Columna: El mejor de los mundos, por un rato.
Columna: El mejor de los mundos, por un rato
Hay una ventana de tiempo en que los inversionistas de deuda vivirán el mejor de los mundos. Ello quiere decir que, con riesgo o sin él, recibirían ganancias interesantes en sus portafolios. Es solo un caso en que las circunstancias juegan a favor. Por supuesto es un fenómeno temporal, pero no por eso debe dejar de aprovecharse.
La semana pasada le platicaba que el cúmulo de datos y noticias en los mercados combinan la idea de una desaceleración en el crecimiento económico junto con un descenso de la inflación un poquito mayor al anticipado. Esta narrativa ha formado una expectativa de que la etapa de aumentos de tasas de interés por parte de los bancos centrales ha terminado. No solo eso, se ha acrecentado la expectativa de que las tasas de interés de referencia comenzarán a disminuir. De hecho, hay quienes anticipan el inicio del ciclo de baja a partir de marzo del 2024.
Como es natural, las tasas de plazos largos han comenzado a disminuir desde ahora anticipando tal evento. La tasa del bono del Tesoro de Estados Unidos a un plazo de 10 años, que al inicio de noviembre se ubicaba en un nivel de 4.98%, se ha reducido para registrar el día de ayer niveles de 4.53 por ciento.
En el caso de México, la tasa del bono al mismo plazo ha tenido una baja más contundente, de niveles de 10.25% al inicio del mes a un de 9.45% registrado el día de ayer. La magnitud de la tasa, el período más prolongado que la tasa de un día lleva sobre el mismo nivel y el cambio de frase de Banxico en su comunicado en donde declaró que la tasa de referencia se conservará ahí “por cierto tiempo” en lugar de “por un tiempo prolongado”, motivaron este relativo mayor entusiasmo.
Una baja de tasas en plazos largos no es algo trivial. Los precios de los bonos se mueven en sentido inverso al de las tasas; ante un alza de tasas se devalúan los precios, por el contrario, ante una baja de tasas hay una revaloración. Invertir en plazos largos en un episodio en donde las tasas bajas aportan al inversionista no solo la ganancia por intereses, sino una plusvalía en sus posiciones.
Le doy un ejemplo: El mismo bono a 10 años que al cierre del lunes se cotizaba a una tasa de 9.68%, podría registrar un retorno de hasta 15% si dicha tasa en los próximos doce meses baja un punto porcentual.
Aparentemente estamos por entrar en una etapa en donde, además del fin en el ciclo de alzas en las tasas, podríamos observar una baja paulatina. Los mercados en los plazos largos adelantan, tal vez con demasiado entusiasmo, tal escenario.
Ahora bien, es un supuesto todavía atrevido pensar que los bancos centrales van a reducir las tasas de referencia rápidamente. Las inflaciones subyacentes (descontando energía y alimentos) aún están lejos de sus objetivos y el descenso en el crecimiento (en Estados Unidos) aun es relativo; no se diga en el caso de México en que el descenso es más lento.
Debido a lo anterior hay una ventana muy agradable para los inversionistas en deuda. Si no toman riesgo, es probable que las tasas de corto plazo sigan siendo altas y el rendimiento real de sus inversiones (al descontar la tasa futura de la inflación) siga siendo muy positivo. Si por otro lado, deciden hacer inversiones a mayor plazo, es probable que sus ganancias sean un poco mayores y no tengan nada que ver con el desastre de los últimos dos años.
La ventana es temporal y su duración está condicionada a las circunstancias tanto del desempeño económico como a la permanencia de una trayectoria de inflación a la baja. Pero no deja de ser interesante que, por un tiempito, la diversificación en deuda va a ser redituable en cualquier postura que se adopte.
Columna: El mejor de los mundos, por un rato.
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Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
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