Banxico con la credibilidad en juego
Hay que hablar del tipo de cambio. La devaluación reciente ha sido muy violenta. Tan solo en el mes transcurrido entre el 16 de agosto y el día de ayer el peso se ha devaluado en $1.66 pesos, (de 18.06 a 19.61 pesos); el 8.5 por ciento. Este movimiento sólo puede generar malestar entre los agentes económicos y, sin duda, pone en juego la credibilidad del Banco Central.
El mayor síntoma de molestia es la perplejidad de muchos al ver que las autoridades hasta ahora no han hecho nada para frenar la espiral devaluatoria. Muchos claman por un aumento inmediato a las tasas y medidas adicionales de control sobre el tipo de cambio. El temor principal, muy entendible, es que la devaluación acumulada se refleje en una inflación mucho mayor. La inflación de la primera quincena de septiembre, publicada ayer sigue reflejando presiones en el subíndice de mercancías y en los precios al productor. Mientras más suba el tipo de cambio más difícil será mantenerlos contenidos.
¿Por qué no han hecho nada las autoridades hasta el momento? Al parecer hay asuntos de carácter temporal que han estado influyendo en la cotización. Uno era la posibilidad de que la FED subiera las tasas de interés; otro, es el riesgo de que gane Donald Trump en las elecciones en los Estados Unidos. No hay precisión con respecto a los efectos adversos de un evento como tal, pero los mercados prefieren cubrirse y México es sin dudas el principal afectado. Basta ver la diferencia que hay entre la volatilidad implícita en los futuros del dólar a uno y dos meses para entender que muchos participantes están “cubriendo” el evento.
Intentar aplacar al tipo de cambio a punta de incrementos en las tasas tiene riesgos también. Si los factores que ahora presionan la percepción con relación al peso se resuelven a favor (Una victoria de Hillary, que el Gobierno cumpla con los objetivos de finanzas públicas establecidos, que la inflación no repunte en la misma proporción, que las tasas en el exterior no se muevan o lo hagan con suficiente lentitud). Las autoridades podrían haber generado un entorno muy restrictivo con tasas más altas y un tipo de cambio a la baja, sobre un contexto de debilidad ya existente.
Por lo pronto, la FED no subió sus tasas antier y dibujó de nuevo un panorama para los próximos 15 meses de mucha gradualidad en los posibles aumentos futuros. El tipo de cambio descendió marginalmente de $19.88 a $19.61 pesos. Creemos que las autoridades se esperarán a ver la evolución del tipo de cambio en los siguientes días. En especial, un resultado favorable a Hillary Clinton en el debate del próximo lunes podría empujar más a la baja la cotización.
De todos modos es probable que Banxico suba las tasas el siguiente jueves. Creemos que no lo hará en más de medio punto porcentual y que intentará dejar en claro que no va a perseguir un tipo de cambio menor a fuerza de incrementos continuos a la tasa de corto plazo. La idea es que las expectativas de inflación se mantengan más o menos estables.
La proporción y la lectura de las autoridades son lo más importante. Está en juego la credibilidad de Banxico en varios frentes: En cuanto a la lectura sobre los impactos sobre la inflación, y también a la lectura sobre los factores que mantienen presionado al tipo de cambio..
En sus anteriores intervenciones Banxico no ha sido del todo claro. Hablo de la presión similar sobre muchas monedas, nos hizo entender que si el movimiento era simétrico, no había mucho que hacer en el control de la devaluación; no obstante, hoy parece que el peso tiene exclusividad en perder valor contra el dólar, acumula una devaluación cercana al 12% y la depreciación más próxima (con excepción del peso Argentino) es la del Yuan Chino de sólo 2%.
También el Gobernador de Banxico fue explícito en señalar que un nivel de $17.20 significaba un peso claramente subvaluado, insinuando que era un nivel exagerado; pero hoy lo añoramos. La autoridad todas las veces habla de vigilar que no exista un movimiento que pudiera provocar impacto sobre los precios y las expectativas de inflación; y en este episodio parece no tener en consideración tales elementos.
Como dije, creo que subirán las tasas; pero deseo más que la Junta de Gobierno no se equivoque en su diagnóstico y en la proporción de tal alza, el costo mayúsculo sería sobre su credibilidad y esa tomaría mucho tiempo resarcirla.
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La rebelión de las tasas

El fenómeno resulta interesante, ya que no hay una correspondencia en la parte de un mayor riesgo de inflación o de un crecimiento mayor; se trata al parecer de un tema de desconfianza.
No parece haber un rebote significativo de la inflación ni de las expectativas de mediano plazo. Tampoco han cambiado mucho las circunstancias de crecimiento en el mundo, ni las trayectorias específicas de algún país. Sin embargo, de repente las tasas correspondientes a plazos muy largos se movieron notoriamente al alza desde la semana pasada.
Parece ser que hay un brote de desconfianza. ¿Hacia qué? En primer lugar a la efectividad de las políticas monetarias que se aplican actualmente. Si bien no se espera un viraje de las políticas expansionistas, si hay el reconocimiento de que éstas han sido poco efectivas en detonar un mayor crecimiento acelerado, por lo tanto hay la sensación de que una permanencia de tasas bajas no es sostenible a la larga.
Esta percepción se ha alimentado, principalmente, de las declaraciones de las mismas autoridades al respecto. En especial, algunos gobernadores del Comité de Mercados Abiertos de la FED (FOMC, por sigla en inglés) que han insistido en que un aumento a las tasas de referencia puede ser justificable incluso a partir de este mes.
En segundo lugar hay cierta desconfianza por la evolución reciente de los réditos de largo plazo en Japón. Tan sólo en tres semanas el alza de las tasas de largo plazo en dicho país ha sido bastante violenta. La razón aparente de este movimiento de tasas tiene que ver con la posibilidad de la aplicación de un plan de estímulo fiscal hacia la economía. Esto significa un mayor endeudamiento por parte del gobierno y tasas mayores. Esta posibilidad también se discute en Norteamérica y otros países desarrollados de Occidente; si es así, es entendible que haya desconfianza también en los niveles de las tasas de largo plazo.
Habrá que estar atentos en las próximas semanas a ver si esta aparente “rebelión” en los mercados de dinero se confirma. La próxima semana se reúne el FOMC. No pensamos que suban las tasas en esta ocasión, ello podría reducir el peligro de un aumento de expectativas con relación a un aumento de las tasas de largo plazo.
Mientras tanto, la sensibilidad ha crecido entre los inversionistas producto de las elevadas valuaciones y los fuertes rendimientos que se generaron en las semanas anteriores. Simplemente desde sus niveles actuales, muchos precios de activos financieros lucen frágiles. La esperanza de que no se presente un ajuste mayor reside en la inacción de las autoridades con relación a las tasas. Punto.
Ya se descuenta la debilidad del crecimiento y por ese lado hay pocas expectativas de recuperación. Luego entonces, el cambio en la gran distorsión que sostienen los mercados provendrá de lo que decidan los banqueros centrales y, en segundo orden, los cambios que puedan suceder ante procesos electorales importantes; principalmente el de Estados Unidos.
El entorno no ha cambiado en cuanto a su esencia. Pero el aumento reciente de las tasas largas en el mundo describe un ambiente que seguirá generando mucha volatilidad de las cotizaciones y sacudidas, en momentos relevantes, en todos los mercados y tipos de activos financieros.
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http://eleconomista.com.mx/mercados-estadisticas/2016/09/14/rebelion-las-tasas
Percepción golpeada

El fuerte impulso que los inversionistas globales han dado a la valuación de activos proviene de los efectos de estas políticas: tasas bajas y exceso de liquidez.
La situación es perversa ya que la burbuja de precios de activos financieros que existe en muchos mercados no se puede romper a menos que hubiese una tendencia clara de inflación o de crecimiento que permita elevar las tasas; de otro modo, no habrá un banco central que se atreva a elevar las tasas y a dejar de surtir liquidez, ya que eso provocaría una situación de incumplimientos fuertes y mucha sangre, vale decirlo.
Algunas opiniones sugieren que es necesaria una política de corte fiscal más activa; es decir, un mayor gasto por parte del gobierno en la forma que sea. Japón es el primero que ha hablado sobre el asunto.
¿Qué ha pasado? Que las tasas de interés de largo plazo en el país asiático comenzaron a subir. ¿Desconfianza hacia un endeudamiento que ya de por sí es enorme por parte del gobierno? ¿Reconocimiento que no hay de otra en cuanto a las políticas monetarias?
El mundo corre en un terreno peligroso en cuanto a los flujos de recursos y la situación de las economías. Hay mucha incertidumbre hacia adelante.
La realidad es que tomará bastante tiempo lograr un crecimiento que tenga otra cara, sin que ello a su vez no descarrile a los entusiasmados mercados financieros.
En ese contexto tan difícil México en lugar de intentar vender una mejor historia (ver en este mismo espacio: “Ninguna Historia que Vender”, El economista, 21 de julio del 2016), se crea una telenovela más desesperante. La promesa de estabilidad en las finanzas públicas —no tengo duda de que se pueda cumplir— resulta menos vendible ante la aparente crisis política que surge del gobierno con los cambios y renuncias anunciadas.
Parece que hay temas que resultan más relevantes, en especial el acomodo político. No es una señal de confianza que en la semana en que se anunciará el evento más importante para cuadrar la expectativa financiera del país, la presentación de la Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos del 2017, renuncie la parte clave del equipo que la ha venido diseñando.
Insisto de nuevo en que cumplir con las promesas de un superávit primario en el 2017 y una reducción en el tamaño de los requerimientos fiscales del sector público (RFSP) es algo lograble; hay una alta probabilidad de que en varios meses estemos viendo la prueba de tales ajustes.
Pero la idea resulta más difícil de vender si se acompaña de estos movimientos que no pueden dejar de despertar suspicacias.
Creo que la percepción está muy deteriorada y que al final la historia no va a ser tan terrible. Como decía, las finanzas públicas se pueden enderezar si ésa es la voluntad, expresada de nuevo del gobierno. También creo que el ruido detrás de la presión inflacionaria es excesivo y que no habrá un desbordamiento.
Considero que Banxico no tendrá razones para subir las tasas en este semestre, al menos hasta diciembre y siempre y cuando la Fed haga lo propio.
Creo también que cerraremos el año con un crecimiento positivo cercano a 2.0%. Pocos cambios en el escenario para tanto ruido, ¿no cree?
El 2017 seguirá siendo un año de ajustes. Lo que debemos esperar es que la inercia global se comporte más decente de lo que lo ha hecho este año, el cual, reconózcalo, ha sido una locura en cuanto a cambios de percepción.
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