México bajo otra óptica
El Gobierno de Estados Unidos está tratando de consolidar su posición de influencia sobre la economía global. Ello implica atacar problemas que presenta la coyuntura como la inflación, y por ello las acciones que buscan frenar la presión de costos.
Dos eventos me llaman la atención esta semana. Uno es la disputa entre dos empresas ferroviarias de Canadá, Canadian National y Canadian Pacific, por hacerse de una participación importante de la empresa Kansas City Southern (KSU).
El otro es la visita de importantes funcionarios del gobierno de Estados Unidos para dialogar sobre la reapertura del trafico fronterizo entre Estados Unidos y México.
Ambos eventos resaltan la importancia de México, en la cadena de suministro industrial en Norteamérica, así como en la relevancia de la fluidez de comercio en la región.
Ambos también destacan la buena decisión de este gobierno al renegociar el Tratado de Libre Comercio en la región (ahora T-MEC) y no alterar su condición como la palanca de desarrollo que significa.
En marzo de este año, Canadian Pacific hizo una oferta para adquirir KSU por 25,000 millones de dólares, Canadian National la elevó a 30,000 millones de dólares.
Pacific ha revirado esta semana con una oferta de 27,000 millones sin considerar la deuda asumida por la empresa.
Ambas compañías cuya red ferroviaria recorre todo Canadá, tienen un interés en KSU, la menor de las compañías ferroviarias en Estados Unidos, porque juega un papel relevante en el comercio entre el sector industrial de México y el de Estados Unidos.
La visión es una red ferroviaria que pueda acarrear carga entre los tres países del TMEC, así de simple.
El gobierno de Estados Unidos está tratando de consolidar su posición de influencia sobre la economía global.
Ello implica atacar problemas que presenta la coyuntura como la inflación, y por ello las acciones que buscan frenar la presión de costos (sorprendió ayer la declaración del presidente Biden sugiriendo a la OPEP aumentar sus cuotas de producción).
El propósito también implica dinamizar más rápido a la economía.
El martes presenciamos la aprobación por parte del Senado de un paquete de inversión en infraestructura por 1.2 billones (trillones) de dólares destinado en una buena parte a modernizar el sistema de transporte, electrificación y de comunicaciones en Estados Unidos.
Parte de este esfuerzo requerirá mucha mano de obra y ahí viene México de nuevo a la mesa.
Esta misma semana, la Cámara de Comercio de Estados Unidos aplaudió la decisión y también emitió peticiones para trabajar de inmediato en una reforma migratoria.
En estos momentos existe un cuello de botella en el mercado laboral en donde hay 5.7 millones de plazas que recuperar en la nómina no agrícola, existe sobreoferta de empleos y una demanda que, por los apoyos fiscales o por la nueva normalidad provocada por la pandemia, no desean ocupar esos puestos o exigen retribuciones todavía mayores.
Estos señalamientos me sirven para destacar por qué México no es como cualquier país emergente; el vínculo económico con Estados Unidos es sumamente fuerte y si éste intensifica su disputa con China, podría haber un contexto muy beneficioso para nuestra economía.
Quiere explicarse por qué con tanta calamidad que escuchamos en las noticias, la Bolsa de México ha ganado 16.4% en lo que va del año o por qué ha subido más de 50% en los últimos 12 meses, piense en el beneficio de la recuperación norteamericana.
Las empresas vinculadas a este fuerte crecimiento como las cementeras, las petroquímicas o de autopartes, las de transporte, todas tienen ganancias elevadas.
Piense también que la mayoría de las empresas (pocas eso sí) relevantes en nuestra Bolsa tienen operaciones globales, venden mucho fuera de México y se financian de las mismas tasas prácticamente nulas que hay ahora en el ámbito global.
Ya sabemos que la Bolsa de México no es un fiel reflejo de su economía, sino de la situación de los grandes negocios globales que se hacen dese aquí, pero sin duda, para que eso suceda, la correlación que implica el T-MEC es muy relevante.
Al ver estas circunstancias no deja de ser lastimoso pensar en que la conclusión después de los efectos que causó la pandemia a nivel global, vaya a ser que perdimos una muy buena oportunidad para mejorar la relevancia de nuestra economía.
Lo bueno es que, por ahora, hay muchos en el mundo que la siguen viendo con buenos ojos.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Mexico-bajo-otra-optica-20210811-0148.html
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