Perspectiva Mensual Agosto 2020
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ECONOMÍA
Estímulos fiscales y monetarios sin precedente mitigaron la caída del PIB norteamericano en el segundo trimestre de 2020. En países donde no hubo estímulos, la contracción de la economía fue más severa. Anticipamos que la recuperación será muy lenta, más en aquellas regiones donde la reacción de los gobiernos y los bancos centrales fue nula, débil o a destiempo.
El balance de la Reserva Federal de Estados Unidos (FED), ubicado alrededor de los US$7 billones, podría continuar al alza en un intento de contener la caída de la economía norteamericana. Además de las medidas del banco central, la intervención del Gobierno ha logrado moderar el fuerte impacto de la crisis del coronavirus.
El primer paquete de estímulos fiscales por US$2 billones aprobado en marzo ayudó a reactivar el consumo, variable que representa cerca del 70% del PIB. Estos apoyos, junto con el estímulo monetario de la FED, evitaron la quiebra de miles empresas y la pérdida de millones de empleos más en Estados Unidos.
Si bien al cierre de esta publicación aún se discutía un segundo paquete de estímulos fiscales en el Congreso norteamericano (pues los beneficios del primer paquete vencieron el 31 de julio), es muy probable que éste se apruebe en cuestión de días. Por otra parte, la composición de los apoyos, e incluso la suma total, podrían ser muy distintas respecto a las aprobadas en marzo. El resultado final dependerá del poder de negociación de Demócratas y Republicanos.
De acuerdo con la Oficina de Análisis Económico de Estados Unidos, el PIB del periodo abril-junio de 2020 registró una contracción de (-)9.5% a tasa trimestral simple (equivalente a la tasa trimestral anualizada de -32.9% que se publicó en el informe). Sin duda, la falta de reacción por parte del Gobierno y el banco central hubiera generado una caída más pronunciada.
En Europa, el estímulo monetario por parte del banco central fue significativo pero el estímulo fiscal llegó hasta julio, por lo que las economías de la región cayeron más que Estados Unidos en el segundo trimestre (-12.1% respecto al periodo enero-marzo).
En México, un estímulo monetario cauteloso no se vio complementado con un estímulo fiscal significativo y el PIB del segundo trimestre registró una caída de -17.3% a tasa trimestral. El deterioro de la economía no se mitigó a pesar de la reactivación de algunos sectores clasificados como esenciales por parte de la autoridad en junio. Si bien es probable observar un aumento en la actividad del periodo julio-septiembre, éste será insuficiente para llevar al PIB hacia los niveles registrados antes de la contingencia sanitaria.
Los indicadores de percepción en Estados Unidos han mostrado aumentos importantes recientemente, incluso llegando a niveles similares a los observados a principios de año. Esta situación no se observa con los principales indicadores de percepción de México, pues además de políticas públicas que no generan crecimiento, también se arrastra una debilidad estructural que se manifestó meses antes de la llegada del COVID-19 a nuestro país.
El mayor gasto público que pueda ejercer el Gobierno no generará crecimiento si persiste la falta de confianza entre los agentes del sector privado. Lo anterior, más la falta de estímulos fiscales que logren detonar crecimiento, no hará más que retrasar el inicio de la recuperación económica en nuestro país.
Mantenemos nuestro estimado de (-)9.3% para la caída del PIB en 2020 y un crecimiento de 2.9% en 2021. El principal riesgo a la baja para este pronóstico sería un nuevo confinamiento que paralice la actividad de los principales socios comerciales de México ante un repunte todavía mayor en los contagios de coronavirus.
TASAS Y TIPO DE CAMBIO
En su reunión celebrada a finales de julio la Reserva Federal (FED) no realizo cambios a su postura de política monetaria, se mantienen tasas en los mínimos y los programas de inyección de liquidez; en septiembre se espera un reforzamiento, posiblemente ligar la guía para el futuro previsible al objetivo de inflación. En México, se mantienen las presiones inflacionarias y esto alimenta la expectativa de que Banxico podría hacer una pausa en el ciclo de bajas de tasas que realiza desde el inicio de la pandemia.
Como se esperaba, no hubo cambios en la política monetaria de la FED. Se reiteró la idea de mantener la tasa de referencia en mínimos; así como el conjunto de herramientas para proporcionar liquidez y estabilidad a los mercados financieros, así como incentivar la recuperación de la economía. Para septiembre se espera que el banco central norteamericano haga el reforzamiento de la política monetaria por medio de centrar las expectativas para el futuro previsible en torno al objetivo de inflación. El objetivo primordial de la FED es enfatizar que cuando la inflación haya alcanzado, e incluso rebasado temporalmente, el objetivo de inflación de 2%, podría deducirse una consolidación de la recuperación.
Además del estímulo monetario reforzado, están por aprobarse nuevos estímulos fiscales por parte del gobierno para apuntalar una recuperación económica en el menor tiempo posible. No obstante, la percepción general es que el proceso es más lento de lo que se estimó al inicio de la pandemia derivado del repunte de casos de COVID-19 y la falta del control del mismo en los Estados Unidos.
Con esto, las tasas de interés de los bonos del Tesoro operaron en un rango de 0.54% a 0.72% para el vencimiento de 10 años, con un cierre de mes muy cercano al mínimo de este intervalo. La tendencia de baja fue clara a lo largo de este periodo, derivado de la búsqueda de una menor exposición al riesgo por parte de los inversionistas entre los diversos activos financieros, dados los datos de caída en el PIB del segundo trimestre y la expectativa de una recuperación lenta y errática para los siguientes meses.
En Europa, se concretó la aprobación de un paquete de estímulo fiscal por parte de la Unión Europea por 750 mil millones de euros. Se trata de un hecho sin precedentes, así como un paso importante para la consolidación fiscal de esta región, a lo que sumado a la política monetaria de tasas bajas podría ayudar a tener una recuperación económica mucho más acelerada de lo que se está dando en los Estados Unidos, dado el control más eficiente que han hecho sobre la epidemia, hasta el momento.
En México, las presiones inflacionarias continúan ante el impacto de mayores precios de mercancías, alimentos y bebidas, debido a la mayor demanda por estos productos y el impacto por el lado de la oferta (desabasto), como resultado de la pandemia. Además, se ha conjugado con un repunte por el lado de los costos de los energéticos, en especial las gasolinas. Bajo este contexto, las estimaciones para la inflación al cierre del año se han incrementado, pero no rebasan el límite superior del objetivo (4%).
Las expectativas con relación a la política monetaria se centran en una baja la tasa de referencia en 50 puntos base a niveles de 4.5%, este mes de agosto. Sin embargo, Banxico podría mandar un mensaje de mayor cautela con relación a la tendencia de la inflación e incluso hacer una pausa en el ciclo de baja de tasas después de esta reunión. Habrá que esperar como sopesa Banxico el repunte de la inflación y el escenario de recesión por el que pasa la economía mexicana desde hace 6 trimestres, pero que se profundizo durante los últimos meses.
Bajo este contexto, las tasas de interés para el Mbono con vencimiento de 10 años mantuvieron una tendencia lateral dentro de un rango de operación entre 5.62% y 5.86%, con cierre ligeramente por debajo del 5.70%. Asimismo, el diferencial entre las tasas de corto plazo y aquellas con vencimientos de 10 años y superiores se mantienen en los mismos términos que el mes pasado (225 puntos base). Los participantes del mercado aun consideran que la curva esta valuando un mayor riesgo, por la situación de las finanzas públicas y PEMEX.
Con relación al tipo de cambio, el peso se recuperó frente al dólar; este cerró el mes cerca de los $22.2 pesos, con una apreciación para la moneda nacional de 3.85% a lo largo del mes. Este comportamiento fue el resultado de una recuperación parcial de los flujos de entrada de inversionistas extranjeros hacia mercados emergentes, entre ellos México. Asimismo, la actividad del comercio exterior se recuperó, principalmente en las exportaciones, lo que permitió un superávit comercial en junio de más de 5 mil millones de dólares.
Sumado a lo anterior, hay un freno para la fortaleza del dólar frente a las principales monedas, como el Euro, Libra, Yen, entre otros; derivado de una expectativa de recuperación de crecimiento mucho más lenta e irregular, por la falta de control de la pandemia. Lo que también ha contribuido a la recuperación del peso. Con esto, nuestra perspectiva para el dólar es que se mantenga en un piso de $22.0 pesos y un máximo de $23.0 en el futuro previsible.
BOLSAS
Las bolsas mantuvieron, en su mayoría, una tendencia positiva; los inversionistas enfocan su atención en las noticias que apoyan la expectativa de una rápida recuperación y en el soporte de una abundante liquidez por un tiempo prologando. Una vez más destacaron algunos mercados emergentes, y, como ya es costumbre, el referente tecnológico Nasdaq de Estados Unidos. Entre las excepciones a este movimiento alcista estuvo México: el S&PBMV IPC se mantuvo presionado cercano a las 37,000 unidades.
El índice global MSCI que incluye emergentes (ACWI) subió 5.1% en julio. El S&P 500 de EE.UU. ganó 5.5%, el Nadaq 6.8%, mientras que el Stoxx Europe 600 retrocedió (-) 1.1 por ciento.
Destacó el desempeño de emergentes, el índice MSCI que engloba a estos mercados avanzó 8.4%. El Bovespa de Brasil sobresalió con la ganancia de 8.3% en el mes. Sin embargo, el mercado mexicano se mantuvo bajo presión y el S&PBMV IPC perdió (-) 1.8%.
Las bolsas estuvieron enmarcadas en dos corrientes. En sentido positivo: los avances de una vacuna para el COVID-19, la recuperación de indicadores económicos y el refuerzo de importantes estímulos, ahora fiscales. En sentido negativo, nuevos casos de contagios que amenazan con una nueva paralización económica; así como tensiones geopolíticas enfocadas entre EE.UU. y China.
La balanza se inclinó hacia las buenas noticias y la mayoría de las bolsas operó con ganancias. El S&P 500 se sumó al Nasdaq en registrar un rendimiento positivo en el año; aunque más moderado.
Sin ser necesariamente el catalizador, la temporada de reportes corporativos fue otra variable que acaparó la atención. Las cifras fueron débiles: las utilidades trimestrales del S&P 500 (hasta ahora) han caído (-) 41% AaA, el consenso esperaba una contracción de (-) 40 por ciento. Cerca del 85% de las emisoras de la muestra que han reportado (63% del total) entregaron una utilidad mejor a la esperada.
Esta tendencia positiva en el mercado de capitales y el mayor apetito por riesgo ha hecho que los analistas mejoren sus estimaciones de cierre del año para el S&P 500; la mediana de Bloomberg se ubica actualmente en 3,100 unidades (desde 2,900 previo).
México es un caso distinto, el referencial se vio presionado en el mes por factores de riesgo locales, como una pandemia que ha sido controlada de forma menos eficaz que en el resto del mundo y la debilidad financiera de PEMEX, entre otros. La temporada de reportes corporativos resultó mixta, destacando las afectaciones del COVID-19 en los resultados. Sin embargo, destacamos positivamente que algunos de los sectores más lastimados por la crisis sanitaria revelaron al cierre del trimestre una recuperación conforme se reactivaron las actividades.
Si bien esto es una señal favorable, preferimos no adelantarnos a los hechos y reiterar por ahora nuestra estimación de nivel de cierre del S&PBMV IPC en el año en 37,700 unidades, ante riesgos aún importantes que existen para la recuperación económica. Estamos actualizando nuestras valuaciones de las emisoras bajo cobertura para determinar si existen elementos que generen una proyección diferente.
Declaraciones
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