En el mundo occidental la historia no es distinta. Los PMI manufactureros de la Eurozona y Estados Unidos también han caído recientemente. De hecho, el deterioro ha sido más marcado en el PMI de servicios norteamericano.
En Estados Unidos, la creación de empleos se ha ubicado por debajo de lo esperado. El gasto en consumo personal y la actividad residencial también han sorprendido a la baja. Las ventas al menudeo y la producción industrial tampoco han sido la excepción. A pesar de lo anterior, el que los indicadores dejen de sorprender positivamente como lo hicieron en las primeras etapas de la recuperación no implica que ésta se ha frenado. Aunque algunos indicadores sorprendan negativamente (tal y como ha ocurrido recientemente), no se puede hablar de un cambio de tendencia.
La economía de Estados Unidos se recuperará este año de la caída generada por la pandemia (6.5% estimado INVEX) y en 2022 el crecimiento será sólido (3.5% estimado). De igual forma, no se debe pensar que la FED adoptará nuevamente una postura laxa, o que el Gobierno volverá a repartir cheques directos a los beneficiarios, por el simple hecho que los indicadores sorprendan a la baja. Lo único que hay que tener en mente es que ya entramos a una etapa de crecimiento más normal. Algo similar a lo que se vivía antes de la pandemia.
Llama la atención que la interrupción en cadenas globales de suministros, el cierre de puertos marítimos y los retrasos en la distribución de bienes intermedios utilizados en la producción a causa del repunte de la variante delta en Asia ejercen presión sobre los costos y por ende, sobre la inflación. Si a lo anterior se suman precios de materias primas que no descienden y conflictos geopolíticos en Medio Oriente que pudieran influir sobre las cotizaciones de petróleo o gas, es probable que la inflación no ceda pronto.
Por otra parte, es importante destacar que, a pesar de observar niveles elevados de inflación durante los siguientes meses, la Reserva Federal no endurecerá su postura monetaria. La inflación de Estados Unidos podría ubicarse alrededor de 5.0% este año.
El crecimiento en México no sólo se beneficiará por la actividad externa. Como lo hemos mencionado en diversas publicaciones, las perspectivas para el consumo han mejorado ante avances paulatinos del empleo y del proceso de vacunación. La reactivación del sector de servicios continuará, y más si las autoridades no restringen la actividad como ocurrió en las primeras etapas de la contingencia sanitaria. La evolución de la inflación en el país también dependerá de los acontecimientos globales; no obstante, sí habrá presión alcista por la recuperación de los sectores más golpeados por la pandemia, sobre todo servicios. Nuestros estimados para el crecimiento del PIB de México en 2021 y 2022 se mantienen en 6.3% y 3.0%. Los correspondientes a inflación se ubican en 5.8% y 3.7%, respectivamente.
Aguardamos la propuesta de Paquete Económico 2022 que se someterá al Congreso de la Unión este mes. En particular, será importante analizar cualquier cambio al esquema tributario vigente en un entorno de bajo crecimiento económico. En lugar de un incremento en impuestos, esperaríamos más bien medidas que fortalezcan el combate a la evasión y simplificaciones administrativas.
TASAS Y TIPO DE CAMBIO
En la reunión de banqueros centrales de Jackson Hole, Wyoming, el Presidente de la FED dio señales de cuándo empezaría la FED a disminuir de recompra de bonos; sin embargo, mencionó que esto no está relacionado con inicio de un ciclo de alza de tasas. Esperamos estabilidad en las tasas. En México, el Banco de México volvió a subir la tasa de referencia de política monetaria en 25 puntos base para dejarla en 4.5%. Nuestra perspectiva es que la suban hasta el 5.0% al cierre del año .
En la reunión de banqueros centrales de Jackson Hole, el Presidente de la FED estableció un panorama de cuándo empezará la FED a disminuir la recompra de bonos que hace, proceso conocido como “tapering”. Estimamos que tal evento sucederá en este mismo año, aunque en montos pequeños. Asimismo, se aclaró que el inicio del ciclo de alza de tasas aun luce lejano, lo que denota que la Reserva Federal tiene el propósito de no violentar los precios en los mercados financieros en general, ni afectar el proceso de recuperación de la economía y el empleo. Hasta ahora la expectativa por parte de los miembros de la FED de un primer movimiento de alza se mantiene hasta 2023.
La inflación sigue enmarcada en niveles relativamente altos, pero debido a factores relacionados con los problemas en las cadenas de suministro en el sector industrial a nivel global, así como altos precios de insumos y energéticos. En general, la expectativa de la FED, que el mercado aún valida, es que estos efectos se vayan diluyendo y permitan la desaceleración del incremento en los precios al consumidor. Sin embargo, el riesgo de una mayor persistencia en el tiempo de las presiones inflacionarias se mantiene, sobre todo por un ritmo de recuperación que seguirá apoyado por un gasto público importante y el escenario de mayores precios al productor.
Como resultado, las tasas de interés de los bonos del Tesoro de largo plazo observaron un comportamiento lateral dentro de un rango de operación entre el 1.15% a 1.35% durante el mes de agosto, con un cierre para el vencimiento de 10 años por debajo del 1.30%. La falta de concordancia con el entorno de crecimiento robusto e inflación alta es resultado del exceso de liquidez inyectado por la FED que consideramos continuará a pesar de la disminución en el ritmo de recompras de bonos. Consideramos que en el corto plazo continúen veremos un comportamiento lateral de las tasas en el futuro previsible.
En México, el Banco de México volvió a subir la tasa de referencia de política monetaria en la reunión celebrada el mes que recién terminó y la incrementó en 25 puntos base para dejarla en 4.5%. Nuestra perspectiva es que la suban hasta el 5.0% al cierre del año. La decisión divida entre los miembros de la Junta de Gobierno del Banxico se mantendrá y las próximas decisiones serán dependientes de los datos de inflación, la cual se moderó durante la primera quincena de agosto de 5.86% a 5.58% en el índice general por la imposición de precios máximos en la cotización del Gas LP; sin embargo, en el rubro subyacente se mantiene lejos de bajar y pasó de 4.68% a 4.78%, ante las presiones en los dos componentes: servicios y mercancías. El riesgo de la persistencia en las presiones inflacionarias es la contaminación de las expectativas de corto y mediano plazo; así como la contaminación en el proceso de la formación de precios en la economía. Por lo tanto, para contenerlas Banco de México debe continuar con el ciclo de alza de tasas.
A pesar de esto contexto de riesgo, la parte corta y media de la curva de tasas de interés de los Mbonos se relajó, dado un entorno más claro con respecto a las tasas en el exterior y la baja en la inflación general a nivel local. En la parte de largo plazo, el vencimiento de 10 años continuó en un comportamiento lateral entre 6.90% y 7.05%. En el contexto de la curva en su conjunto no podemos eliminar la expectativa de nuevos episodios de presión, ante el contexto de la presentación del presupuesto fiscal para el 2022, una nueva reunión de la FED y la oficialización del inicio de la disminución de inyección de liquidez, entre otros factores.
El dólar operó la primera parte del mes en el rango de los $19.80 y los $20.10 pesos; sin embargo, para el resto de agosto se rompió el máximo y llegó a tocar niveles máximo alrededor del $20.40 por dólar, aunque al final regresó hacia niveles de $20.05 pesos por dólar. El mercado local volvió a registrar flujos de salida inversiones de cartera en bonos gubernamentales y ya acumula más de $200 mil millones de pesos en lo que va del año; las ventas de posiciones durante el mes se debieron en gran parte por un entorno incierto por la pandemia a nivel global y eventos geopolíticos, como la situación en Afganistán. A pesar de lo anterior, el peso tiene cierta estabilidad anclada por el alto flujo de remesas, así como el comportamiento favorable de la balanza comercial.
Nuestra perspectiva para el dólar dado un panorama ligeramente más complaciente de la política monetaria de los Estados Unidos, y con un proceso de incremento en la tasa de referencia local, es que en el futuro previsible el tipo de cambio volverá al rango que ha observado en los últimos meses.
BOLSAS
El apetito por activos de riesgo continúa, con diversos referentes en máximos históricos. El balance se inclina una vez más en la percepción respecto a que prevalecerá un entorno favorable de buenos resultados corporativos y una paulatina retirada de estímulos monetarios. Sin embargo, esta ecuación luce frágil a la espera de que se normalicen los efectos de la pandemia por COVID-19 y las externalidades que ha generado. El referente mexicano ha destacado por su desempeño positivo y se sostiene en niveles no vistos anteriormente.
En agosto, el índice global MSCI que incluye mercados emergentes (ACWI) subió 2.4%, su mejor resultado mensual desde abril. Los sectores de tecnología y el financiero destacaron al alza nuevamente al ganar cerca de 4.0%, con ello se mantienen como los sectores con el mejor rendimiento al avanzar casi 20.0% en este año.
En EE.UU., el S&P 500 y el Nasdaq subieron 2.9% y 4.0%, respectivamente; ambos tocaron máximos históricos en el mes. El Stoxx Europe 600 ganó 2.0%. En contraste, el Hang Seng perdió (-) 0.3% al persistir las preocupaciones por la mayor regulación en China; cae (-) 5.0% en el año, desafiando pronósticos que lo fijaban como uno de los mercados con el mejor rendimiento esperado por la velocidad en la recuperación.
Poco ha cambiado en la percepción de los inversionistas. A pesar de experimentar ajustes, estos rápidamente se ven como una oportunidad para entrar nuevamente al mercado. Los mensajes recientes de la FED confirman que el retiro estímulos comenzará pronto, pero un alza en tasas de interés de referencia no forma parte de la agenda en los próximos meses. Esto, sumado a expectativas favorables en los resultados de las empresas, que se sostienen a pesar de las presiones en los costos de materias primas, sirve de soporte para las bolsas.
La pregunta evidente es ¿cuánto más podrán dar los índices este año? Los niveles parecen demasiado elevados. Sin duda hemos vivido por varios meses con la distorsión de una política monetaria que apoya a las bolsas, al mismo tiempo que los resultados de las empresas son sobresalientes. Y, aunque ambos aspectos deberían normalizarse, tanto por una economía que requerirá menos estímulos, como por resultados corporativos que ya no tendrán las sencillas bases de 2020 cuando se paralizó la actividad, no parece que esto ocurra en el corto plazo, y, por lo tanto, no existen demasiados elementos para pensar en que cambiará la retórica de los inversionistas en los próximos meses.
En agosto, seis casas de bolsa mejoraron sus estimaciones para cierre de año del S&P 500, la mediana del consenso de Bloomberg se ubica ahora en 4,400 unidades (vs. 4,523 actual). Con ello, los analistas, en su mayoría, siguen viendo una consolidación en estos niveles.
México luce sorprendente, el S&PBMV IPC avanzó en agosto 4.8%, apoyado por el avance de emisoras con importante peso, como AMX que ganó 18.5% en el mes. El referencial acumula una ganancia anual de 21.0%, este apunta a ser el mejor año desde 2009.
Es cierto que el escenario local ha mejorado y se disipan riesgos, además que el alza en tasas de interés de Banxico se espera a un ritmo moderado que no presione demasiado a las valuaciones. Sin embargo, nos parece que el movimiento amerita cautela y, de momento, no vemos elementos suficientes para ser mucho más optimistas en lo que resta del año. Reiteramos nuestra expectativa de cierre de 2021 en 51,500 unidades.