De la caída a la desesperación
El segundo trimestre será menos sorpresivo, pero no cambiará mucho en cuanto al comportamiento de los mercados. Es probable que haya correcciones mayores y que continúe el ambiente volátil.
Tal vez no sea el trimestre que va a pasar a la historia por ser el peor en la magnitud de sus pérdidas como lo fue el primero, pero va a ser muy doloroso para los agentes económicos y para los inversionistas que verán con desesperación que las cosas cambian poco.
El día de ayer puede ser un buen indicador de la fuerte inquietud entre los inversionistas.
Volvieron a generalizarse las pérdidas. Las bolsas en Estados Unidos, en sus tres principales índices (Dow Jones, S&P 500 y NASDAQ) perdieron en promedio 4.4%, las bolsas en Asia seguramente descenderán por la noche, en Europa la jornada fue también de retrocesos de similar magnitud.
Abril puede ser un mes en que las bolsas, después del rebote provocado por los anuncios de los planes de estímulo, vuelvan a intentar tocar los niveles mínimos e incluso romperlos hacia abajo. Nadie podría sorprenderse si el índice Standard & Poor’s 500 alcanza 2,000 puntos en una renovada tendencia de baja.
Ya lo habíamos mencionado antes, mientras no haya una solución evidente al problema del contagio y mientras no hayamos pasado las semanas más críticas, en las cuales apenas estamos entrando en Estados Unidos, el Reino Unido y otras regiones, las economías y los mercados financieros mantendrán un elevado grado de fragilidad.
Lo que hemos visto hasta el momento es información muy mala en los datos publicados a nivel global. En los países desarrollados, los indicadores adelantados de la industria muestran caídas que todavía no parecen significativas, incluso el dato de China muestra un rebote poco explicable en el mes de marzo. Los indicadores de empleo en Estados Unidos ya están muy estresados y este viernes seguramente veremos la confirmación de la destrucción de empleos en el mes pasado.
El panorama para la economía de México no era positivo antes de la pandemia. Hasta el cierre de marzo, los indicadores adelantados más relevantes corresponden a febrero y éstos no han sido buenos.
El desempleo aumentó, la construcción se mantiene a la baja, las exportaciones petroleras (y el precio del petróleo) registran fuertes caídas y las importaciones disminuyen ante una menor demanda por bienes de consumo, de capital y de bienes intermedios que se utilizan en la producción manufacturera.
A todo esto, hay que agregar una nueva caída en la confianza del sector privado ante la falta de claridad en algunas decisiones del gobierno, así como la falta de proyectos productivos que detonen la inversión y el crecimiento del país.
En este mes veremos más de frente el daño en tanto a nivel global como local. En primer lugar, se intensificará velozmente la caída del empleo.
En segundo, es muy probable que veamos a muchas empresas caer en situaciones de default e incumplimiento en los pagos de sus deudas. La desesperación será una característica que aparecerá con fuerza conforme pase el tiempo y la respuesta de las autoridades no podrá ser otra que a través de paliativos hasta que pase el efecto de la pandemia.
Los inversionistas en los mercados globales saben lo que viene y por ello siguen demandando liquidez y buscan rebalancear sus portafolios.
No es algo sencillo, y genera muchos problemas, el hecho de que todos los manejadores de portafolio busquen vender activos y hacerse de efectivo.
La Reserva Federal está comprometida a utilizar un fuerte arsenal de recursos para apoyar a que no se corte la liquidez en los mercados de crédito.
Confórmese con saber que el problema de los circuitos de crédito no está finalizado y con ése ya puede usted estar imponiendo un bloqueo muy serio a la posibilidad de que las bolsas sostenga un alza.
Estos problemas no van a ser ajenos en México. Aquí la incertidumbre es mayor si los desempleados no cuentan con un seguro como en otros lados.
Aquí también muchos negocios lo pasan mal, las quiebras tampoco serán pocas y no hay señales de que el gobierno pretenda imponer apoyos extraordinarios en términos fiscales o de recursos.
En Invex, nuestro economista estima que la caída del PIB puede ser similar a la del 2009 (-6.0 por ciento).
El problema es que también aquí se vienen los días más críticos. Incluso una vez solventados éstos, las voces de desesperación se escucharán más fuerte. En este contexto, no hay mucho que esperar en los mercados.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/De-la-caida-a-la-desesperacion-20200401-0140.html
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