Después del caos, enfoque bien sus expectativas
Los movimientos de los mercados desde el viernes pasado han sido violentos. Hay un cambio sustancial en la idea sobre el futuro de la inflación y también se dio un giro súbito en la idea de lo que haría la Fed en los siguientes meses, misma que ha quedado confirmada el día de ayer. Concentre su enfoque en la fuerte desaceleración, ya hay muchos signos de que se encuentra en curso y, en un periodo no muy amplio, podría provocar un cambio de perspectiva.
Los inversionistas cayeron en la cuenta de que las expectativas de una inflación que podría comenzar a descender a partir del verano y del manejo de un impacto moderado sobre el crecimiento por parte de la Fed (el aterrizaje suave del que hemos hablado) no son realistas. La transitoriedad de la inflación quedó totalmente enterrada.
El dato de inflación de mayo en Estados Unidos fue muy malo. No solo porque el dato general (8.6% anual) superó las expectativas; sino porque las señales al interior son muy preocupantes.
Para quienes apuntan a los aumentos de los energéticos y los granos como los sospechosos comunes, las sorpresas vienen de otro lado. Le doy un ejemplo: la inflación de servicios de habitación (shelter), que básicamente son rentas, llegó a 5.5% en términos anuales. Las virtudes de la inflación subyacente para tranquilizar a los mercados por excluir los movimientos volátiles de los energéticos y los alimentos, ahora se han vuelto la mayor causa de preocupación. La inflación no tiene visos de ceder rápidamente y apunta muchas señales de que “doblarle la espalda” va a costar mucho más trabajo.
Por eso la Fed ayer se pronunció con contundencia. Elevó las tasas de fondos federales en 75 puntos base para ubicarlas en un rango entre 1.5-1.75%; anticipó que aumentos subsecuentes en las tasas, incluso de esa misma magnitud, serán necesarios. Se mantuvo la reducción de activos en su balance que inició en el mes de mayo y aseveró explícitamente que el Comité de Mercados Abiertos está fuertemente comprometido con regresar a la inflación a su objetivo del 2 por ciento.
Los mercados desde el viernes anticiparon esta consecuencia. Las tasas de interés de largo plazo se elevaron en algunos casos en casi 50 puntos base, las bolsas registraron correcciones de casi dos dígitos en tan solo unos días y el dólar se revaluó contra la mayoría de las monedas.
Después de la intensidad de esta semana habrá que plantear nuevas expectativas sobre las cuales construir decisiones de inversión. La primera que a todo mundo le viene a la mente es si la inflación cederá en algún momento o seguirá registrando sorpresas negativas como la de mayo. El consenso estima que la inflación dentro de un año deberá de ser menor que la que hay hoy, aunque tampoco tan alejada de los niveles actuales; ello asume obviamente una menor presión de los precios de bienes básicos (una autentica incógnita con una guerra de por medio) y también se asume que se resentirán los efectos de las acciones actuales de los bancos centrales que a partir de hoy se han puesto agresivos.
Me parece que en este segundo punto es donde, a partir de hoy, hay que concentrar los esfuerzos de monitoreo. Una vez declarado el compromiso de la Fed para reducir la inflación, ajustados los niveles de las tasas, comenzaremos a ver la especulación sobre el tamaño del freno.
En las últimas semanas, con excepción de los datos de creación de empleos de mayo, la mayoría de los indicadores ya muestran señales preocupantes de una menor actividad. Los índices regionales de producción industrial registran descensos desde marzo. Estamos viendo un descenso en el promedio móvil de las solicitudes de desempleo; el día de ayer se publicó un crecimiento negativo mensual de las ventas comerciales de mayo de -0.3% con un descenso marcado desde los datos de enero que registraban crecimientos del 3% positivos.
De acuerdo con el estimado del crecimiento que procesa la Reserva Federal de Atlanta con los datos que van publicándose, el crecimiento del segundo trimestre apunta ya a ser menor al 1 por ciento. Añada el tema del sector inmobiliario en donde vemos fuertes aumentos en los costos de hipotecas y un descenso pronunciado en las ventas.
Se avecina un semestre muy rudo para el consumidor americano, lo debemos ver plasmado en los números de consumo y posiblemente hasta en la generación de empleos; la caída puede ser más súbita de la que se deseaba. La probabilidad de una recesión deberá ir subiendo, su indicador más claro que es el diferencial entre las tasas de interés a dos y a diez años de nuevo lo señala.
El asunto es que, si el tamaño del freno es grande, a lo mejor los estimados frenéticos de inflación para el 2023 pueden moderarse; ello puede propiciar un cambio de tono en la determinación de la Fed con respecto a abatir la inflación y podría aliviar algo los nervios en los mercados de deuda. Eso sí, en el corto plazo, no se ven muchas esperanzas con este nuevo escenario para que las bolsas se recuperen, más aún deberíamos estar atentos a ajustes adicionales.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
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