¿Qué puede hacer que las cosas cambien? Llevamos mucho tiempo en el que cualquier circunstancia termina sin afectar la tendencia central de los mercados financieros. Este verano no ha sido la excepción. En efecto hay una lista grande de factores que pueden quitar la tranquilidad a los inversionistas, pero creemos que falta que termine de gestarse uno que realmente cambie la dirección de las cosas.

Piénselo por un momento. En los pasados 14 meses los mercados financieros han experimentado sacudidas importantes en la percepción: El Brexit, la elección de Donald Trump en Estados Unidos y los escándalos que han rodeado a su presidencia (la intervención Rusa, el desastre de la gira Europea, ahora el conflicto con Corea del Norte), el periplo de elecciones en Europa (Holanda, Francia, ahora vienen las de Alemania), el ciclo de atentados terroristas en ciudades importantes, el agravamiento de la crisis en Siria, el desastre de Venezuela, etcétera.

Son muchos eventos de definida importancia que se han empaquetado en un lapso corto de tiempo. Sin embargo, todas las advertencias sobre el impacto que tendrían los resultados que efectivamente sucedieron, han resultado equivocadas o, en el mejor de los casos, muy exageradas. Los mercados financieros en dicho lapso, y en especial en este año, reportan ganancias muy importantes en todos sus segmentos, nada de lo que mencionamos les ha hecho cambiar su tendencia.

En los meses que vienen existe una lista de eventos que por supuesto generan inquietud. En la jornada de ayer vimos como la intensificación del conflicto entre Estados Unidos y Corea del Norte mermó el avance de la mayoría de los mercados. Vienen elecciones en Alemania, como le mencioné. A eso agréguele que se siga deteriorando la habilidad del Gobierno norteamericano para hacer caminar reformas (de impuestos, salud, fiscal) en su congreso; el inicio de las reducciones en los balances de la FED y posiblemente de otros bancos centrales, el control regulatorio en China de su sector financiero, los escándalos políticos en Brasil, Venezuela, etc. En pocas palabras: El mundo tiene aún muchos temas pendientes.

¿Alguno de estos corregirá de manera contundente la tendencia de los mercados? Me atrevería a decir que no si prevalece la condición distorsionante que la ha sostenido: La ausencia de presiones inflacionarias y un nivel de tasas de interés extremadamente bajo.

El verdadero temor es que se presente un cambio en la expectativa que los agentes tienen con respecto a la velocidad de los ajustes de política monetaria y fiscal. Es decir, lo que sí podría provocar una corrección a la actual tendencia es que los inversionistas asuman de repente que el alza de tasas será más veloz y/o violenta. Puede suceder en Estados Unidos o en Europa o en ambos, la economía de la zona Euro o de los países asiáticos puede mantener el actual ritmo de recuperación en sus economías y allá también (al menos en Europa) se pueda desatar un mayor temor a alzas de tasas que por ahora no se ven más que en leves aumentos en los réditos de largo plazo.

Luego entonces, el criterio para tomar decisiones de inversión en los próximos meses parece estar muy acotado. Se trata de apostar a si el crecimiento podrá repuntar de tal forma que cambiaría la expectativa actual y por ende con la velocidad de alza de las tasas que tiene programada la Reserva Federal (FED) y la reducción de estímulos que otros bancos centrales ya han advertido.

Tenemos un mercado que ha sido resistente a los cambios políticos, por más drásticos que hayan sido. Los inversionistas se sienten a gusto observando una recuperación marginal sin efectos sobre la inflación y disfrutando del mantenimiento de condiciones financieras favorables por parte de los bancos centrales.

Sólo un cambio en esta condición, al parecer, cuando menos en la percepción de los inversionistas, es lo que podría generar un corrección importante en los mercados en los siguientes meses. Claro que puede suceder, pero me parece que las autoridades están muy al tanto de eso e intentarán ser cuidadosos en no provocarla.

 

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Esta columna se publica semanalmente en el periódico El Economista, en versión impresa y online.

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