La variable más elocuente no es el tipo de cambio
La variable más elocuente no es el tipo de cambio
A pesar de que su tendencia ha sido de alza desde el pasado mes de junio, hay otro indicador que es más elocuente para mostrar el nivel de preocupación de los inversionistas con respecto al futuro de las inversiones en el país, el rumbo de la economía y el nivel de riesgo, a dicha se le conoce como el “premio al riesgo”.
El lugar común que mucha gente utiliza para medir el estatus del riesgo del país es el tipo de cambio. El valor absoluto del dólar tiende a representarse como el indicador más directo de si el país va bien o va mal en términos de riesgo.
A pesar de que su tendencia ha sido de alza desde el pasado mes de junio, hay otro indicador que es más elocuente para mostrar el nivel de preocupación de los inversionistas con respecto al futuro de las inversiones en el país, el rumbo de la economía y el nivel de riesgo, a dicha se le conoce como el “premio al riesgo”.
El premio por riesgo es el diferencial que existe entre las tasas de interés en el exterior y las tasas de interés domésticas.
De este modo podemos decir que si la tasa de un bono del Tesoro a 10 años emitido por el gobierno de Estados Unidos paga un interés de 4.3% y la tasa al mismo plazo de un bono emitido por el gobierno de México paga un interés de 10%, estamos hablando que existe una diferencia de 570 puntos base, 5.7% puntos porcentuales que representa el premio que los inversionistas exigen por comprar la deuda de México.
¿A qué responde el premio al riesgo? Pues a la precepción o sensibilidad que tienen los inversionistas con respecto a la estabilidad de su inversión.
El premio por riesgo que se registra hoy en día simplemente describe que hay una percepción mayor de riesgo que la que existía a principios del año con respecto a las inversiones en México, principalmente de cartera.
Independientemente de lo que usted piense sobre si las cosas funcionan bien o mal en el país, ahí es donde estamos ubicados en estos momentos, en una zona que refleja mucha cautela.
Desde el 2018, cuando el cambio de gobierno dio lugar a políticas que representaron un evidente cambio de rumbo en varios aspectos, el premio por riesgo ha alcanzado en sus momentos más optimistas un nivel de alrededor de 500 puntos base; ese ha sido el valor mínimo que ha tenido la variable en los últimos seis años y hoy el indicador apunta a sus niveles máximos (con excepción del enorme salto que se registró en la pandemia).
¿Qué tiene que pasar para que este indicador baje? En primer lugar, le diría que no se engañe con el tema de las elecciones en Estados Unidos, gane quien gane, las presiones para el país serán elevadas.
Tal vez haya una disminución parcial si ganan los demócratas; pero el efecto del bajo crecimiento esperado, del nivel de tasas aún elevado, del efecto en la percepción que ha provocado las recientes iniciativas aprobadas en el Congreso, la posibilidad de que haya distorsiones en el tema fiscal por el elevado tamaño del déficit, etc.; probablemente impidan que el premio al riesgo rebase hacia la baja los niveles mínimos que hemos visto desde el 2018.
En otros momentos, cuando hubo optimismo el premio por riesgo llego a ser incluso inferior a 280 puntos base (por ejemplo, al inicio del gobierno priista en 2012), pero los apremios del país en los años subsecuentes han vuelto a reubicar esta variable en niveles altos.
En el 2025 no hay mucha expectativa para un cambio de nivel, al menos por ahora. En el exterior la presión de la situación fiscal y de crecimiento no hacen pensar que, a pesar de la situación favorable de la inflación, las tasas de interés de largo plazo ni en Estados Unidos ni en México vayan a disminuir sustancialmente.
Si no se espera una disminución importante de las tasas de interés, ya puede ir usted deduciendo que los próximos meses será muy complicado para que el premio por riesgo disminuya y veamos tasas de largo plazo en México inferiores al 8.5 por ciento.
Tendría que haber señales claras de control fiscal, de atracción de inversión, de menor riesgo en la estructura de crecimiento (en especial ante la próxima revisión del T-MEC) para que floreciera un ambiente de optimismo que hoy no está sobre la mesa, al menos en las variables que lo podrían reflejar.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
La variable más elocuenteno es el tipo de cambio
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