ECONOMÍA
El repunte en los casos de COVID-19, el estancamiento en el proceso de vacunación, el vencimiento de los beneficios por desempleo y la ausencia de estímulos fiscales adicionales no frenarán la recuperación de la economía de Estados Unidos. El crecimiento se mantendrá firme gracias a que no se observarán medidas de confinamiento tan estrictas como las que se implementaron a inicios de la pandemia. En el caso de México, el comercio y los servicios se mantendrán como el principal motor de la economía nacional.
El PIB de Estados Unidos creció 6.5% a tasa trimestral anualizada (tta) durante el periodo abril-junio de 2021. Si bien la cifra sorprendió a la baja (8.0% tta estimado), destaca que el consumo privado, variable que representa cerca del 70% del PIB norteamericano, creció casi 12.0% tta. La inversión no residencial mostró una inesperada contracción, particularmente la parte de infraestructura (-7.0% tta).
En cuanto al consumo, el resurgimiento de casos de COVID-19 podría influir negativamente sobre el ritmo de actividad del sector de servicios. No obstante, no anticipamos que el efecto sea tan perjudicial porque las medidas son menos estrictas que las que se implementaron a inicios de la pandemia. Ni siquiera en regiones donde el porcentaje de vacunación es bajo se observan acciones tan drásticas. De igual forma, a pesar que en septiembre vencerán los beneficios por desempleo en todos los estados de la Unión Americana, la reincorporación de trabajadores al mercado laboral permitirá mantener un sólido ritmo de gasto. Asimismo, aunque no se otorguen más estímulos fiscales a personas o a empresas, la tasa de ahorro es alta y el consumo potencial es significativo.
Hacia delante, es probable que la inversión no residencial (tanto construcción como maquinaria y equipo) reciban el impulso del plan de infraestructura que propone la administración del presidente Biden y que actualmente se discute entre miembros del Congreso. La propuesta es tan ambiciosa que los beneficios de este plan podrían extenderse más allá de este año.
Nuestro estimado de crecimiento para la economía de Estados Unidos en 2021 se mantiene en 6.5%. Nuestra previsión para 2022 permanece sin cambios en 3.5%. Por otra parte, ajustamos al alza nuestros pronósticos para la inflación promedio de 2021 y 2022 a 4.2% y 2.9%. Preocupa la persistencia de elevados niveles de inflación tanto en la parte general como en la subyacente. En particular, llama la atención que algunos componentes de la inflación subyacente aún podrían acelerarse debido a que éstos se ubican por debajo de su tendencia pre-pandemia (entre ellos servicios de transportación y hospedaje).
En cuanto a México, el PIB del segundo trimestre creció 1.5% respecto al periodo inmediato anterior. Las actividades terciarias (comercio y servicios) impulsaron nuevamente al PIB total al crecer 2.1% t/t. Las actividades secundarias (minería, construcción y manufacturas), que a inicios de la recuperación representaron la principal fuente de crecimiento, avanzaron sólo 0.4% t/t en esta ocasión.
Como lo hemos mencionado en publicaciones pasadas, las perspectivas para la demanda interna mejoraron. Y no sólo por un panorama más favorable para la inversión. El consumo se ve beneficiado por la reapertura económica (principalmente el sector de servicios), por el continuo proceso de vacunación (que incluye ya a todos los adultos mayores de 18 años) y por la negativa de las autoridades de decretar semáforos rojos a pesar del importante repunte en casos de COVID-19. Mantenemos nuestro estimado de crecimiento para México en 6.3% para 2021 y en 3.0% para 2022. La recuperación del PIB hacia niveles pre-pandemia será más lenta que la de otras economías donde sí se otorgaron estímulos fiscales para las personas o las empresas.
Al considerar la más reciente sorpresa al alza en la inflación de la primera quincena de julio, no descartamos que ésta cierre el año cerca de 6.00% anual en la parte general y 4.50% en la subyacente. Nuestras previsiones para 2022 se ubican en 3.78% y 3.68%, respectivamente. Preocupa que la inflación no cede a pesar que las distorsiones por el lado de la oferta podrían atenuarse, sobre todo las relacionadas con problemas en la cadena global de suministros. La demanda viene más fuerte gracias a una reactivación interna y eso podría ejercer mayor presión sobre los precios.
TASAS Y TIPO DE CAMBIO
Durante julio persistió la baja de tasas de largo plazo en Estados Unidos. La Reserva Federal (FED) mantuvo su postura sin cambios y se hubo comentarios sobre el posible inicio de la disminución de recompra de bonos. En México, la inflación no cede y se mantiene la expectativa de que Banxico subirá la tasa de referencia este mes .
La decisión de política monetaria de la FED mantuvo la tasa de referencia sin cambios. Asimismo, se discutió cuando empezaran a disminuir el conjunto de herramientas de liquidez que han contribuido a la recuperación de la economía. Nos parece que la Reserva Federal no tienen la intención de hacer cambios abruptos en los programas de recompra de papeles de deuda en el futuro previsible.
La FED está concentrada en consolidar la recuperación de la economía, la cual ha sido dispar entre los diversos sectores de actividad. El elemento principal son las métricas de empleo. En cuanto a la inflación, si bien se mantiene presionada, el banco central norteamericano ha remarcado que los factores temporales son el principal motivo de la aceleración en los precios al consumidor.
La permanencia de las facilidades de liquidez de la FED aun la podemos considerar indefinida, aunque se iniciaron las discusiones entre los miembros del Comité de Mercados sobre los mecanismos de reducción de las compras de activos. Dejaron claro que tienen el compromiso de anunciar con mucho tiempo de anticipación el inicio del retiro de los estímulos; con el fin de no violentar las valuaciones de ningún tipo de activo financiero o de la misma actividad económica.
Bajo este escenario, las tasas de interés de los bonos del Tesoro de largo plazo mantuvieron la tendencia de baja que se observa desde los máximos al cierre de marzo. En julio, la tasa a 10 años disminuyó más de 20 puntos base desde 1.46% con un cierre de 1.23%. Ni estos niveles, ni la tendencia de las tasas reflejan una concordancia con el entorno de crecimiento robusto e inflación alta. Creemos que la causa es, principalmente, del exceso de liquidez que busca acomodarse en los mercados financieros y la perspectiva de que la FED no hará cambios súbitos en la política monetaria y mandará señales anticipadas para cuando esto suceda.
En México, la inflación volvió a superar el consenso de los estimados de los analistas económicos durante la primera quincena de julio, como lo ha hecho en todas las quincenas de este año. En términos anuales la inflación alcanzó 5.75% en la general y 4.64% en la subyacente, no hay señales de baja en el futuro cercano. Esta tendencia de presión inflacionaria no da señales de cambio a la baja y al parecer se seguirán contaminando las expectativas de corto y mediano plazo. Por lo tanto, es muy probable que Banco de México vuelva a subir la tasa de referencia de política monetaria en la próxima reunión de este mes. Al menos lo hará en 25 puntos base para dejarla en 4.5%. Nuestra perspectiva es que mantenga la trayectoria para llegar al 5.0% al cierre del año.
Bajo este contexto, la pendiente de la curva de tasas de interés de los Mbonos ha disminuido, pero por la mayor presión en las tasas de corto plazo, ante la subida de Banxico y la expectativa de que lo seguirá haciendo. Mientras que en los largos plazos el vencimiento de 10 años osciló en un rango lateral entre 6.80% y 7.00%. No podemos descartar presiones en estos plazos ante un mayor riesgo, derivado del potencial mayor deterioro de las finanzas públicas, ante la situación de PEMEX, dada la nueva baja en la calificación de su deuda y con perspectiva negativa en las finanzas de la petrolera.
El dólar operó gran parte del mes en el rango lateral entre los $19.80 y los $20.10 pesos. El peso ha resistido la salida de flujos de inversiones de cartera que este año acumulan casi $170 mil millones de pesos. Este comportamiento de relativa estabilidad se debe a la entrada de recursos por el lado de las remesas, así como el saldo superavitario de la balanza comercial.
Nuestra perspectiva para el dólar está sujeta al desarrollo de la política monetaria, tanto local como la de los Estados Unidos, en donde, de materializarse la estabilidad externa y el incremento en la tasa de referencia local habrá un mecanismo de anclaje fortalecido en el diferencial de tasas de interés entre dólares y pesos, que puede contener salidas adicionales de inversión y complementará al flujo de remesas y comercio exterior. Pensamos que en futuro previsible el tipo de cambio respetara el rango descrito, aunque con algunos episodios de presión.
BOLSAS
La tendencia de las bolsas fue una vez más positiva durante julio. La aversión al riesgo, que se manifiesta por momentos, se evapora rápidamente; al tiempo que los inversionistas cambian sus apuestas de sector sin que implique una fuerte salida del mercado de capitales. Con ello, vemos nuevamente a referentes en máximos históricos y desafiando las expectativas de consolidación que prevalecen en las estimaciones para cierre de año. El mercado mexicano se une a esta tendencia, el S&PBMV IPC finalizó julio cercano a los 51,000 puntos, a pesar de haber descendido a las 49,000 unidades en días previos.
En julio, el índice global MSCI que incluye mercados emergentes (ACWI) subió 0.6%. El sector salud y tecnología destacaron con ganancias cercanas a 3.0%; en contraste, energía tuvo su primera caída mensual del año, perdió (-) 6.2%, afectado por la baja en el precio del petróleo ante el acuerdo de la OPEP para comenzar a aumentar su producción.
En EE.UU., el S&P 500 subió 2.3% y el Nasdaq 1.2%, tocando máximos históricos al interior del mes. El Stoxx Europe 600 avanzó 2.0%. El S&PBMV IPC de México avanzó 1.2% a 50,868 unidades. En contraste, destacó el fuerte ajuste de (-) 9.9 % del Hang Seng de China, con la presión del sector tecnológico ante temores de una mayor regulación.
No es de extrañar que la volatilidad haya estado presente en los mercados, partiendo de los niveles en los que se encuentran algunas bolsas y que las vuelve más frágiles ante acontecimientos como el aumento de casos de COVID 19 asociados a la variante delta. Lo anterior inyectó nerviosismo sobre las expectativas de recuperación económica que sirven de un importante de soporte para los rendimientos.
Sabíamos que la temporada de reportes corporativos abonaría a esta volatilidad. Las expectativas eran altas; pero, aun así, casi el 90% de las emisoras del S&P 500 que reportaron entregaron utilidades mejores a lo esperado.
Ya sea por la certeza en que lo peor de la pandemia quedó gracias a los avances en la vacunación, o el regreso a apuestas en sectores defensivos, o la confianza de que, en el peor de los casos la política monetaria será soporte si la situación empeora, las bolsas no dejan por demasiado tiempo sus máximos históricos.
Los pronósticos de los analistas siguen apuntando a una consolidación: la mediana del consenso de Bloomberg fija el nivel de cierre de año del S&P 500 en 4,300 unidades (vs. 4,395 actual). Incluso los pronósticos más optimistas (de 4,600 puntos) hablan de poco espacio para mantener el rally con fuerza en el resto del año.
El caso de la bolsa mexicana nos parece una historia similar. Los resultados corporativos han sido positivos en su mayoría; pero, la base de comparación estaba distorsionada por la pandemia, por lo que los altos crecimientos (el EBITDA trimestral del S&PBMV IPC aumentó casi 40% AaA) podrían moderarse hacia delante. Si bien consideramos que existe un mejor panorama para la bolsa local que al inicio del año, nos parece que las cotizaciones actuales ya lo reflejan y con ello el potencial hacia delante luce reducido. De momento, reiteramos nuestro estimado de 51,500 unidades para cierre de año.