No olvide a las tasas de interés
Podemos ver que las tasas se acerquen al 1%, pero ese sigue siendo un nivel sumamente bajo con respecto a los que vimos en los años previos al 2020.
En lo que va de octubre vemos a los mercados vacilar ante la incertidumbre que genera la proximidad de la elección en Estados Unidos y el resurgimiento de contagios en Europa.
Las bolsas han tenido vaivenes interesantes ligadas a la expectativa de un apoyo fiscal que se discutía en el Congreso. No parece haber nada nuevo con relación a semanas previas.
Sin embargo, eso no es del todo cierto. En este contexto hay una tendencia que llama la atención: Las tasas de interés de largo plazo en Estados Unidos han comenzado a subir. En dos semanas la tasa del bono del Tesoro a un plazo de 10 años subió de un nivel de 0.65% a un nivel de 0.78 por ciento. Parece poco, pero en la valuación de dichos bonos hay una importante minusvalía.
Más importante es de nuevo la interrogante que pueden hacerse mucho con relación a lo que indica este movimiento. En el pasado, los movimientos de las tasas de interés de largo plazo se consideraban buenos indicadores adelantados del rumbo de la economía y de la política en el futuro.
Ahora no es así. La Reserva Federal (Fed) reprime la curva a través de mantener la tasa a un día en cero y recomprando bonos de deuda en montos relevantes.
Por ello vale la pena enumerar los argumentos que generan esta trayectoria, y establecer un pronóstico sensato.
Primero los argumentos:
1) Muchos agentes en los mercados globales observan la elevación abrupta de los déficits públicos y la intención de los Gobiernos de seguirlos ampliando con planes de estímulo como el que se discute actualmente en Estados Unidos.
Pocos dudan de que habrá más recursos para apoyar a la población y las empresas. Muchos dudan de la perspectiva de este elevado endeudamiento en un plazo más largo y en momentos en que esta temática toma fuerza tienden a demandar un premio mayor. Sobre todo, preocupa que los elevados niveles de endeudamiento generen una fuerte presión sobre las finanzas públicas al grado de motivar revisiones en la calificación de deuda soberana.
2) Muchos traducen esta estructura de elevada disposición de dinero como un precursor de la inflación en el futuro. Una inflación esperada mayor en un lapso de tres años en adelante provoca también la exigencia de un premio alto. La tasa de inflación subyacente (aquella que excluye precios de rubros volátiles como alimentos y energía) ha subido de un nivel de1.2% a uno de 1.7% anual entre mayo y agosto. La expectativa es que suba a 2% en 2021.
La Fed ha cambiado su esquema y ahora podría tolerar inflaciones superiores al objetivo de 2% por algún tiempo. Esto también abre la puerta a expectativas más concentradas en que viene una inflación mayor.
En nuestra óptica, las tasas pueden avanzar, pero están limitadas por un buen tiempo. Que se genera una tendencia de fuerte alza que modifique la distorsión que hay en el mercado de dinero requiere dos condiciones: uno, que haya una recuperación más robusta del crecimiento y dos, que tal despunte provoque un cambio de tono en las indicaciones de la Fed (lo cual implicaría una aceleración mayor de la inflación). Estimamos que a ambos factores les falta mucho tiempo para concretarse.
Podemos ver que las tasas se acerquen al 1%, pero ese sigue siendo un nivel sumamente bajo con respecto a los que vimos en los años previos al 2020.
Tal vez no hay mucho de qué preocuparse. Pero no dude en que este será un tema central en el transcurso del año próximo que habrá que estar vigilando, aunque la Fed haya dicho que no hará nada por mucho tiempo.
Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.
https://www.eleconomista.com.mx/opinion/No-olvide-a-las-tasas-de-interes-20201007-0115.html
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